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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1976
w76 15/10 págs. 639-640

Preguntas de los lectores

● ¿Cómo hemos de entender el hecho de que aparentemente Oseas se retrajo de tener relaciones sexuales con Gomer, su esposa restaurada?—Ose. 3:3.

La Atalaya del 15 de agosto de 1976, página 507, párrafo 25, comenta sobre este versículo e indica que Oseas estaba disciplinando a su esposa restaurada “con restricciones sexuales, incluso, evidentemente, el retraerse él mismo de darle atenciones maritales.” El sentido bíblico en el hebreo apoya esta conclusión de que por parte de Oseas hubo un retraerse de las relaciones sexuales.

La Traducción del Nuevo Mundo vierte Oseas 3:3 según el hebreo literal. “Entonces le dije: ‘Por muchos días [un espacio de tiempo no especificado] morarás como mía. . . . No debes llegar a pertenecer a otro hombre; y yo también ciertamente seré para ti.’” ¿Qué parece significar esta última frase: “Yo también ciertamente seré para ti”? Tal como a la esposa restaurada, Gomer, se le prohibía que tuviera relaciones adulterinas con todo otro hombre, así igualmente Oseas sería de esa manera para con ella también, de modo que no tendría relaciones sexuales con ella por un tiempo. Note que otras traducciones bíblicas hacen aun más claro el hecho de que Oseas habría de retraerse de tener relaciones sexuales con ella por un tiempo: “Tampoco seré tuyo” (Jewish Publication Society, 1917), “y yo haré lo mismo contigo” (Biblia de Jerusalén), “ni yo mismo me acercaré a ti” (An American Translation), “ni te entregarás a ningún hombre, y yo haré lo mismo respecto de ti” (Straubinger).

¿Qué razón hubo, entonces, para esta restricción? Misericordiosamente Oseas había recibido de regreso a su “esposa de fornicación,” la había recomprado por el precio de un esclavo y la había perdonado. Sin embargo, Oseas tenía un interés natural en que su esposa se sometiera a un período de purificación matrimonial. Este sería un tiempo de limpieza durante el cual Gomer había de permanecer en una condición de detención, en inacción conyugal, apartada del coito hasta con Oseas su esposo legal.

¿Cómo se reconcilia esto con 1 Corintios 7:2-5, donde dice que el esposo y la esposa no han de privarse el uno al otro de su débito sexual salvo por consentimiento mutuo? Lo que sucedió aquí en el caso de Oseas no debe tomarse como modelo para que los cónyuges cristianos se nieguen las relaciones sexuales el uno al otro como forma de acción punitiva personal. Más bien, el caso de Oseas y Gomer demuestra una forma de misericordia por parte del cónyuge que perdona cuando ha habido infidelidad en el matrimonio. El cónyuge inocente acepta el regreso del cónyuge verdaderamente arrepentido como uno limpio.

De manera similar, como lo representaron Oseas y su esposa, Jehová volvió a recibir a la infiel Israel en el tiempo de restauración que siguió a 537 a. de la E.C. y entonces la purificó, A Israel se le prohibió establecer relación adulterina nuevamente con príncipes gentiles o sacerdotes idólatras u otros enseres de la adoración de ídolos. Jehová mismo se retrajo de nombrar a un rey no davídico para que se sentara sobre trono alguno hasta que viniera el Mesías, el rey legítimo. (Eze. 21:27) Por consiguiente, durante un período de purificación el resto disciplinado, arrepentido, del Israel natural se puso a esperar pacientemente a su Libertador Mesiánico que los libraría del control gentil.

Así mismo, desde 1919 en adelante el resto del Israel espiritual verdadero que temblaba, que se estremecía, fue introducido en un pacto renovado, o relación de matrimonio renovada, con Jehová. En armonía con ello, se les apartó de toda comisión de adulterio espiritual con apóstatas, gobernantes o sacerdotes, como lo que la cristiandad persiste aún en hacer adulterinamente. Solo después de un período de purificación fue que Jehová restauró la intimidad estrecha con el resto del Israel espiritual. Finalmente, el resto llegó a darse cuenta de que Jehová de veras era su amoroso protector marital y que ellos estaban en una relación segura con él bajo el nuevo pacto, del cual Jesucristo es el Mediador.—1 Tim. 2:5, 6.

● Si un cristiano tiene que testificar en un tribunal, ¿es correcto que ponga la mano sobre la Biblia y jure decir toda la verdad?

No hay ningún inconveniente bíblico a proceder así, aunque cada persona tiene que decidir si acatará esto o pedirá que se le exima de ello.

Ha sido extensa la práctica de prestar juramento mientras se toca algún objeto que se considera sagrado. Por ejemplo, los griegos antiguos levantaban la mano al cielo o tocaban un altar mientras prestaban juramento. Entre los romanos un jurado sostenía una piedra en la mano y juraba que si estaba mintiendo Júpiter debería desecharlo a él como él entonces desechaba la piedra.

Aquellos actos manifestaban la inclinación interna de la humanidad a reconocer que hay un poder divino ante el cual la humanidad es responsable y que observa lo que se dice y se hace. Ciertamente los adoradores del Dios verdadero, Jehová, reconocían esto. Y la Biblia muestra que prestaban juramentos, en la presencia de Dios, por decirlo así, o con él como testigo. (2 Sam. 3:35; 1 Rey. 2:23, 24; Rut 3:13; Jer. 38:16) Los adoradores verdaderos también permitían que otros los pusieran bajo juramento.—Gén. 21:22-24; Mat. 26:63.

Algunas veces, cuando se prestaba juramento ante Jehová, el que juraba también hacía un ademán acompañante. El ángel que le habló al profeta Daniel “procedió a levantar su mano derecha y su mano izquierda a los cielos y a jurar por Aquel que está vivo para tiempo indefinido.” (Dan. 12:7; Gén. 14:22) Hasta Dios, refiriéndose a sí mismo simbólicamente, dijo que levantaba la mano en juramento. (Isa. 62:8; Deu. 32:40) Otro ademán que evidentemente se usaba para confirmar un juramento era el de colocar la mano bajo la cadera o muslo de la otra persona.—Gén. 24:2, 3, 9; 47:29-31.

Por supuesto, un cristiano verdadero no tiene que prestar juramento a fin de apoyar toda declaración que haga en la vida cotidiana. Su Sí debe significar Sí, y su No, No. (Mat. 5:33-37; Sant. 5:12) Pero si en el tribunal se le pide que jure que su testimonio es verdadero, pudiera pensar que puede prestar tal juramento. O quizás se le permita hacer una afirmación de que no está mintiendo.—Gál. 1:20.

Cuando el proceder en la sala del tribunal es el de levantar la mano o poner una mano sobre la Biblia al jurar, el cristiano puede optar por obedecer, teniendo presentes los ejemplos bíblicos de acompañar un juramento con un ademán. Pero más importante que el que uno haga cierto ademán con su juramento es el hecho de que está jurando ante Dios decir la verdad. Ese juramento es serio. Por eso, si a un cristiano le parece que puede y debe contestar una pregunta que se le haga en tales circunstancias, entonces está bajo juramento de decir la verdad.

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