BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w77 15/4 págs. 227-231
  • Base para fe en Dios

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Base para fe en Dios
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • LA VERDADERA FE EN DIOS EXIGE UNA REVELACIÓN DIVINA
  • “Unidades arquitectónicas del universo”
    ¿Existe un Creador que se interese por nosotros?
  • ¿Surgieron los elementos químicos por casualidad?
    ¡Despertad! 2000
  • Fortalezcamos nuestra fe en el Creador
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (estudio) 2021
  • Fe en la fe—¿es ésa su fe?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1961
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 15/4 págs. 227-231

Base para fe en Dios

ENTRE las definiciones que un diccionario da para fe está la de “creencia firme y sin examen en algo para lo cual no hay prueba.” Pero, en realidad, esa definición describe con mayor exactitud la credulidad, la disposición a creer sin importar si hay evidencia que apoye esa creencia o no. En realidad la credulidad no es fe. La fe en Dios el Creador que la Biblia exige, y para la cual también suministra la base, es una fe fundada en evidencia clara y razonamiento sólido.

Se dice que los científicos tienen fe en los principios fundamentales que gobiernan sus campos particulares de conocimiento. El agricultor obra según lo que pudiera llamarse fe en la regularidad de las estaciones del año. Y muchos otros ejemplos pudieran darse como muestra de que los hombres ponen su confianza y fe en lo confiable y regular de los ciclos y leyes naturales que gobiernan el universo. En realidad, esta regularidad es en sí misma un argumento a favor de la existencia de un Creador personal inteligente. Fundándose en estas leyes naturales para medir el movimiento de ciertos cuerpos celestes, unos astrónomos pudieron determinar la existencia y ubicación de ciertos planetas antes de que siquiera se les viera. De manera similar, debido a la regularidad de lo que se llama la escala periódica que rige a todos los elementos químicos, ciertos científicos pudieron determinar la existencia de elementos específicos, y describir sus propiedades, antes de que siquiera se hubieran descubierto estos elementos. Por eso, ¿por qué no deberían los científicos, los agricultores y toda otra persona poner su confianza, sí, su fe, en el Hacedor de estas leyes naturales?

Según la Biblia usa el término “fe,” se pudiera decir que se relaciona con dos clases de cosas: Primero, con la certidumbre de cosas que se esperan, cosas que no se ven debido a que están en el futuro. Y, segundo, a fe en la existencia de seres de espíritu, que no son visibles a la vista humana porque no tienen cuerpos materiales; en otras palabras, fe en Dios y en sus promesas. Por eso leemos en Hebreos 11:1 (Versión Popular): “Tener fe, pues, es tener la completa seguridad de recibir lo que esperamos, y estar perfectamente convencidos de que algo que no vemos es la realidad.” Por eso se nos dice que los cristianos tienen que andar por fe y no por vista.—2 Cor. 5:7.

La contemplación del poder y la sabiduría que se manifiestan en la creación visible, incluso su orden y armonía, puede establecer una fe firme en que Dios existe. Toda persona razonable concordará en que todo efecto tiene una causa competente. Un reloj pulsera señala a la existencia de un relojero. Por eso, miremos a donde miremos en el universo, desde el ojo complicado de un insecto hasta las poderosas galaxias del espacio sideral, llegamos a la conclusión de que sencillamente tiene que existir un poderoso y sabio Hacedor, o Creador, de estas cosas.

Sin embargo, subsiste el hecho de que una gran cantidad de personas no creen en la existencia de Dios. Y puesto que muchas de estas personas son científicos, algunos individuos se apresuran a concluir que creer en la existencia de Dios el Creador es anticientífico. Pero no es así, como señaló en cierta ocasión un profesor de la Universidad de Pensilvania. Al considerar la credibilidad de los milagros que se mencionan en la Biblia, él dijo que un poder de Dios que todavía no hubiese sido reconocido por la ciencia pudiera dar cuenta de éstos. “La mayoría de los científicos no son cristianos,” pasó a decir, “pero no porque sean científicos. La mayoría de los negociantes o reporteros no son cristianos tampoco; de hecho, la mayoría de la gente no es cristiana.”

