Preguntas de los lectores
● Mi esposa, que no es sierva de Dios, ama a otro hombre. ¿Sería apropiado que yo me divorciara de ella, puesto que ella probablemente ha ‘cometido adulterio en su corazón,’ como mencionó Jesús en Mateo 5:28?
En lo que dijo en Mateo 5:28 Jesús no dio el “adulterio espiritual,” como algunos lo han llamado, como fundamento para el divorcio.
Note las palabras de Jesús: “Oyeron ustedes que se dijo: ‘No debes cometer adulterio.’ Pero yo les digo que todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.”—Mat. 5:27, 28.
Aquí Cristo estaba explicando que el séptimo de los Diez Mandamientos debería haber significado más para sus oyentes judíos que el simplemente evitar el acto físico del adulterio. (Éxo. 20:14; Deu. 5:18) Demostró que el crimen proviene del corazón de uno. Como posteriormente explicó Santiago, los deseos incorrectos en el corazón pueden conducir a actos de pecado, y a menudo lo hacen. (Sant. 1:14, 15; Pro. 6:25) Eso le sucedió a David, quien continuó mirando a la esposa de otro hombre y se excitó para con ella, lo cual resultó en su pecado de adulterio. (2 Sam. 11:2-4) De modo que Jesús instó a sus oyentes a evitar, no simplemente un acto pecaminoso en sí, sino la concupiscencia pecaminosa que puede llevar a actos pecaminosos.
Si un hombre o una mujer cultiva tal deseo sensual (“sigue mirando a una mujer”), Dios lo sabe porque Él “ve lo que es el corazón.” (1 Sam. 16:7; Pro. 24:12; Heb. 4:13) Dios se da cuenta de que puede ser que la persona en la cual hay el deseo pleno de cometer inmoralidad simplemente no haya tenido todavía la oportunidad de convertir su deseo en acción. Por eso esa persona ya es reprensible a los ojos de Dios.
Pero ¿constituye en sí ese deseo adulterino fundamento bíblico para que el cónyuge de esa persona consiga un divorcio y entonces quede libre para contraer segundas nupcias? No. Jesús no autorizó a los seres humanos a determinar asuntos fundándose en los deseos que una persona quizás tenga en el corazón. Por ejemplo, el apóstol Juan escribió que “todo el que odia a su hermano es homicida.” (1 Juan 3:15) Sin embargo, los ancianos cristianos de una congregación no están autorizados para expulsar como asesino a un individuo del cual crean que quizás tenga un grado de odio en su corazón. No pueden leer y juzgar corazones con exactitud como Dios puede hacerlo.
En armonía con esto, cuando Jesús dijo que la única base bíblica para el divorcio era “fornicación” (griego: porneía, que significa inmoralidad sexual), quiso decir actos físicos de inmoralidad.—Mat. 19:9.
Si la esposa suya está dispuesta a razonar, usted pudiera considerar este hecho: Dios nuestro Creador sabe lo que es mejor para los seres humanos, y por eso nos asegura que el entregarse a inmoralidad no produce felicidad duradera. Eso lo confirma un justiprecio honrado de la manera en que la inmoralidad ha afectado la vida de la mayoría de los que han participado en ella. Por lo tanto se muestra sabiduría si prontamente se emprenden medidas correctivas para alejar los deseos inmorales antes de que conduzcan a hechos inmorales y la aflicción resultante. Hasta las “fantasías románticas” de amor inmoral sirven de estorbo al esfuerzo de la persona por lograr felicidad en su situación de la vida real.
Cuando existen problemas en el matrimonio, por lo general hay cosas que ambos cónyuges pueden hacer para fortalecer la relación matrimonial y volver a encender el amor mutuo que resultó en el matrimonio. En relación con esto, quizás usted y su esposa puedan considerar juntos el material que se presentó en la serie de artículos “Tratando los problemas de familia con buen éxito” en ¡Despertad! del 8 de octubre de 1974.