¿Qué quiso decir el sabio?
Sea equilibrado en el trabajo
El que una persona esté dispuesta a trabajar arduamente, y lo haga con aptitud, sin duda es digno de encomio. Pero el trabajo duro y la pericia sobresaliente no necesariamente producen satisfacción. Escribió el sabio rey Salomón: “Yo mismo he visto todo el duro trabajo y toda la pericia sobresaliente en el trabajo, que significa la rivalidad de uno para con otro; esto también es vanidad y un esforzarse tras el viento.”—Ecl. 4:4.
Uno pudiera trabajar duro y hábilmente, no solo para efectuar algo que valiera la pena, sino también para superar a otros en pericia sobresaliente y productividad. Cuando personas que trabajan hombro a hombro son movidas por un deseo de probar que son mejores que sus colaboradores, es entonces cuando la competencia y la rivalidad reemplazan la cooperación amigable. Se pudieran desarrollar sentimientos de mala voluntad y envidia. Se pudiera llegar a conclusiones incorrectas en las cuales se pasaran totalmente por alto las limitaciones de otros. Así, todo trabajo con la mira de eclipsar a otros es un “esforzarse tras el viento,” tras la vacuidad. El resultado final es sumamente indeseable. El sabio evita esto.
Sin embargo otro extremo que se debe evitar es la pereza crasa. “El estúpido,” dijo Salomón, “está cruzando sus manos y está comiendo su propia carne.” (Ecl. 4:5) En vez de usar sus manos en trabajo productivo, el perezoso cruza las manos y hace tan poco como le es posible. Es estúpido porque su inactividad lo lleva a la carencia. Privado de alimento apropiado y otras cosas necesarias debido a su indolencia, pone en peligro su salud y por lo tanto puede morir prematuramente. Al perjudicarse así, se ‘alimenta de su propia carne.’
Puesto que tanto el trabajo competitivo afanoso como la pereza son indeseables, ¿cuál es el punto de vista equilibrado del trabajo? Declaró Salomón: “Mejor es un puñado de descanso que un puñado doble de duro trabajo y esforzarse tras el viento.”—Ecl. 4:6.
El proceder sabio es evitar embeberse tanto en el trabajo afanoso que no haya tiempo para disfrutar del fruto del trabajo. Esto significa estar contento con lo que uno tiene. Simplemente no hay descanso para la persona que nunca está satisfecha. Su vida está llena de cuidados y ansiedades en cuanto a sus logros materiales y cómo podría conseguir siempre más de lo que tiene.
Está en mucho mejores circunstancias la persona que se contenta con menos. No teme utilizar sus recursos y disfrutar del alimento y la bebida así como de recreación sana. También se interesa en otros y con gusto ayuda a los que verdaderamente lo necesitan. Esto está en armonía con el consejo bíblico: “Que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que es buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad.” (Efe. 4:28) ¿Está usted entre los que están disfrutando de “un puñado, de descanso” como resultado de este punta de vista equilibrado del trabajo?
La inhumanidad del hombre para con el hombre
Por mucho tiempo la familia humana ha experimentado terrible opresión e injusticia. Basándose en sus observaciones hechas hace casi 3.000 años, el rey Salomón escribió: “Yo mismo me volví para poder ver todos los actos de opresión que se están haciendo bajo el sol, y, ¡mira! las lágrimas de los que estaban siendo oprimidos, pero no tenían consolador; y de parte de sus opresores había poder, de modo que no tenían consolador. Y felicité a los muertos que ya habían muerto más bien que a los vivos que vivían todavía. De modo que mejor que ambos es el que todavía no ha llegado a ser, que no ha visto la obra calamitosa que se está haciendo bajo el sol.”—Ecl. 4:1-3.
Evidentemente al principio Salomón solo había notado de paso la inhumanidad del hombre para con el hombre. Sin embargo, ‘al volver,’ es decir, al reconsiderar el asunto, quedó aterrado por lo grande que era en realidad la opresión. Debido a que los opresores tenían el poder o la autoridad, a los oprimidos se les obligaba a aguantar su situación lastimera sin que nadie les ofreciera simpatía ni consuelo. Tan angustiosa era la situación, que Salomón llegó a la conclusión de que los muertos estaban en mejores circunstancias, pues ya no tenían que sufrir los efectos perjudiciales de la injusticia. Considerado desde este punto de vista, el que no ha nacido está en mejores circunstancias todavía, porque no tiene que ver ni experimentar en absoluto esta terrible calamidad.
¡Con cuánto vigor ilustra esto lo incapacitado que está el hombre en cuanto a erradicar la injusticia y la tiranía! Ni siquiera el rey Salomón, con toda su sabiduría y autoridad, podía acabar con la miseria que brota de la imperfección humana. Solo Jehová Dios, por medio de Jesucristo, puede hacer esto. Ciertamente son buenas nuevas Su promesa de eliminar la angustia al tiempo que es más apropiado para todo el que eso necesita.—Rev. 21:3, 4.