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  • Usted puede librarse del hábito del tabaco
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1973
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1973
w73 15/12 págs. 741-743

Usted puede librarse del hábito del tabaco

¿POR qué fuman millones de personas cuando la evidencia abrumador indica que daña la salud? ¿Por qué ha tantos que expresan el deseo de dejar de fumar y al mismo tiempo siguen fumando? Como se hizo notar en un número reciente de Science World, se debe a que el fumar “produce afición.” Y no obstante, a pesar del aumento en la cantidad de fumadores, hay un pueblo que notablemente está libre del hábito del tabaco.

Estos son los testigos de Jehová. Un informe publicado en el Courier de Evansville, Indiana, comentó esto sobre una de sus asambleas que se celebró en esa ciudad: “Quizás haya sido la primera vez en la historia del estadio que 6.000 ó 7.000 personas ocuparon su capacidad de asientos y una neblina de humo no oscureció al orador.”

¿Por qué se nota comúnmente la falta de fumar entre los testigos de Jehová? ¿Se debe a que los que llegan a ser testigos de Jehová nunca fueron aficionados a los cigarrillos?

De ninguna manera. Los que llegan a ser testigos de Jehová proceden de la población general, concerniente a la cual el Guardian Weekly dijo: “Dos de cada tres hombres fuman, aunque solo una de cada cuatro mujeres.” De modo que es razonable asumir que aproximadamente el mismo porcentaje de los testigos de Jehová fumaba en el pasado.

¿Se les hizo fácil a estas decenas de miles de Testigos dejar de fumar? ¿Cómo pudieron hacerlo? Si usted es una persona que quiere librarse del hábito, las experiencias de ellos pueden ayudarle.

FUMADORES AFECTADOS DE DIFERENTES MODOS

No todo fumador pasa por experiencias sumamente difíciles cuando deja de fumar. Algunas personas fuman comparativamente poco, y lo hacen principalmente para ser sociables. Así 10,2 millones de norteamericanos dejaron de fumar en un reciente período de cuatro años, según un estudio. La mayoría de éstos quizás se componía de personas a quienes no se les hizo particularmente difícil dejar de fumar.

Típico de tales fumadores es el graduado de Harvard que, después de fumar con moderación por varios años, finalmente resolvió abandonar este hábito inmundo. Simplemente tiró sus cigarrillos y jamás volvió a fumar. Fue relativamente fácil para él; no sintió ninguna incomodidad verdadera, y después de eso tuvo poco deseo si acaso alguno de fumar. Pero se reconoce que otros casos son muy diferentes.

Un ex-fumador de Saskatchewan, Canadá, explicó: “El limpiar mi cuerpo de nicotina fue una experiencia indescriptiblemente difícil para mí. A veces se me ponía muy tenso el pecho, como si los músculos estuvieran hechos nudo. . . . A veces, la dificultad era tan severa que pensaba que me iba a morir.” Un señor de Virginia Occidental que fumaba mucho dijo que cuando dejó de fumar estuvo tan enfermo y debilitado que tuvo que quedarse en cama por dos días. Experiencias como éstas de incomodidad y enfermedad al retirarse de la nicotina no son raras. Es bueno que los que quieren romper el hábito del tabaco se den cuenta de esto.

GANANDO LA BATALLA

Quizás usted sea una persona que ha luchado por muchos años para dejar de fumar, pero sin tener éxito, y tal vez se sienta muy desanimada. ¡No se rinda! Otros, que han sido tan aficionados a la nicotina, han vencido el hábito.

Un médico y cirujano de cincuenta y seis años de edad comentó recientemente: “Recuerdo el día que dejé de fumar. Era el lunes 15 de mayo de 1950, en Santa Bárbara, California. La experiencia me ha suministrado confianza. Porque desde entonces, cuando me he enfrentado a problemas o situaciones desafiantes, he pensado entre mí: ‘Si pude dejar de fumar, también puedo hacer esto.’ La victoria sobre el fumar fue así de significativa para mí, puesto que había fallado tan a menudo.

“Después de cada decisión para dejar de fumar, acababa por buscar en la casa colillas de cigarrillos. O me vestía de noche y salía a comprarlos. Después de eso estaba irritado conmigo mismo por haber vuelto a fallar.

“Alrededor de ese tiempo comencé a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Pronto pude ver que lo que estaba aprendiendo no casaba con el hábito del tabaco. No obstante seguí fumando. Durante las reuniones me salía a hurtadillas e iba a una farmacia para fumarme un cigarrillo. ‘Qué tontería,’ pensaba yo, ‘que un adulto se saliera a hurtadillas como un muchachito y fumara a escondidas.’ Sencillamente no podía continuar viviendo así, como hipócrita. Puesto que estaba convencido de que los testigos de Jehová tenían la verdad de la Palabra de Dios, me di cuenta de que tenía que escoger... o renunciar al tabaco o a la verdad.

“Recuerdo aquel domingo de 1950... como de costumbre fumé durante el intermedio de la reunión. Pero esa noche desapareció mi último cigarrillo, e hice un voto de nunca introducir otro en la casa. Sin embargo, acostumbraba tener cigarrillos en mi consultorio en el centro de la ciudad. Cuando llegué la mañana siguiente encontré que me quedaban unos cuantos. Me los fumé, terminando como a las once de la mañana. Pero había resuelto que jamás fumaría otro, y jamás lo he hecho.”

CONFIANZA EN JEHOVÁ

Este doctor no pasó por alto el valor de la oración. (Sal. 55:22) Y con la ayuda de Jehová, el Dios verdadero, usted, también, puede tener éxito en vencer el hábito del tabaco. El apóstol Pablo dijo: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.” (Fili. 4:13) La experiencia de un hombre que había comenzado a fumar cuando era un niño de seis años en Dakota del Sur ilustra bien cómo este poder de Jehová Dios es suficiente para ayudarlo a uno a vencer el hábito del tabaco. Explicó recientemente:

“Fumaba dos cajetillas al día, y consumía una caja de cincuenta puros a la semana. Mis manos, dientes, aliento —todo lo que yo era— estaba contaminado con nicotina. No podía terminar de comer sin detenerme a fumar un cigarrillo. Lo último que hacía antes de dormir era fumar; despertaba durante la noche para fumar un cigarrillo; y lo primero que hacía por la mañana era fumar.

“Mi madre estaba preocupada por mí. De modo que cuando tenía unos veintiún años de edad apostó $1.000 (dólares) a que yo no podía dejar de fumar durante dos días. Le dije que yo no quería dejar de fumar, y que no iba a renunciar a algo que me producía tanto placer.

“Más tarde empecé a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová, y decidí que para agradar a Dios y a su pueblo debería dejar de fumar. Pero no podía. Continuaba quebrantando mi determinación. Me acuerdo de que le pedí ayuda a un Testigo en cuanto a ello. Él preguntó: ‘¿Ha orado usted por ayuda?’ Le dije que ciertamente lo había hecho.

“Él preguntó: ‘¿Cuándo ora usted?’ Dije que en la noche antes de acostarme, en la mañana cuando me levantaba, y después que me debilito y fumo, le digo a Jehová que siento lo que he hecho.

“Él dijo: ‘¿No es el instante en que usted realmente necesita la ayuda de Dios el momento en que estira el brazo para una fumada? Es en ese instante que usted debería orar a Jehová pidiendo que lo fortalezca.’

“Desde entonces en adelante eso es exactamente lo que hice, y Jehová ciertamente me fortaleció. Pude dejar de fumar, aunque el deseo vehemente permaneció conmigo por años.”

El fumador, igual que el aficionado a la heroína, desarrolla en su sistema una ‘necesidad’ de nicotina. Después de un corto período sin fumar, se pone incómodo, a veces hasta brotándole sudor súbito, frío, si se le priva de una fumada por demasiado tiempo. En consecuencia, debido al alivio que produce, el fumador disfruta de fumar, y el renunciar a ello puede presentar una tremenda batalla. Sirve para ilustrar esto el caso de una joven que se crió en Dinamarca pero que vive actualmente en la ciudad de Nueva York. Comenzó a fumar a los catorce años de edad, y finalmente dejó el hábito el 28 de noviembre de 1970. Había estado tratando de hacerlo por meses, pero cada vez recaía. Dice ella:

“Oraba en cuanto al asunto, pero no era enteramente honrada. Le decía a Jehová que no me gustaba fumar y por eso quería dejar de hacerlo. Pero la realidad era que me gustaba. De modo que con el tiempo reconocí en oración a Jehová que realmente me gustaba fumar, pero que quería renunciar a ello para agradarle a Él. Entonces, al tener presente continuamente mi deseo de agradar a Dios, finalmente me libré del hábito.”

¡SE PUEDE LOGRAR!

Si usted teme no poder dejar de fumar, sepa que no es la única persona que ha pensado eso. Un ama de casa de Brooklyn, Nueva York, que fumaba tres o cuatro cajetillas diariamente, se sentía exactamente así. Había continuado fumando aunque los testigos de Jehová la bautizaron en 1968. Explica ella:

“Un día mi esposo me dijo: ‘¿Por qué no dejas de fumar?’ Respondí con enojo: ‘¿Cómo puedes pedirme que haga eso? Estás pidiendo que renuncia a mi vida.’ Cuando me di cuenta de lo que yo había dicho me escandalicé y me avergoncé. Y sabía que no podía continuar hipócritamente diciendo que era Testigo y seguir fumando. De modo que al día siguiente le dije a mi esposo que iba a dejar de fumar... pero de allí a un mes, el último sábado de febrero de 1971.

“Ese sábado fumé todo el día y toda la noche. La siguiente semana fue una pesadilla. Me temblaban las manos. Lloraba casi constantemente. Estaba enferma; el deseo vehemente era angustioso. Pero me había decidido, y con la ayuda de Jehová persistí en ello. Ahora estoy convencida de que las personas que no tienen buen éxito, realmente no desean renunciar a ello. Todavía aman el fumar más que lo que aman a Jehová.”

Ciertamente si uno verdaderamente ama a Jehová Dios puede vencer el hábito del tabaco. Es interesante el hecho de que un residente de Synanon, una comunidad californiana que se fundó para el tratamiento de los aficionados a las drogas y los alcohólicos, donde se proscribió el fumar en 1970, comentó: “Si nosotros, escoria de la sociedad, podemos dejar de fumar, entonces afuera en un llamado mundo cuerdo que se está matando con la más peligrosa de todas las drogas [el tabaco], personas responsables pueden hacerlo con éxito.”

Muestre que usted verdaderamente ama a Jehová y sus principios justos. ¡Líbrese de la esclavitud del fumar ahora! Usted puede hacerlo.

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