Preguntas de los lectores
● ¿Es posible que hoy los cristianos exorcicen o echen fuera demonios orando sobre la persona que está poseída de ellos?—EE. UU.
Las Escrituras muestran que puede haber mucho más envuelto en libertar a una persona de control demoníaco que el simplemente hacer una oración a favor de ella.
Es cierto que, en el primer siglo E.C., ciertos cristianos, aunque no todos, estaban facultados por el espíritu de Dios para expulsar demonios. (1 Cor. 12:29, 30; compare con Mateo 10:8.) Por lo general se efectuaba esto ordenando a los demonios, en el nombre de Jesucristo, a que abandonaran el dominio que tenían sobre los poseídos.—Hech. 16:16-18; compare con Hechos 19:13-16.
Sin embargo, las Escrituras no dan ninguna indicación de que el expulsar instantáneamente a los demonios y otros dones milagrosos del espíritu habrían de continuar con los cristianos a través de los siglos. Al contrario, los dones milagrosos habrían de cesar. El inspirado apóstol Pablo escribió: “Sea que haya dones de profetizar, serán eliminados; sea que haya lenguas, cesarán; sea que haya conocimiento [recibido milagrosamente], será eliminado.” (1 Cor. 13:8) Siempre que se transmitían los dones milagrosos del espíritu, estaba presente uno o más de los apóstoles que Jesucristo había escogido directamente. (Hech. 2:1, 4, 14; 8:9-20; 10:44-46; 19:6) Por consiguiente, es lógico concluir que la transmisión de estos dones terminó con la muerte de los apóstoles, y los dones milagrosos mismos cesaron cuando murieron los poseedores de ellos que quedaban.
Además, una de las razones principales por las cuales se dieron los dones milagrosos fue para establecer que la aprobación de Dios, que había descansado sobre la congregación judía, ahora se había colocado sobre la congregación cristiana. (Hech. 2:32, 33, 38-41; Heb. 2:1-4) Hoy no se necesitan dones milagrosos para establecer ese hecho. La congregación judía del día presente no puede cumplir los requisitos de la ley mosaica, pues no tiene sacerdocio en el linaje de Aarón y no tiene templo en el sitio antiguo en Jerusalén.
Además, la evidencia más concluyente para establecer cuál es la congregación con aprobación divina no es la ejecución de obras milagrosas evidentes. Jesucristo dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero.” (Mat. 7:21-23) De modo que Jesús indicó que aun algunos “obreros del desafuero” podrían exorcizar demonios. Evidentemente Satanás, el principal de los demonios, permitiría esta hazaña, que daría a los “obreros” que la realizaran la apariencia de ser “ministros de justicia.” (2 Cor. 11:13-15) Pero, en cuanto a la marca de identificación genuina de sus discípulos verdaderos, Jesús declaró: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.”—Juan 13:35.
Aunque hoy los cristianos verdaderos no alegan tener ningún poder sobrehumano o recibido divinamente para exorcizar demonios, esto no significa que no pueden ayudar a los que sufren de hostigamiento demoníaco. Pueden orar a favor de ellos, no en un esfuerzo por efectuar un arrojamiento instantáneo de los demonios, sino para que las personas afligidas así obtengan las fuerzas espirituales para resistir el ataque demoníaco. Los cristianos verdaderos también pueden mostrarles lo que dice la Biblia en cuanto a resistir las inicuas fuerzas espíritus. (Efe. 6:10-18) Luego, los que creen que son los demonios los que los están perturbando tienen que personalmente hacer el esfuerzo por librarse de tal hostigamiento y sinceramente tienen que querer seguir el consejo de la Biblia. Pueden estar seguros de que Jehová bendecirá sus esfuerzos sinceros y determinados. (Sant. 4:7) Casos verídicos prueban que muchos han sido librados así de ataque demoníaco.
● ¿Qué significa 1 Tesalonicenses 4:17 cuando dice: ‘Nosotros los vivientes que sobrevivamos seremos arrebatados en nubes al encuentro del Señor en el aire’?—EE. UU.