Es pertinente aquí un informe que salió hace unos años en el Journal-American de Nueva York. Declaró: “Por muchos años, por lo común se creyó que los científicos eran ateos. Sin embargo hoy, . . . cuando la ciencia es casi un modo de vivir, esta teoría ya no es válida. Esta semana, el Journal-American de Nueva York les pidió a ocho de los hombres de ciencia prominentes de la nación que dieran sus puntos de vista en cuanto a esta pregunta: ‘¿Creen los científicos en Dios?’ De sus respuestas, un concepto fundamental se destaca claramente: Algún Poder Divino, más allá del control del hombre, ha dado forma al universo. Originalmente la mayoría de estos científicos habían declarado lo que pensaban acerca de este asunto hace años. Desde entonces, ninguno ha visto razón alguna para cambiar de opinión.”

Wernher von Braun, perito en cohetes, y uno de los ocho a quienes se hizo referencia, respondió: “¿Por qué creo en Dios? Declarado sencillamente, la razón principal es ésta: Una cosa tan bien ordenada y perfectamente creada como lo son nuestra Tierra y universo tiene que tener un Hacedor, un diseñador magistral. Una cosa tan ordenada, tan perfecta, tan precisamente equilibrada, tan majestuosa como esta creación solo puede ser el producto de una Idea Divina. Tiene que haber un Hacedor; no puede ser de otro modo.”

Otro de los ocho científicos, el Dr. William Swann, reconocida autoridad sobre la radiación cósmica, se expresó de manera similar: “Al hombre de ciencia le gusta distinguir entre la realidad y la especulación. Pues considerando al universo en su totalidad, no puedo eludir la realidad de que tiene diseño inteligente. Por esto quiero decir que el universo muestra en escala magnífica la misma clase de relación recíproca en su funcionamiento y eficiencia de planeamiento que se esfuerza por lograr un ingeniero en sus empresas, que son inferiores.”

De manera similar, el científico Dr. Warren Weaver, que se encuentra entre los más destacados matemáticos estadounidenses, una vez declaró en una popular revista mensual: “Todo nuevo descubrimiento de la ciencia es una nueva revelación del orden que Dios ha construido en Su universo. Dios gana en dignidad y poder por medio de manifestaciones de Su razón y orden.”

Además hay el testimonio de sir Isaac Newton, a quien se ha llamado “la mayor mente científica que el mundo ha visto.” Para citar una biografía publicada recientemente, “el escrutinio de la naturaleza por Newton estaba dirigido casi exclusivamente a adquirir conocimiento de Dios” y “cultivaba la ciencia por lo que ésta podía enseñarles a los hombres acerca de Dios.” Todo este testimonio, que pudiera multiplicarse mil veces, está en armonía con las palabras inspiradas del apóstol Pablo en el sentido de que las “cualidades invisibles [de Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que [los que niegan la existencia de Dios, por palabra o acción] son inexcusables.”—Rom. 1:20.

LA VERDADERA FE EN DIOS EXIGE UNA REVELACIÓN DIVINA

Sin embargo, tengamos presente que el simplemente creer en que Dios existe no es suficiente. Eso no es lo mismo que tener una fe verdadera y viva en Dios mismo. Por ejemplo, los resultados de una encuesta publicada hacia fines de 1976 mostraron que el 76 por ciento de los australianos “creen en Dios.” Pero ¿creen ellos realmente en lo que Dios dice y en lo que Dios hace, o se limita su creencia a opinar que él existe? Según el escritor bíblico Santiago, hasta los ángeles inicuos, demonios o diablos, creen que Dios existe... y se estremecen. Obviamente no tienen fe en Dios. (Sant. 2:14, 19) La verdadera fe en Dios no envuelve simplemente creer en su existencia, sino también confiar en Dios como persona. Como lo expresa la Biblia: “Sin fe es imposible agradarle bien, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y [además] que viene a ser remunerador de los que le buscan encarecidamente.” (Heb. 11:6) La fe no envuelve solo la mente, sino también el corazón, sí, al hombre entero.

