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  • Vea los obstáculos como un desafío
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1973
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1973
w73 1/2 págs. 67-68

Vea los obstáculos como un desafío

Hay un dicho antiguo: “Al mal músico hasta los dedos le estorban.” Y hay mucha verdad en ese adagio. ¿Qué es probable que haga un hombre cuando no logra hacer lo que él mismo u otros esperaban de él? ¿No es señalar los obstáculos que hicieron que fallara, quejarse de que los dedos le estorban, por decirlo así?

Es verdad, quizás los obstáculos hayan estado relacionados hasta cierto grado con su fracaso, pero ¿fueron ellos el único factor, o tuvo algo que ver con ello su actitud mental? ¿Se dio por vencido muy fácilmente? ¿Se desanimó demasiado pronto? ¿No intentó con suficiente ahínco? ¿Careció de ingeniosidad? Podría ser. Podría ser.

¿Cuán grandes pueden ser estos obstáculos y todavía ser vencidos? A modo de ilustración, allá en 1969 inició su temporada la Opera Metropolitana de Nueva York con la función de “Aïda.” Se describió como “grandiosa” y como una que “mostró lo que significa el profesionalismo.” Pero, ¿qué fue particularmente notable en cuanto al acontecimiento? El director. Dos días antes de la función se había caído en el hielo y se había roto el brazo derecho. Hizo frente al desafío dirigiendo toda la ópera solo con el brazo izquierdo, pues su brazo derecho estaba enyesado. ¿Venció el obstáculo? ¡Ciertamente que sí!

No hay duda de que la ceguera es un obstáculo serio, sin embargo algunas personas ciegas vencen hasta esta desventaja. Si hubiera abandonado sus estudios o terminado el último lugar de su clase, uno pudiera haber excusado al estudiante de derecho que nació ciego. Pero no él. De 970 estudiantes que se graduaron, el ocupó el primer lugar de su clase.

¿Y qué hay del agricultor de Carolina del Norte cuya vista está tan mala que apenas puede distinguir el día de la noche? Él efectúa su labranza después de la medianoche porque entonces hay silencio. Dirige una granja de más de 100 hectáreas y dice: “El sonido y las yemas de mis dedos son mis ojos. . . . Mi único problema es que la gente que me ayuda a veces trata de hacerse cargo de las cosas, cuando yo sé que puedo hacerlas mejor.” Él puede conducir cuarenta y cinco cabezas de ganado de un pasto a otro, puede alimentarlas e inyectarlas con jeringas hipodérmicas y hasta puede castrar toros. “Puedo efectuar la carga del ganado más rápida y fácilmente porque me conoce,” comentó.

Entre otros obstáculos que ha arrostrado la gente está la falta de educación formal, la pobreza y el prejuicio racial. Aunque algunos han sido desanimados por estos obstáculos, otros los han visto como desafíos, a los cuales se han enfrentado y vencido con éxito.

Ahora bien, quizás usted nunca tenga que enfrentarse a semejantes obstáculos, a semejantes desafíos, pero en las presentes condiciones mundiales, de seguro tendrá que afrontar otras dificultades. Por ejemplo, quizás una desavenencia o un choque de personalidades sea un obstáculo que le impida hacer lo mejor posible. Esto puede ser entre miembros de una familia, entre un patrono y un empleado, o entre compañeros cristianos. En una situación como ésta, ¿qué debe usted hacer? ¿Ponerse de mal humor, ceder a la autocompasión o al resentimiento y así abstenerse de hacer todo lo que puede? ¿Por qué no verlo como desafío? Esté a la mira de la ocasión adecuada para hacer surgir el tema y llegar a un entendimiento con la otra persona. Pero si no puede allanar la dificultad, aprenda a pasarla por alto.

O, ¿sufre usted porque otros no muestran aprecio por lo que usted hace? Quizás su cónyuge o sus padres o sus hijos no expresen aprecio por lo que usted haga. Es verdad que las expresiones de aprecio constituyen un verdadero estímulo, un incentivo para que hagamos cuanto podemos, no obstante podemos hacer eso aun sin ellas. Muchos de los profetas de la antigüedad, como Jeremías y Ezequiel, recibieron pocas, o ningunas, expresiones de encomio de parte de sus contemporáneos, y sin embargo fueron siervos sobresalientes de Dios. Vemos de las cartas del apóstol Pablo que a veces él sufrió de falta de aprecio de parte de algunos, pero ¡qué excelente ejemplo puso de celo en el ministerio cristiano! (2 Cor. 10:10-12; 11:5, 6) Mantenga su dignidad y siga preciándose de su trabajo. También, siga recordando que, como fue el caso con los fieles siervos de Dios en el pasado, así también en nuestro día: Dios ve y aprecia los esfuerzos que usted haga.

El abrazar el cristianismo verdadero en particular es un asunto de hacer frente al desafío de los obstáculos. En África hay obstáculos como la poligamia, intensa lealtad tribual y la adoración de fetiches. Aunque el renunciar a estas prácticas parezca un obstáculo insuperable para la mayoría de los africanos, hay literalmente centenares de miles en ese continente que han visto estas cosas simplemente como desafíos y las han vencido para llegar a ser testigos cristianos de Jehová. ¡Y cuánto gusto les da el haberlo hecho!

En otros países el desafío que tienen que arrostrar los que quieren llegar a ser discípulos de Jesucristo puede ser el alcoholismo, la afición a las drogas, el jugar por dinero y diversas formas de inmoralidad sexual. En cuanto a estas prácticas, también, hay muchos miles que han vencido los obstáculos para llegar a ser testigos cristianos de Jehová Dios.—1 Cor. 6:9-11.

Habiendo abrazado el cristianismo verdadero, uno continúa enfrentándose a obstáculos que tiene que ver como desafíos. Entre ellos está la oposición y la indiferencia que uno encuentra en el ministerio cristiano. Esta oposición hace más difícil el ministerio, pero ¿es esto excusa válida para aflojar el paso o renunciar? ¡No en vista de los muchos excelentes ejemplos en la Biblia de los que persistieron en servir a Dios a pesar de estos obstáculos!—Heb. 12:2, 3.

Es posible que un cristiano haya ‘resuelto en su corazón’ participar en el ministerio del campo a la mañana siguiente o asistir a una reunión de congregación esa noche. Pero entonces súbitamente se presenta mal tiempo, o el cristiano sufre de alguna leve indisposición física, dos cosas que evidentemente son excusas plausibles para no llevar a cabo su determinación. Pero el proceder de la manera que requiere el menor esfuerzo es perderse una bendición. De hecho, al vencer el obstáculo inesperado uno puede estar seguro de recibir bendiciones adicionales, si no por otra razón que el saber que mientras mayor es el esfuerzo mayor es la satisfacción que proviene del logro.

¡Verdaderamente, los obstáculos no son algo a lo cual se ha de ceder, más bien son desafíos a los cuales se ha de hacer frente y vencer!

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