Anhelaban conocimiento bíblico
HOY a muchas personas les gustaría obtener un mejor entendimiento de la Santa Biblia. Pero muy a menudo su iglesia las ha dejado desilusionadas puesto que no suministra la ayuda que se necesita. Entre los desilusionados han estado católicos sinceros. Considere las expresiones de dos de éstos y cómo hallaron el entendimiento de la Biblia que buscaban.
De Chicago, Illinois, viene esta experiencia:
“Yo era un católico muy devoto, siendo miembro de dos sociedades muy activas. En Puerto Rico pertenecía a ‘La Legión de María.’ Marchábamos por las calles en procesiones largas, llevando imágenes de María y otros santos. También solíamos visitar las casas de miembros de la iglesia, animándolos a que vinieran a la iglesia y rezando el rosario con ellos si nos lo permitían.
“En los Estados Unidos llegué a ser miembro de la ‘Sociedad del Santo Nombre.’ Como tal fui puesto al cargo de las mesas de juego. En nuestras diversas reuniones recogía el dinero de las mesas y ayudaba a los sacerdotes a rifar los regalos, generalmente grandes cantidades de dinero.
“Durante todo este tiempo nunca se me animó a leer la Biblia. De hecho, ni siquiera puedo recordar haber visto una en las manos de los miembros de estas sociedades.
“Entonces, hace varios años, mi hermano me compró una Biblia católica. Al leerla empecé a tener algunas dudas serias en cuanto a lo que se me había enseñado como católico. Me preguntaba por qué los católicos usaban oraciones que abundaban en repeticiones y llamaban al sacerdote ‘Padre,’ cuando la Biblia condenaba eso. [Mat. 6:7, 8; 23:9] Cuando traté de leer Revelación, realmente llegué a tener curiosidad. Pregunté a muchas personas de diferentes religiones lo que significaba pero no obtuve ninguna respuesta.
“Alrededor de este tiempo algunos de los testigos de Jehová llamaron a mi puerta dejando ‘La Atalaya’ y ‘¡Despertad!’ Al principio tiraba estas revistas. Pero un día recogí una y me puse a leerla. Aquí al fin estaba algo que tenía sentido, y era acerca de la Biblia. La siguiente vez que los Testigos me visitaron los invité a entrar para que contestaran mis preguntas.”
¿Cuál fue el resultado? Este señor empezó a estudiar la Biblia y con el tiempo llegó a ser un testigo bautizado de Jehová. Agrega: “Ahora puedo visitar los hogares de la gente con algo que puedo darles —la Palabra de Dios— ¡y no tengo que pedir dinero!”
Una señora que vive en Minnesota relata:
“A los quince años de edad entré en la Academia de las hermanas de la caridad cristiana en Wilmette, Illinois. Esta no solo era una academia donde una muchacha católica podía recibir una educación de escuela secundaria, sino también un noviciado donde las monjas reciben entrenamiento, y toman sus votos.
“Fue durante el último año de novicia que empecé a ver cuán contranatural realmente era esta vida. Por ejemplo, las monjas evitaban la amistad particular. Si se veía a alguien muy a menudo con una persona, se le llamaba ante la superiora y se le amonestaba. Yo fui amonestada varias veces. En una ocasión la superiora amenazó a una de mis amigas con que no podría hacer sus votos finales si continuaba nuestra amistad. En otra ocasión a una monja que ya había hecho sus votos se le dijo que ya no podía hablarme, mirarme, ni siquiera sonreírme en los pasillos del convento. Ahora bien, yo sabía y mis amigas sabían que teníamos amistades sanas, pero observé que las superioras protectoras en demasía trataban así de contener el problema de la homosexualidad en el convento. ¡Lo extraño de esto era que desanimaban a las muchachas que honradamente querían amistad y nunca sorprendían a las que se interesaban en la perversión!
“Cinco meses antes del tiempo en que me tocaba hacer mis votos de la Iglesia solicité salir. Me adherí a la esperanza de que Dios realmente estaba conmigo en esta decisión.
“Más tarde emprendí un trabajo de azafata, pero esto se terminó rápidamente cuando conocí al hombre que habría de llegar a ser mi esposo. A pesar de mis experiencias en el convento, seguí siendo una católica muy firme. De hecho, insistí en que él se hiciera católico antes de casarnos. Sin embargo, poco después de eso empecé a abrir los ojos lentamente a las falacias de la religión católica. Entonces un día los testigos de Jehová llegaron a mi puerta. Tenía tanta hambre de conocimiento bíblico sólido que inmediatamente acepté su oferta de estudiar la Biblia conmigo.”
Ahora esta señora es una testigo bautizada de Jehová y se regocija al haber hallado amistad sana y edificante entre personas que, desde el corazón, se dirigen unos a otros como “hermano” y “hermana.”
Si se halla usted en una posición similar a las de estos ex-católicos, ¿por qué no pide a los testigos de Jehová que estudien la Biblia con usted? Gozosamente lo harán sin cobrar y a conveniencia de usted.