Obviamente, una fe sana y sólida en Dios exige que hagamos más que solamente estudiar el llamado “libro de la Naturaleza.” Por mucho que la “naturaleza,” la creación, pueda testificar de la majestad, sabiduría y poder del Creador, no puede contestar preguntas como: ¿Cuál es el nombre de Dios? ¿Por qué nos creó, y cuándo? ¿Qué propósito tiene la vida? ¿Qué destino final nos espera? ¿Qué deberes tenemos para con Dios y para con nuestro congénere? ¿Por qué se encuentra el mundo en tan confusa situación? ¿Y qué exige Dios de nosotros para que podamos pasar con vida a través del inminente desastre mundial que su Palabra predice?

Simplemente piense en esto: El Creador nos dio la facultad de razonar, de inquirir, de usar nuestra imaginación y de hacer preguntas como éstas. De seguro él no nos atormentaría por medio de dejarnos sin las respuestas, ¿verdad? Ciertamente Dios ha implantado en nuestro corazón y nuestra mente una sed de conocimiento, y ciertas clases de conocimiento que solo él puede suministrar. ¿No es razonable concluir que Dios satisfaría nuestra sed de conocimiento acerca de estas cosas? Después de todo, él nos creó con otros deseos naturales... de alimento y bebida, de belleza de vista y sonido y así por el estilo. Y ¿no ha sido provisión de él el que podamos, con debido esfuerzo, satisfacer estas variedades de hambre y sed? Además, el Creador proveyó todo lo que la creación bruta necesita. ¿Ama él menos a su creación humana inteligente? Es solo lógico pensar que él nos suministraría las respuestas... por medio de una revelación divina. La Biblia afirma que es tal cosa, y cuando la examinamos descubrimos que sí satisface los requisitos de una revelación divina.

Bien se ha llamado a la Biblia la antorcha de la civilización y de la libertad. Partes de ella como el Decálogo o los Diez Mandamientos, el Sermón del Monte y sus salmos y proverbios por sí solas bastarían para singularizarla como algo especial. Por ejemplo, frecuentemente se ha comparado a los Diez Mandamientos con el Código de Hammurabi, como si los Mandamientos tuvieran como patrón o modelo ese Código. Nada pudiera estar más alejado de la verdad. Estos Mandamientos ponen el énfasis en adorar a Jehová Dios; pero el Código de Hammurabi, en simples asuntos seglares. Y hasta en la manera en que se tratan los asuntos seglares hay gran diferencia. No solo sucede que los Diez Mandamientos prohíben el asesinato; también el resto de la ley mosaica hace obligatoria la pena de muerte para el asesinato deliberado y distingue entre asesinato y homicidio involuntario. (Núm. 35:9-34) En contraste, en el Código de Hammurabi, como señala la Encyclopædia Britannica, “una extraña omisión en el código es la del asesinato deliberado, y hay incertidumbre en cuanto a cómo se castigaba o quién infligía el castigo.” (Encyclopædia Britannica, 1971, tomo 11, página 43) Note también el último de los Diez Mandamientos: “No codiciarás.” (Éxo. 20:17, Versión Moderna) Esa ley es singular en los anales de la jurisprudencia. ¡Es una ley que llega hasta las mismísimas raíces del delito, y sin embargo el ponerla en vigor depende en gran medida del individuo mismo!

Lógicamente, la Biblia comienza con el relato de la creación. Se puede decir que previó el deseo de Alberto Einstein, quien una vez declaró: “Quiero saber cómo Dios creó este mundo. . . . Quiero conocer Sus pensamientos.” Aunque por lo común no es conocido este hecho, el relato bíblico de la creación está en armonía con el pensamiento de muchos científicos hoy.

Con relación a esto, note las palabras de uno de los geólogos de prominencia de los Estados Unidos, Wallace Pratt: “Si como geólogo tuviera que explicar brevemente nuestras ideas modernas del origen de la Tierra y el desarrollo de la vida en ella a un pueblo sencillo y pastoral, como las tribus a las cuales se dirigió el Libro de Génesis, difícilmente pudiera hacer algo mejor que seguir con bastante fidelidad gran parte del lenguaje del primer capítulo de Génesis.” Y en cuanto a la duración de los días de creación que se mencionan en Génesis, este científico pregunta, con percepción: “¿No se nos asegura, ciertamente, que con el Creador ‘un día es como mil años y mil años como un día?’” ¿Cómo pudiera el escritor del relato de Génesis haber obtenido esta información y entendimiento excepto por inspiración divina?