Aquí la referencia es a los coherederos de Jesucristo que están viviendo al tiempo de su presencia en poder del Reino.
El versículo particular en cuestión se entiende mejor a la luz del tema que consideraba el apóstol Pablo cuando escribió a los tesalonicenses. Leemos: “Hermanos, no queremos que estén en ignorancia respecto a los que están durmiendo en la muerte; para que no se apesadumbren ustedes como lo hacen también los demás que no tienen esperanza. Porque si nuestra fe es que Jesús murió y volvió a levantarse, así, también, a los que se han dormido en la muerte por Jesús, Dios los traerá con él. Porque esto es lo que les decimos por palabra de Jehová, que nosotros los vivientes que sobrevivamos hasta la presencia del Señor no precederemos de ninguna manera a los que se han dormido en la muerte; porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero. Después nosotros los vivientes que sobrevivamos seremos arrebatados, juntamente con ellos, en nubes al encuentro del Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor. Por consiguiente, sigan consolándose los unos a los otros con estas palabras.”—1 Tes. 4:3-18.
Se puede ver que el punto bajo consideración es la resurrección de los coherederos de Cristo. Todos sus coherederos que murieron antes de su presencia en poder del Reino permanecieron dormidos en la muerte. Sin embargo, después del comienzo de su presencia todos estos muertos serían levantados a vida inmortal, de espíritus, para estar unidos con su Señor. ¡Qué confortante pensamiento fue éste para los cristianos en Tesalónica en vista de las tribulaciones por las que estaban pasando!—1 Tes. 1:6.
Pero no hay razón bíblica para que lleguemos a la conclusión de que Jesús habría de descender del cielo literalmente y que la resurrección y glorificación de los que dormían en la muerte serían visibles a los humanos en la Tierra. ¿Por qué no? Porque Jesucristo, como persona espíritu en el cielo, “mora en luz inaccesible.” “Ninguno de los hombres [lo] ha visto ni [lo] puede ver” como tal. (1 Tim. 6:16) Por lo tanto su situación se compara a la de su Padre celestial. (Heb. 1:2, 3) De modo que Jesucristo ‘desciende’ o ‘baja’ en el mismo sentido en que la Biblia dice que Jehová Dios lo hace. Por ejemplo, las Santas Escrituras dicen acerca de Jehová: “Procedió a doblar los cielos hacia abajo y a descender; y había densas tinieblas debajo de sus pies.” (2 Sam. 22:10) “¡Miren! Jehová sale de su lugar, y ciertamente bajará y pisará sobre los lugares altos de la tierra.” (Miq. 1:3) Es manifiesto que Dios no abandonó literalmente su morada en los cielos invisibles, sino que dirigió su atención a humanos en la Tierra, demostrando su poder hacia ellos. De modo similar, en su presencia, como indicó el apóstol Pablo, Jesucristo dirigiría su atención hacia abajo a esta Tierra y ejercería su poder para resucitar a sus coherederos que dormían en la muerte.
¿Habría de ser su resurrección visible a los ojos humanos? Esto simplemente no podía ser. ¿Por qué no? Porque están ‘unidos con Jesucristo en la semejanza de su resurrección.’ (Rom. 6:5) La resurrección de ellos es como la de él. Y de la resurrección de Jesús, las Escrituras nos dicen que él fue “hecho vivo en el espíritu.” (1 Ped. 3:18) Para ser visto por sus discípulos, Jesús tuvo que materializar un cuerpo de carne. Esto sirvió para probarles que de veras había sido hecho vivo. (Hech. 1:3) Sin embargo, su resurrección fue invisible a los ojos humanos. Los guardias junto a la tumba de Jesús “temblaron y quedaron como muertos,” no a causa de ver a Jesús resucitado, sino a causa del ángel que hizo rodar la piedra de la tumba.—Mat. 28:3, 4.
Así mismo, la resurrección de los coherederos de Jesucristo es invisible. Sin embargo, en el caso de ellos las Escrituras no indican de manera alguna que permanecerán en la vecindad de la Tierra y que inmediatamente después de su resurrección se revelarán a compañeros creyentes demostrando así que están vivos.
Con estos datos, podemos apreciar que la referencia a que los vivos sean “arrebatados” no podría significar que sus cuerpos de carne y sangre comenzarán a flotar hacia el cielo para encontrar al Señor Jesucristo en lo que algunas personas llaman “el arrobamiento.” Él no estará en el aire literal en una nube literal, porque “mora en luz inaccesible” en los más altos cielos, la región de espíritus invisibles. No obstante, el ser “arrebatados” tiene que estar relacionado con algo que realmente sucede en conexión con la resurrección.
¿Podría estar relacionado esto con el ser “arrebatados” del mundo de la humanidad condenado a la destrucción? ¿Podría referirse al ser elevados y estar ‘sentados en los lugares celestiales con Cristo Jesús’ debido a haber sido asignados con él a la herencia celestial? (Efe. 1:3; 2:6) No, esto no fue lo que Pablo estaba considerando en su carta a los tesalonicenses.
La referencia a ser “arrebatados” fue un junto que los cristianos en Tesalónica podían usar para confortarse unos a otros cuando murieran los coherederos de Jesús. Obviamente, el hecho de que los coherederos están separados ahora del mundo condenado a la destrucción no es la verdadera fuente de consuelo cuando hay una muerte en la congregación del pueblo de Dios. Por otra parte, también, el ser separados de esta manera y unidos con Jesús en un sentido espiritual simplemente no podría significar el estar ‘siempre con el Señor.’ Una vez que los coherederos de Cristo terminan su derrotero terrestre, ya no existe esa condición, ya que entonces en la resurrección estarán personalmente con su Señor y eso para siempre. Y, por supuesto, el mundo condenado a la destrucción también pasará. Además, una persona ahora en la Tierra pudiera estar separada el mundo por un tiempo pero más tarde perder el galardón de estar con el Señor Jesucristo debido a infidelidad.—Rev. 2:10.
De consiguiente, las palabras de Pablo a los tesalonicenses indican que hay algo diferente en cuanto a la resurrección de los que mueren antes de la presencia de Cristo en el poder del Reino y los que completan su derrotero terrestre y mueren durante esa presencia. Esta diferencia se puede discernir de Revelación 14:13, donde leemos: “Felices son los muertos que mueren en unión con el Señor desde este tiempo en adelante [es decir, desde su venida en gloria del Reino]. Sí, dice el espíritu, que descansen de sus labores, porque las cosas que hicieron van junto con ellos.” Aunque los coherederos de Cristo que murieron antes de su presencia tuvieron que dormir en la muerte, los que terminan su derrotero terrestre durante esa presencia no tienen que hacerlo. Son levantados inmediatamente a la vida celestial. Cesan de sus labores terrestres y entran inmediatamente en el servicio celestial. Como personas espíritus invisibles, son “arrebatados,” como si fuera en las nubes (símbolo de invisibilidad), para estar para siempre con su Señor invisible. Esto también está en armonía con las palabras del apóstol Pablo a los corintios: “No todos nos dormiremos en la muerte [es decir, permanecer en la condición de la muerte aguardando una resurrección en el futuro], pero todos seremos cambiados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos.”—1 Cor. 15:51, 52.
Así, pues, lo que Pablo escribió en 1 Tesalonicenses 4:13-18 fue, esencialmente, este mensaje estimulante: Los cristianos ungidos que mueren antes de la presencia del Señor duermen en la muerte. Cuando principia esa presencia esperada, son levantados a la vida celestial como criaturas espíritus inmortales. Sin embargo, los cristianos ungidos vivos durante esa presencia no duermen en la muerte. Al tiempo de morir son cambiados inmediatamente, siendo llevados al cielo para estar con Cristo para siempre.