BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w75 15/9 págs. 555-556
  • ¿Cómo recibe usted el consejo?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Cómo recibe usted el consejo?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • ES NECESARIO ESCUCHAR EL CONSEJO
  • ESPÍRITU Y MOTIVO APROPIADOS AL DAR CONSEJO Y CENSURA
  • ¿QUÉ HAY SI EL CONSEJO DUELE?
  • “Escucha las palabras de los sabios”
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (estudio) 2022
  • No resista al consejo de Jehová
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1965
  • ¿“Alegran el corazón” sus consejos?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (estudio) 2022
  • Consejeros hábiles que son una bendición para sus hermanos
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1986
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
w75 15/9 págs. 555-556

¿Cómo recibe usted el consejo?

¿CON qué propósito ofrece consejo una persona a otra? Es para suministrar ayuda, dirección o entendimiento en cuanto a cómo hacer algo. El único que no necesita que nadie lo aconseje es Jehová Dios el Creador, como dijo el profeta: “¿Quién como su hombre de consejo puede hacerle saber algo? ¿Con quién consultó para que se le hiciera entender, o quién le instruye en la senda de justicia, o le enseña conocimiento, o le hace conocer el mismísimo camino del verdadero entendimiento?”—Isa. 40:13, 14.

Hasta el hombre perfecto Jesucristo, con toda su experiencia previa en los cielos, recibió y siguió consejo de Dios. Dijo: “No hago nada de mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me enseñó.”—Juan 8:28; 5:19, 30.

ES NECESARIO ESCUCHAR EL CONSEJO

Ciertamente, entonces, los hombres imperfectos necesitan mucho el consejo, para entender el camino correcto y aplicar la Palabra de Dios en su vida. El apóstol Juan enfatizó la situación que está haciendo tan necesario el consejo cuando dijo: “Si hacemos la declaración: ‘No tenemos pecado,’ a nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no está en nosotros.”—1 Juan 1:8.

Debido al pecado inherente, la tendencia natural de todos nosotros es resentirnos por el consejo, especialmente si ese consejo señala a un error o una debilidad. Jehová advierte: “No se hagan como un caballo o mulo sin entendimiento, cuya fogosidad ha de reprimirse aun por un freno o cabestro antes que se acerquen a ti.” (Sal. 32:9) La persona que se entrega al espíritu de resentimiento, de modo que repetidamente ‘hace dura su cerviz,’ haciéndose irrazonable e inabordable, se enfrentará a medidas más estrictas, restricciones y, finalmente, calamidad.—Pro. 29:1.

Por otra parte, las personas que son humildes, que desean adelantar en entendimiento, buscan el consejo. Su interés está, no en siempre “tener la razón,” sino en hacer cosas que agraden a Dios y que ayuden a otros. Por lo tanto, se dan cuenta de que “hay salvación en la multitud de consejeros.” (Pro. 11:14) Si cometen un error se alegran de que les sea llamado a su atención, aunque a veces sea embarazoso. Quieren evitar la repetición de un mal o de una cosa indeseable, que resulte en vergüenza suya. Siguen este consejo de Dios: “Compra la verdad misma y no la vendas... sabiduría y disciplina y entendimiento.”—Pro. 23:23.

ESPÍRITU Y MOTIVO APROPIADOS AL DAR CONSEJO Y CENSURA

El consejo a veces puede incluir censura. La raíz hebrea para “censura” tiene este significado: ‘decidir cosas, enderezar cosas.’ La censura, en el sentido bíblico, es en sí dejar demostrado o probado bondadosa y francamente lo que es correcto y lo que es incorrecto en una cuestión. Dependiendo de las circunstancias y la actitud de la persona censurada, pudiera venir acompañada de reprensión o sin ella.

El apóstol reveló el espíritu apropiado de la persona que da consejo cuando habló de la responsabilidad de los ancianos en la congregación cristiana: “Hermanos, aun cuando un hombre da algún paso en falso antes de darse cuenta de ello, ustedes que tienen las debidas cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, a la vez que tú te vigilas, cada uno, por temor de que tú también seas tentado.”—Gál. 6:1.

Por lo tanto, si un anciano ve que un hermano cristiano, como resultado de inexperiencia o mal juicio, emprende un derrotero que bien puede tener un fin indeseable, no se irá sencillamente por otro lado y dejará que su hermano sufra las consecuencias. Tampoco le dará una azotaina con la lengua. Más bien, está obligado por amor a señalarle a su hermano el peligro, falta de sabiduría o mal de su derrotero o de su modo de pensar, y hacerlo con un espíritu de apacibilidad.

Por consiguiente, el motivo al dar censura es ayudar a la persona censurada. También el que censura se interesa en mantener la paz y un espíritu saludable en la congregación. Al recipiente de la censura, si la acepta apropiadamente, se le salva de meterse en dificultades y perder favor a los ojos de Dios. Cambiará, será reajustado.

¿QUÉ HAY SI EL CONSEJO DUELE?

Pero ¿qué hay si a usted le parece que cierto consejo que se le ha administrado es desacertado, quizás simplemente la opinión del consejero? Antes de pasar por alto el consejo, considere su propia actitud. ¿Está usted tratando de agradarse usted mismo, o agradar a Dios? Puede ser que su derrotero no sea incorrecto en sí mismo. Pero ¿es usted indiferente en cuanto al efecto que tenga en otros? El apóstol nos recuerda: “Nosotros . . . que somos fuertes debemos soportar las debilidades de los que no son fuertes, y no estar agradándonos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para su edificación.”—Rom. 15:1, 2.

Para guiar nuestro derrotero de manera agradable a Dios, Pablo también dijo: “Todas las cosas son lícitas; pero no todas las cosas son ventajosas. Todas las cosas son lícitas; pero no todas las cosas edifican.” (1 Cor. 10:23) Dentro del alcance de la ley cristiana hay una extensa latitud de acción y el cristiano tiene que decidir muchos asuntos según su conciencia cristiana. Pero también tiene que considerar las conciencias de otros. No todas las cosas lo edifican a él mismo o a otros. Esas cosas bien pudieran sacrificarse, especialmente cuando el amor y la paz están en peligro.

A veces quizás se dé consejo, no tocante a maldad, sino para que uno mejore, para que adelante. Digamos que a usted se le aconsejara en cuanto a la calidad de su lectura pública. Esto pudiera venirle como una sacudida, si pensaba que leía muy bien. ¿Qué hará? ¿Por qué no averiguar precisamente dónde hay falla en su lectura y qué la mejorará? Ciertamente ninguno de nosotros es lector perfecto... se reconoce que hay lugar para mejorar. Practique la lectura. Antes de efectuar lectura pública, prepárese buscando la pronunciación y el significado de las palabras, considere los significados de las oraciones y el énfasis que comunica sentido, etcétera. Su lectura de seguro mejorará, y usted disfrutará más de ella.

O quizás se le aconseje que sea más amigable con otros. Quizás en su propio corazón usted piense que tiene una personalidad amigable. Pero evidentemente esto no se le manifiesta a otros. Bueno, reciba el consejo como un consejo que tiene algún fundamento; esfuércese por interesarse más en otros; sea más extrovertido, más expresivo, más apreciador. No solo establecerá mejores amistades, sino que su propio espíritu mejorará, y usted será más feliz.

Aunque el consejo lo lastime profundamente, acuérdese del ejemplo de David. Él recibió mucha disciplina, pero Dios lo estaba entrenando para cosas mayores. David dijo, por experiencia: “Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza.” (Sal. 141:5, Versión Valera) Aunque el consejo de un hermano sea difícil de aceptarse, no lo matará a uno, ni física ni espiritualmente, sino que puede resultar como aceite confortante, refrescante. Si usted lo toma a pechos, experimentará el cumplimiento del proverbio que dice: “El que guarda una censura es el que es glorificado.”—Pro. 13:18; Heb. 12:11.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • Español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir