Preguntas de los lectores
●¿Queda la persona libre de responsabilidad por violar la ley de Dios acerca de la santidad de la sangre si recibe una transfusión como resultado de una orden de tribunal que contrarresta su decisión de no aceptar sangre?—EE. UU.
Esto dependería de las circunstancias. Ninguna orden de tribunal, por supuesto, puede abrogar la ley de Jehová Dios, el Legislador Supremo. (Hech. 5:29) Es obvio que un cristiano jamás podría justificar el que cometiera asesinato o extorsión o se sometiera a adulterio aunque un tribunal ordenara que lo hiciera.
¿Qué, entonces, podría acarrear responsabilidad en tales casos de transfusiones ordenadas por un tribunal? El que el paciente no hablara con convicción cuando tuviera la oportunidad, y entonces más tarde no ofreciera resistencia, podría contribuir a que recibiera una transfusión de sangre que no se desea. Un factor que ha tenido una relación vital sobre la decisión de algunos jueces ha sido la convicción del paciente, su sentimiento de responsabilidad delante de Dios. Por lo tanto, en casos donde no hay ninguna indicación de que el paciente se opondrá a una transfusión de sangre ordenada por un tribunal, a menudo los jueces se han inclinado a ceder más fácilmente a las instancias de los doctores y los hospitales.
En varios casos los testigos cristianos de Jehová, cuando se han enfrentado a la posibilidad de una orden de tribunal para que se les ponga una transfusión, han dado pasos para evitar el quebrantar la ley de Dios. Algunos han podido transferir miembros de su familia o parientes a otros hospitales, donde se administró tratamiento que no violaba la ley de Dios. Si la condición del paciente fuese tan crítica que el removerlo del hospital por siquiera un período breve haría de la supervivencia una imposibilidad virtual, manifiestamente este medio estaría cerrado.
Por supuesto, en algunos casos es posible que la persona haya agotado todos los medios mentales y físicos para impedir tal violación de la ley de Dios; puede ser que hasta esté inconsciente. Si, a pesar de todos sus esfuerzos, se le pone una transfusión a la fuerza, tendrá que dejar el asunto en las manos de Jehová, confiando en Su misericordia. Su posición en este caso puede compararse con la de una mujer que sea violada a pesar de sus continuos gritos y esfuerzos físicos por rechazar a su agresor. Según la ley mosaica, la mujer en estas circunstancias era inocente. (Deu. 22:25, 27) Sin embargo, si no gritaba, no era inculpable. (Deu. 22:23, 24) En conformidad con eso Dios esperaría que hoy los cristianos dieran todo paso posible (que no sea contrario a la Palabra de Dios) a fin de evitar el ser cómplices de una violación de Su ley sobre la sangre.