Más que eso, los escritores de la Biblia muestran un candor que da sello de autenticidad a sus relatos. Por eso nadie puede atribuirles ningún móvil oculto. Considere lo que la Biblia dice acerca de los errores y limitaciones de hasta grandes hombres de fe. Dice que Noé se emborrachó; que el patriarca Judá tuvo relaciones con una mujer de la cual pensó que era una ramera asociada con un templo; que Moisés perdió la calma; que David cometió errores, como sus relaciones adulterinas con Bat-seba, las cuales también resultaron en la muerte del esposo de ésta; y que hubo rivalidad entre los apóstoles de Jesús. Ciertamente cuando los escritos bíblicos describen con tanta franqueza, no solo las virtudes de estos hombres fieles, sino también sus faltas, llevan el sello de la honradez y la verdad.

¡Qué fiel a la realidad es el retrato de la naturaleza humana que se pinta en la Biblia! En seis mil años ha habido muy poco cambio. Por ejemplo, a principios del Registro Divino nos encontramos cara a cara con la falta humana de la envidia. El hijo primogénito de Adán y Eva mata a su hermano debido a una furia agitada por la envidia. Más tarde en la historia una envidia similar mueve a los medio hermanos de José a librarse de él. El rey Saúl envidia los triunfos y la popularidad de David hasta el punto de tratar de matarlo. El registro de la Biblia tiene el sonido de lo verdadero al tratar las realidades de la vida, en estos casos y en muchísimos otros.

Además, naturalmente pudiéramos esperar que la Biblia, como la revelación de Dios a la humanidad, fuera el libro de más amplia distribución —y estuviera en la mayor diversidad de idiomas— para que estuviera accesible a la mayor cantidad de las personas que viven en la Tierra. Y descubrimos que así es. Tan solo en 1975 se distribuyeron más de trescientos millones de ejemplares de la Biblia o partes de ella, y ahora la Biblia se puede conseguir en su totalidad o en parte en más de 1.575 idiomas.

Sin embargo, la razón más fuerte para que aceptemos la alegación de la Biblia de que es la Revelación Divina —una alegación que hace repetidamente— es el cumplimiento de tantas de sus profecías. Los profetas hebreos predijeron literalmente veintenas de los detalles acerca del nacimiento, las actividades públicas y la muerte de Jesucristo. Entre éstos están el lugar de su nacimiento, hechos relacionados con cuándo aparecería como el Mesías y su carrera pública por tres años y medio, cómo se le recibió, así como detalles de su muerte y resurrección.a Y nótese que tal como fe en Dios significa tener fe en su Palabra, la Biblia, así fe en la Biblia significa tener fe en Jesucristo como el Salvador de la humanidad y el Rey del reino de Dios.

[Nota]

a Gén. 49:10; Isa. 53; Dan. 9:26; Miq. 5:2; Zac. 9:9; 11:12; 13:7.

[Comentario de la página 231]

‘La razón más fuerte para que aceptemos la alegación de la Biblia de que es la Revelación Divina es el cumplimiento de tantas de sus profecías.’

[Ilustración de la página 227]

Hasta Darwin reconoció lo siguiente: “El suponer que el ojo . . . pudiera haberse formado por selección natural, parece, y lo confieso francamente, absurdo hasta el más alto grado.”—“The Origin of Species,” pág. 190

[Tabla de las páginas 228 y 229]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Aquí se muestra información tomada de la Tabla Periódica de los Elementos. Por la uniformidad de la materia, los científicos pudieron percibir la existencia de ciertos elementos específicos, y describir sus propiedades, antes de que siquiera se les hubiera aislado. ¿Se produjo por accidente tal uniformidad de la materia?

