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  • ¿Está usted dispuesto a prestar atención?

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  • ¿Está usted dispuesto a prestar atención?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 15/6 págs. 370-372

¿Está usted dispuesto a prestar atención?

“SER presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira” es buen consejo, el cual, si se siguiera, le ahorraría desconsuelo a muchas personas.—Sant. 1:19.

Esta admonición de oír o prestar atención provino de una persona que sabía lo que quería decir tanto el prestar atención como el no prestar atención. Fue medio hermano de Jesucristo. Durante sus primeros años sin duda se crió con Jesús y conocía sus excelentes cualidades, su amor, su humildad y comprensión. Se pudiera pensar que Santiago y su hermano Judas (que escribió el libro bíblico de Judas) deberían haber estado entre los primeros que llegaran a ser seguidores y apóstoles de Jesús. Pero no fue así.

El apóstol Juan ha registrado para nosotros lo que sucedió unos seis meses antes de la muerte de Jesús. Escribió:

“Le dijeron sus hermanos [los de Jesús]: ‘Sal de aquí y ve a Judea, para que tus discípulos también contemplen las obras que haces. Porque nadie hace cosa alguna en secreto mientras él mismo procura ser conocido públicamente. Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo.’ Sus hermanos, de hecho, no ejercían fe en él.”—Juan 7:3-5.

Parece que no fue sino hasta después de la muerte y resurrección de Jesús que estos medio hermanos suyos repasaron las cosas que habían oído pero a las cuales no habían prestado atención, y ahora llegaron a la conclusión de que él en realidad era el Mesías. Pero el no haber prestado atención durante la vida de él les costó la oportunidad y gozo de servir con él y de que Jesús les enseñara directamente durante los tres años y medio en que predicó las buenas nuevas. Solo fue debido a la bondad inmerecida de Jehová y de Jesús mismo que finalmente se les abrieron los ojos y fueron aceptados como seguidores de Cristo y hechos sus hermanos espirituales.

¿Cómo presta atención usted, especialmente cuando Dios le habla por medio de su Palabra? ¿O cuando uno de sus representantes, un superintendente u otro hermano fiel, habla? ¿Toma usted a pechos la información, captando el sentido de ella y aplicándosela? El proverbio dice: “Escucha el consejo y acepta la disciplina, a fin de que te hagas sabio en tu futuro.” (Pro. 19:20) Y el rey David, que fue sometido a fuerte disciplina, escribió: “Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza.”—Sal. 141:5, Versión Valera.

LOS SUPERINTENDENTES DEBEN PRESTAR ATENCIÓN

Quizás usted ocupe una posición de superintendencia. ¿Cómo presta atención a otros? Puede que sea un superintendente en la congregación cristiana o quizás supervisor o sobrestante de un proyecto de trabajo. Cuando alguien que está bajo su superintendencia viene a usted con una sugerencia, un problema o una petición, ¿está usted ‘demasiado ocupado’ para prestar atención? ¿O despide usted a la persona como si lo que estuviera diciendo no fuera digno de su consideración? Quizás hasta ‘despida con risa’ su petición y le reste importancia. O quizás su norma sea recibir su petición primero con un “No” expresado con brusquedad en vez de estar dispuesto a considerarla.

Si usted hace estas cosas, realmente no está capacitado como superintendente. Usted no es abordable. Está obrando de manera terca, de manera contraria a los requisitos que se manifiestan para los superintendentes en Tito 1:7: “El superintendente tiene que ser libre de acusación como mayordomo de Dios, no terco.”

También, del superintendente se requiere que se adhiera “firmemente a la fiel palabra en lo que toca a su arte de enseñar.” (Tito 1:9) Pero, si la persona que lo aborda a usted está equivocada en su sugerencia, problema o petición, el que usted la despida sin prestarle atención y sin razonar en pro o en contra sobre el asunto ciertamente no le ha enseñado. De hecho, usted ha hecho que esa persona quede más convencida de que tiene razón. Probablemente se sienta muy deprimida en espíritu y renuente a acudir a usted más tarde para consultarle sobre otros asuntos. Quizás hasta hable a otros colaboradores acerca del trato inconsiderado que recibió de usted, lo cual los alejará también de abordarlo a usted en el futuro.

El que tiene responsabilidades de supervisión debe darse cuenta de que “hay salvación en la multitud de consejeros.” (Pro. 11:14) Esto a menudo puede impedir que uno cometa un error grave. Jehová Dios el Creador es la única persona que no necesita consejo de nadie. (Isa. 40:13, 14; Rom. 11:33-36) Como superintendente usted puede recibir mucha ayuda al considerar asuntos con otros. Puede obtener nuevas ideas. También, puede mantenerse ‘en contacto’ con lo que está sucediendo y con el sentir de los que trabajan con usted. Al prestar atención a un problema o petición, considerándolo cabalmente desde todo ángulo, quizás pueda evitar problemas mucho más grandes después.

Moisés fue caudillo nombrado por Dios sobre unos tres millones de personas. Sin embargo no consideró que le restaba a su dignidad el prestar atención a su suegro Jetro. A sugerencia de Jetro, Moisés nombró hombres como jefes de modo que él mismo no tuviera que llevar toda la carga de tomar todas las decisiones y juzgar todas las disputas.—Éxo. 18:13-26.

Hasta Jehová Dios prestó atención a la intensa y sincera petición de Abrahán. Aquí no se trataba de que Abrahán estuviera dando consejo, o añadiéndole algo al conocimiento de Jehová. Jehová estaba prestando atención a la súplica que le presentaba Abrahán a favor de cualesquier personas justas que pudieran estar en Sodoma. Por supuesto, estaba enteramente en armonía con la disposición misericordiosa de Jehová el que ningún justo llegara a ser muerto junto con los inicuos. Pero puede notarse que aquí, como en muchos otros casos, Jehová otorgó dignidad a su siervo como amigo y colaborador al prestar atención pacientemente y conceder la petición de Abrahán, aunque más tarde la evidencia manifestó que no había ni siquiera diez hombres justos en Sodoma.—Gén. 18:20-33; 15:5; compare con Josué 10:12-14.

Esposos, aunque ustedes son cabeza de su casa, deben prestar atención a su esposa como a ‘socio subalterno.’ Se debe dar consideración respetuosa a lo que diga. Para un matrimonio feliz, hay que conversar sin reserva acerca de las cosas. De modo similar debe ser con los hijos; se les debe prestar la misma atención a sus preguntas y problemas que a los de los adultos. Esto edificará confianza y grupos de familia muy unidos.—1 Ped. 3:7; Efe. 6:4.

PESE LAS PALABRAS DE OTROS CON DISCERNIMIENTO

Es importante, también, el poder discernir cuándo prestar atención y obrar en armonía con el consejo o llamamiento de otro. Adán fue el cabeza de su casa, pero no ejerció jefatura apropiada. Debió haber demostrado lealtad inquebrantable primero a Dios, a quien le debía todo. Pero, como más tarde Jehová le dijo a Adán: “Porque escuchaste la voz de tu esposa y te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este mandato: ‘No debes comer de él,’ . . . con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado.”—Gén. 3:17-19.

Es esencial ejercer cuidado sobre a quién le presta uno atención para obtener guía. En la congregación cristiana es bueno buscar a los que tienen experiencia y que han servido a Jehová Dios firmemente. El mandamiento bíblico es: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre ustedes, los cuales les han hablado la palabra de Dios, y al contemplar detenidamente en lo que resulta la conducta de ellos, imiten su fe.”—Heb. 13:7.

El prestar atención a quienes no se debe puede acarrear la muerte, o hasta resultar en la derrota de una nación. El rey Joás de Judá prosperó mientras prestó atención al sabio y fiel sumo sacerdote Joiada, pero después de la muerte de Joiada, Joás, en vez de seguir este buen consejo, acudió a los príncipes de Judá, que eran idólatras. Al prestar atención al mal consejo de ellos, en oposición a la palabra de Dios, Joás quedó bajo responsabilidad de asesinato, causó derrota ignominiosa para la nación de Judá y, finalmente, se acarreó enfermedades y asesinato.—2 Cró. 24:17-25.

Antes de ese tiempo, el hijo de Salomón, Roboam, rey sobre las doce tribus de Israel, perdió diez de las tribus de su dominio porque, en vez de escuchar a los hombres de mayor edad que habían sido consejeros sabios de su padre, Salomón, escuchó a jóvenes con quienes se había criado. Ellos le aconsejaron al rey que rehusara tomar en consideración la súplica del pueblo, y que, más bien, se hiciera más severo, opresivo e inabordable. Al seguir este consejo Roboam produjo en esta nación una división que jamás sanó, y ése fue un factor en el hecho de que las diez tribus se precipitaran en la idolatría.—1 Rey. 12:1-20.

Usted pudiera meterse en verdadero peligro de seguir un proceder incorrecto al solo prestar atención a los que estuvieran estrechamente relacionados con usted por vínculos de familia o amistad, o a los que se abstuvieran de corregirlo debido a alguna ventaja que pudieran obtener de usted. Sean quienes sean éstos, no hay excusa, si usted es cristiano, para apartarse de la Fuente de la sabiduría, Jehová.—Pro. 2:6-9.

Si alguien, de manera disimulada o con franqueza, tratara de inducirlo a usted a desviarse de la Palabra de Jehová o de la congregación cristiana, la cual es “columna y apoyo de la verdad,” usted debe rechazar a esa persona inmediatamente. (1 Tim. 3:15) El apóstol Pablo declaró la regla: “Aunque nosotros o un ángel del cielo les declarara como buenas nuevas algo más allá de lo que nosotros les declaramos como buenas nuevas, sea maldito.” (Gál. 1:8) Antes de que Israel entrara en la Tierra Prometida, Moisés le dijo al pueblo congregado: “En caso de que tu hermano, el hijo de tu madre, o tu hijo o tu hija o tu esposa estimada o tu compañero que es como tu propia alma, tratare de atraerte seductoramente en secreto, diciendo: ‘Vamos y sirvamos a otros dioses,’ . . . no debes acceder a su deseo ni escucharle, ni debe tu ojo sentirse apenado por él, ni debes sentir compasión, ni cubrirlo protectoramente . . . porque ha tratado de apartarte de Jehová tu Dios.”—Deu. 13:6-10.

Pero para con los que vienen a usted en sinceridad, ya sea para pedirle algo o para corregirlo, usted jamás debe abstenerse de ejercer las excelentes cualidades de misericordia y consideración que Jehová despliega. También debe ser humilde, con el deseo, de todo corazón, de agradar a Jehová sobre todas las cosas. (Juan 8:29) Al proceder así, verdaderamente estará siguiendo este consejo del apóstol Pablo: “En cuanto a mostrarse honra los unos a los otros lleven la delantera.”—Rom. 12:10.

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