¿Por qué creer en un Dios a quien no se puede ver?
VIVIMOS en una era sumamente científica. Los científicos han producido muchos inventos impresionantes y han ejecutado hazañas espectaculares; hasta han enviado hombres a la Luna.
Debido a tales logros, muchas personas aceptan las conclusiones a las que llegan los científicos en cuanto a otros asuntos. Por ejemplo, cuando alegan que los seres humanos evolucionaron de bestias, esto se cree extensamente. Cuando aseveran que la vida vino a la existencia de por sí en algún mar primitivo, muchos lo creen.
Como resultado de esas enseñanzas, cuando algunos científicos dicen que no hay Dios, eso también se acepta con frecuencia. También, puesto que no podemos ver a Dios, hay quienes infieren que eso quiere decir que no existe. Así, el ateísmo y el agnosticismo aumentan. La creencia en un Creador invisible y con propósito mengua.
Sin embargo, ¿hay razones sólidas para no creer en Dios porque no podamos verlo? ¿Deberíamos cifrar tanta confianza en la ciencia? ¿E importa el que creamos en Dios o no?
IMPORTA MUCHÍSIMO
Importa muchísimo el que creamos o no creamos en la existencia de un Creador. Si en realidad él existe, debe haber tenido un propósito al hacer esta Tierra y crear la vida humana en ella.
También sería razonable esperar que un Creador tan sabio y poderoso determinara el futuro de esta Tierra y del hombre. Eso haría que nuestra actitud y acciones para con este Creador importaran mucho con relación a nuestro futuro.
Sin embargo, si no hay Dios, entonces la expectativa futura para la humanidad es considerablemente lúgubre. Tomando en cuenta el registro de la historia, sería una existencia continuamente llena de dificultades, o peor. Si no hay ningún Creador invisible que tenga un propósito para nosotros, entonces parecería lo lógico ‘comer y beber, porque mañana hemos de morir.’—1 Cor. 15:32.
CREYENDO EN LO INVISIBLE
¿Podemos creer en un Dios a quien no podemos ver? Bueno, ¿creemos solo en lo que vemos? No, en muy pronunciado grado creemos en cosas que no vemos.
De hecho, ¡nuestra misma vida depende directamente de algo que no podemos ver! ¿Qué pudiera ser eso? El aire que respiramos. Sin él, moriríamos en unos minutos. No podemos ver el aire, pero sí sabemos que existe. Con contener el aliento por sesenta segundos, usted muy rápidamente comprendería el valor del aire que no puede ver.
Tampoco podemos ver el viento, pero sí vemos árboles que ondulan en la brisa, y olas del océano impelidas de un lugar a otro por el poder del viento. Creemos que existe el viento por sus resultados.
La electricidad es invisible. ¡Pero qué cosas asombrosas puede efectuar! Enciende lámparas, calienta casas, impulsa máquinas enormes y hace funcionar para nosotros aparatos que usamos en la cocina. Ninguna persona sensata duda de la existencia de la electricidad solo porque no se puede ver.
Las ondas de la radio, la televisión y el radar se transmiten por el aire, invisiblemente. Sin embargo, sabemos que existen por el sonido o las imágenes que producen.
¿Podemos ver la gravedad? No, pero sin ella todo lo que no estuviera firmemente adherido a la Tierra, la gente inclusive, tendería a flotar en el espacio. Una fuerza similar es el magnetismo. Un imán atrae el hierro, y sin embargo no podemos ver el campo magnético.
Una fuerza poderosa y al mismo tiempo invisible mantiene unido el núcleo del átomo. Pero sabemos que esa fuerza es real por las fantásticas cantidades de energía que se liberan cuando se “divide” el átomo en las explosiones atómicas.
No podemos ver los rayos X, pero éstos pueden penetrar en el cuerpo y hacer posible que se tomen fotografías de nuestros huesos. ¿Qué diría un médico si usted le dijera que los rayos X no existen porque no puede verlos?
No podemos ver los olores, pero nuestra nariz los recoge; los sabuesos hasta siguen el rastro de la gente por el olor invisible. Y tampoco podemos ver las ondas del sonido, pero nuestros oídos las recogen; de modo que sabemos que son reales.
Por lo tanto, creemos en muchas cosas que no podemos ver, porque observamos la evidencia, los resultados que producen. De la misma manera, sabemos que existe un Creador invisible porque observamos la evidencia, los resultados de la obra de sus manos. La Biblia dice: “Porque sus cualidades invisibles se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad.”—Rom. 1:20.
LA OBRA DEL CREADOR
Cuando usted ve una casa, ¿a qué conclusión llega? ¿Concluye que la madera, el concreto y los metales se arreglaron accidentalmente para formar una casa, completa con habitaciones, un sistema de calefacción, plomería, instalación eléctrica y muebles? No, usted reconoce que hay un hacedor. Hasta cosas relativamente sencillas como una caja o un lápiz no llegan a la existencia sin un hacedor.
No obstante, cosas de esa índole son insignificantes en comparación con un átomo, un árbol, un ser humano, un planeta, un sol, una galaxia, un universo. Si cosas sencillas no adquieren existencia sin un hacedor, entonces ¿qué hay de estas cosas mucho más complejas e intrincadas?
El físico G. E. Davis dice: “Ninguna cosa material se puede crear por sí misma.” En armonía con eso, la Biblia declara con lógica: “Por supuesto, toda casa es construida por alguien, mas el que construye todas las cosas es Dios.”—Heb. 3:4.
Por otra parte, también, si usted viese un código, como el de la constitución de una nación, ¿qué indicaría eso? Si usted viese hasta un letrero sencillo en la esquina de una calle que dijera: “Alto,” ¿qué indicaría? Las leyes indican la existencia de legisladores.
El universo tiene leyes mucho más impresionantes. Pues, los alunizajes de los astronautas habrían sido imposibles sin considerar, y depender de, las leyes exactas y confiables de la gravedad, el movimiento, la aceleración, así como las leyes que gobiernan el movimiento en órbitas de la Tierra y la Luna. Esas leyes superiores indican la existencia de un Legislador superior, el Creador invisible.
Por lo tanto, no es difícil entender por qué la Biblia dice de los que pasan por alto o niegan la abundante evidencia de un Creador: “Son inexcusables.”—Rom. 1:20.
Pero ¿por qué es invisible Dios a los ojos humanos? Bueno, ¿esperaría usted sobrevivir si hiciera un viaje al Sol? No, se quemaría mucho antes de llegar allí. Dios creó el Sol. Por lo tanto, él es demasiado poderoso, por mucho, para ser visto por los ojos humanos. Por eso Dios dice en su Palabra: “Ningún hombre puede verme y sin embargo vivir.”—Éxo. 33:20.
Pero ¿qué hay de las alegaciones de los científicos que dicen que las cosas vivas evolucionaron de materia inanimada, que los seres humanos provinieron de bestias simiescas?