1 Hidrógeno 1

2 Helio 2

3 Litio 2-1

4 Berilio 2-2

5 Boro 2-3

6 Carbono 2-4

7 Nitrógeno 2-5

8 Oxígeno 2-6

9 Flúor 2-7

10 Neón 2-8

11 Sodio 2-8-1

12 Magnesio 2-8-2

13 Aluminio 2-8-3

14 Silicio 2-8-4

15 Fósforo 2-8-5

16 Azufre 2-8-6

17 Cloro 2-8-7

18 Argón 2-8-8

19 Potasio 2-8-8-1

20 Calcio 2-8-8-2

21 Escandio 2-8-9-2

22 Titanio 2-8-10-2

23 Vanadio 2-8-11-2

24 Cromo 2-8-13-1

25 Manganeso 2-8-13-2

26 Hierro 2-8-14-2

27 Cobalto 2-8-15-2

28 Níquel 2-8-16-2

29 Cobre 2-8-18-1

30 Cinc 2-8-18-2

31 Galio 2-8-18-3

32 Germanio 2-8-18-4

33 Arsénico 2-8-18-5

34 Selenio 2-8-18-6

35 Bromo 2-8-18-7

36 Criptón 2-8-18-8

37 Rubidio 2-8-18-8-1

38 Estroncio 2-8-18-8-2

39 Itrio 2-8-18-9-2

40 Circonio 2-8-18-10-2

41 Niobio 2-8-18-12-1

42 Molibdeno 2-8-18-13-1

43 Tecnecio 2-8-18-13-2

44 Rutenio 2-8-18-15-1

45 Rodio 2-8-18-16-1

46 Paladio 2-8-18-18-0

47 Plata 2-8-18-18-1

48 Cadmio 2-8-18-18-2

49 Indio 2-8-18-18-3

50 Estaño 2-8-18-18-4

51 Antimonio 2-8-18-18-5

52 Telurio 2-8-18-18-6

53 Yodo 2-8-18-18-7

54 Xenón 2-8-18-18-8

55 Cesio 2-8-18-18-8-1

56 Barío 2-8-18-18-8-2

57 Lantano 2-8-18-18-9-2

58 Cerio 2-8-18-20-8-2

59 Praseodimio 2-8-18-21-8-2

60 Neodimio 2-8-18-22-8-2

61 Promecio 2-8-18-23-8-2

62 Samario 2-8-18-24-8-2

63 Europio 2-8-18-25-8-2

64 Gadolinio 2-8-18-25-9-2

65 Terbio 2-8-18-27-8-2

66 Disprosio 2-8-18-28-8-2

67 Holmio 2-8-18-29-8-2

68 Erbio 2-8-18-30-8-2

69 Tulio 2-8-18-31-8-2

70 Iterbio 2-8-18-32-8-2

71 Lutecio 2-8-18-32-9-2

72 Hafnio 2-8-18-32-10-2

73 Tantalio 2-8-18-32-11-2

74 Tungsteno 2-8-18-32-12-2

75 Renio 2-8-18-32-13-2

76 Osmio 2-8-18-32-14-2

77 Iridio 2-8-18-32-15-2

78 Platino 2-8-18-32-17-1

79 Oro 2-8-18-32-18-1

80 Mercurio 2-8-18-32-18-2

81 Talio 2-8-18-32-18-3

82 Plomo 2-8-18-32-18-4

83 Bismuto 2-8-18-32-18-5

84 Polonio 2-8-18-32-18-6

85 Ástato 2-8-18-32-18-7

86 Radón 2-8-18-32-18-8

87 Francio 2-8-18-32-18-8-1

88 Radio 2-8-18-32-18-8-2

89 Actinio 2-8-18-32-18-9-2

90 Torio 2-8-18-32-18-10-2

91 Protactinio 2-8-18-32-20-9-2

92 Uranio 2-8-18-32-21-9-2

93 Neptunio 2-8-18-32-22-9-2

94 Plutonio 2-8-18-32-24-8-2

95 Americio 2-8-18-32-25-8-2

96 Curio 2-8-18-32-25-9-2

97 Berquelio 2-8-18-32-26-9-2

98 Californio 2-8-18-32-28-8-2

99 Einstenio 2-8-18-32-29-8-2

100 Fermio 2-8-18-32-30-8-2

101 Mendelevio 2-8-18-32-31-8-2

102 Nobelio 2-8-18-32-32-8-2

103 Laurencio 2-8-18-32-32-9-2

104 Rutherfordio

105 Hahnio

Número atómico 79

Oro

Número de electrones en cada capa, empezando con la capa más cercana al núcleo. 2-8-18-32-18-1

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir