Ponderando las noticias
El K.K.K. adquiere un nuevo elemento
● El Ku Klux Klan comenzó en la parte meridional de los Estados Unidos después de la Guerra Civil y efectuó una guerra secreta contra políticos del Norte y contra los libertos. Con el tiempo el Klan casi desapareció, pero fue reorganizado después de la I Guerra Mundial. El líder entonces era el coronel William J. Simmons, predicador y promotor de órdenes fraternales. El Klan entonces profesaba devoción a la ‘protección de la mujer y a la supremacía de los protestantes blancos.’ A su hostilidad para con la raza negra, el nuevo Klan agregó fuerte prejuicio para con los católicos, los judíos y los extranjeros.
Es sorprendente, por lo tanto, que un artículo por el profesor católico John E. Fitzgerald presente evidencia de que hay un número considerable de miembros católicos en el Klan moderno. Se dice, escribe él, que “casi la mitad de los miembros de Luisiana son católicos romanos.” ¿A qué se debe este cambio? Él sugiere que las preocupaciones debidas al incremento en la delincuencia, junto con prejuicio racial, es la razón para que haya miembros católicos. Sin embargo, profundizando más, agrega que hasta cierto grado “se pudiera criticar a nuestro clero católico por no aclarar la distinción entre la filosofía encallecida y corrosiva del Klan y las enseñanzas compasivas del cristianismo.” Él cree que cualquier solución a esta situación tiene que “comenzar con individuos concienzudos que estén resueltos a seguir el desafío original del cristianismo como modo de vivir.”
Un buen comienzo sería aceptar la declaración inspirada de la Biblia de que Dios “hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para morar sobre la entera superficie de la tierra,” y las palabras inspiradas del apóstol Pedro de que “Dios no es parcial, sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto.”—Hech. 17:26; 10:34, 35.
El alcoholismo y los judíos
● Entre los hebreos de los tiempos bíblicos el vino solía acompañar el alimento. (Gén. 27:25) Se convirtió en rasgo normal de la celebración de la Pascua judía. ¿Resultó esto en una elevada incidencia de borrachera entre el pueblo judío? No, la evidencia indica lo contrario, y eso sigue siendo cierto hasta este día. Así, un informe reciente menciona un estudio que efectuó una universidad en cuanto a la proporción del alcoholismo entre los judíos de los EE. UU. Este muestra que, mientras que el alcoholismo afecta a una persona entre 14 de la población general, solo afecta a uno de cada 200 judíos. El informe declara, entre otras cosas, que el estudio atribuyó la proporción baja de alcoholismo entre los judíos a “estrechos vínculos de familia y al hecho de que el vino es un símbolo religioso y se bebe por primera vez temprano en la vida.”
¿Dulce caridad. . . ?
● La gente de los Estados Unidos donó unos 25.100 millones de dólares a la caridad en 1974, según una fuente de información. ¿Cuánto de todo ese dinero en realidad rinde un servicio caritativo?
No tanto como muchos piensan o a la mayoría le gustaría, según un artículo de “The National Observer.” Con frecuencia hasta de 40 a 50 por ciento, o aun más, del dinero que se recoge va a dar —no a los necesitados— sino a los que promueven la caridad. Los salarios de la administración pueden llevarse una porción de alcance considerable, como en el caso del vicepresidente de una prominente organización ‘caritativa’ que recibe un salario de 52.000 dólares al año. Organizaciones caritativas, incluso religiosas, a menudo emplean a recabadores de fondos profesionales, y los honorarios de éstos pueden ser exorbitantes. Una organización policíaca empleó a una de esas agencias, pero, de unos 220.000 dólares que ésta consiguió, el grupo policíaco solo recibió unos 25.000 dólares. El resto fue a dar a gastos y honorarios de los recabadores de fondos. Además de todo esto, hay muchas organizaciones fraudulentas que funcionan bajo el disfraz de la caridad y el cálculo más conservador sitúa sus “ingresos” en 250 millones de dólares al año tan solo en los Estados Unidos.
El dar como expresión de amor al prójimo es una cualidad cristiana. Pero la prudencia requiere que se ejerza cuidado si queremos que nuestro dar realmente beneficie a los que lo necesitan.