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  • “Tengan sal en ustedes mismos”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 1/1 págs. 23-29

“Tengan sal en ustedes mismos”

1. ¿Con qué debe ser sazonada nuestra “habla,” y por qué?

LAS sales de clase orgánica, vegetal, son muy esenciales para nuestra salud corporal. Hay una sal que es muy esencial para la salud de un cuerpo organizado de adoradores de Dios. En armonía con esto está el consejo de uno de los preeminentes guardianes de la salud espiritual de la congregación cristiana del primer siglo, a saber, el apóstol Pablo. Al escribir a una congregación con la cual todavía no se había familiarizado personalmente, dijo: “Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno.”—Col. 4:6.

2. Por eso, ¿qué pregunta surge en cuanto a los apóstoles que trataron de impedir que “cierto hombre” expulsara demonios por el uso del nombre de Jesús?

2 Esto nos hace preguntar cuánta de tal “sal” sazonó la expresión de los hombres en la ocasión que el apóstol Juan llamó a la atención de su Maestro, Jesucristo. De esto leemos lo siguiente: “Juan le dijo: ‘Maestro, vimos a cierto hombre que expulsaba demonios por el uso de tu nombre y tratamos de impedírselo, porque no nos acompañaba.’”—Mar. 9:38.

3, 4. (a) ¿Qué es probable que estuviera esperando Juan entonces, y por qué? (b) ¿Qué elemento egoísta se presentó en la explicación de Juan, y qué indica esto en cuanto a su modo de ver los asuntos?

3 Esto da la impresión de que Juan esperaba una palabra de encomio, una palmadita de aprobación en la espalda, del Maestro que los estaba instruyendo en el camino cristiano. Es posible que Juan haya estado pensando en la curación que Jesús efectuó en aquel caso de posesión demoníaca en el cual el demonio fue particularmente terco, allá al norte cerca de Cesarea de Filipo. Es posible que le haya parecido que estaba protegiendo el derecho de Jesús a autorizar a otros a expulsar espíritus inmundos, demonios, de sus víctimas que no se podían ayudar a sí mismas. Desde el punto de vista de Juan, una persona que no hubiera sido autorizada así por Jesús no tenía ningún derecho a usar Su nombre poderoso para exorcizar inicuos demonios de espíritu. Pero entra en el cuadro un elemento egoísta en la razón que Juan dio para tratar de impedir que cierto hombre innominado echara fuera demonios. Juan dijo que ellos habían participado en acciones preventivas “porque no nos acompañaba.”

4 La mención de “nos” reveló que Juan no tenía presente a Jesús solamente, sino también al conjunto total de los doce apóstoles. En una ocasión anterior Jesús había enviado a estos doce apóstoles a predicar las buenas nuevas del Reino y a ejecutar curaciones, en lo cual se incluía el liberar de posesión demoníaca a las víctimas. (Mat. 10:1-8; Mar. 6:7-13) De modo que Juan consideraba a los apóstoles como un equipo de sanadores exclusivo, con título.

5. Para guía de sus apóstoles celosos que mostraban indignación, ¿qué comentario hizo Jesús tocante a aquel “cierto hombre”?

5 En consecuencia, según razonaron Juan y sus coapóstoles, ¿qué derecho tenía aquel “cierto hombre” a usar el nombre del Maestro de ellos al trabajar en la expulsión de demonios? Aquel hombre, al proceder así, claramente estaba violando los derechos de Jesús y sus apóstoles. Sin embargo, ¿consideró Jesús el asunto de esa manera? El registro bíblico muestra que él no tuvo ni una sola palabra de aprobación para sus apóstoles celosos que manifestaban indignación. “Pero,” como Marcos 9:39-41 pasa a decir, “Jesús dijo: ‘No traten de impedírselo, porque nadie hay que haga una obra poderosa sobre la base de mi nombre que pronto pueda injuriarme; porque el que no está contra nosotros, está a favor de nosotros. Porque cualquiera que les dé un vaso de agua de beber debido a que pertenecen a Cristo, verdaderamente les digo, de ninguna manera perderá su galardón.’”

6. Al usar el nombre de Jesús para expulsar demonios, ¿qué estaba haciendo aquel “cierto hombre” tocante a ese nombre?

6 ¿Por qué debería impedírsele a este “cierto hombre” que efectuara su obra de expulsar demonios utilizando el nombre de Jesús? ¿Había estado tratando de injuriar el nombre de Jesús al proceder así? ¿Había estado arrastrando así el nombre del Mesías en el lodo, dándole apariencia vil, dándole mala asociación? Él no estaba utilizando el nombre de Jesús de la manera en que los siete hijos del sacerdote principal judío Esceva lo hicieron posteriormente como una fórmula para exorcismo, como un nombre mágico. (Hech. 19:13-16) El demonio no le dijo a aquel “cierto hombre”: ‘Conozco a Jesús, pero ¿quién eres tú?’ y luego rehusó salir de la persona poseída por el demonio. Más bien, este “cierto hombre” realmente tenía fe en el nombre de Jesús y lograba expulsar demonios. Mediante este proceder realmente estaba engrandeciendo el nombre de Jesús, haciendo que se manifestara el poder de ese nombre.

7. ¿Por qué todavía estaba este “cierto hombre” a favor de ellos, aunque no estuviera acompañando a Jesús y sus apóstoles?

7 Por lo tanto, este “cierto hombre” que no estaba acompañando a Jesús y sus apóstoles no estaba contra ellos y apartando la atención de la obra de testificar de ellos. Lógicamente, puesto que no estaba contra ellos, tenía que haber estado a favor de ellos, aunque no los estuviera acompañando. Difícilmente pudiera haberse esperado que en un instante estuviera efectuando milagros que ensalzaban y hablaban bien del nombre de Jesús, pero que al siguiente instante estuviera hablando mal de Jesús. Sería inconsistente, irrazonable, el que esperáramos que, por medio de un milagro poderoso, aquel hombre trajera honra y respeto al nombre y después de eso hablara mal del nombre en privado y obrara en contra del que llevaba ese nombre y sus apóstoles. De modo que los apóstoles no deberían tomar ninguna acción preventiva adicional en contra de aquel hombre.

8. ¿Con qué principio como fundamento no quedaría sin galardón este “cierto hombre”?

8 El hombre innominado no perdería su galardón por lo que estaba haciendo. Evidentemente iba encaminado a ser discípulo de Jesucristo. Estaba efectuando algo que salía en condición favorable cuando se le comparaba con lo que Jesús dijo que merecía un galardón, a saber, el dar un vaso de agua a un sediento porque éste fuera un discípulo que perteneciera a Cristo. Tal acto pudiera parecer lo menor que uno pudiera hacer para aliviar a otro, pero indicaba algo que quería decir mucho para Jesucristo. Quería decir que el que daba el vaso de agua estaba a favor de Jesús como el Mesías y daba hasta donde podía para apoyar la causa de Cristo. La regla que posteriormente formuló Jesús aplica aquí: “Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí me lo hicieron.” (Mat. 25:40) Jesucristo como Rey no dejaría que esto quedara sin recompensa.

TROPIEZO VOLUNTARIO A OTROS PARA CAÍDA FATAL

9. ¿Qué nos interesa en cuanto al efecto que en el “cierto hombre” tuviera la intervención de los apóstoles de Jesús? ¿Por qué?

9 Cuando los apóstoles trataron de impedir que aquel “cierto hombre” siguiera expulsando demonios por el uso del nombre de Jesús, ¿fue el habla de ellos a él con gracia, sazonada con sal o de buen gusto? Hay razón para que dudemos de ello. Lo que nos interesa es: ¿Le causaron tropiezo al hombre las palabras y acciones de los apóstoles para con él cuando estaba efectuando una obra excelente que no tenía la desaprobación del Maestro de ellos? Esto es algo verdaderamente grave, pues Jesús pasó a decir: “Pero cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen, mejor le sería que se le pusiera alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y realmente fuera arrojado en el mar.”—Mar. 9:42.

10. El causar voluntariamente el tropiezo de uno de esos “pequeños” ¿a qué equivaldría, y por qué?

10 El individuo a quien se hiciera tropezar y caer pudiera ser ‘uno pequeño’ pero eso no minimizaría la gravedad para el que causara el tropiezo en este caso. ¿Por qué no? Porque envolvía “a uno de estos pequeños que creen.” Esto designaría a alguien que creyera en Jesús como el Hijo Mesiánico de Dios. La creencia de estos “pequeños” los coloca en el camino a la vida eterna. Por eso, si alguien voluntariamente, de propósito, inconsideradamente, hiciera que tal ‘pequeño’ que estuviera en el camino a la vida eterna se ofendiera naturalmente y tropezara de modo que se saliera del camino de la vida y cayera en la destrucción, tal acción equivaldría a cometer asesinato. Mostraría falta de amor al que se le hubiera causado el tropiezo.

11. ¿En qué respectos difiere el causar tropiezo involuntariamente a otros de causarles tropiezo voluntariamente?

11 En 1 Juan 3:15 está escrito: “Todo el que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene vida eterna permaneciente en él.” Es posible que sin saberlo, involuntariamente, ofendamos a otros —lo cual es bastante grave— y esperamos que tal cosa no resulte en un apostatar sin posible recuperación de la creencia cristiana. Al enterarnos de haber cometido tal ofensa, le daríamos la debida atención y repararíamos el daño hecho. Pero cuando una persona muestra indiferencia y que no se interesa en el bienestar espiritual de un compañero de creencia y afirma que cada individuo tiene derechos por conciencia y tiene libertad para aprovecharse plenamente de sus derechos, despliega desatención egoísta y desamorosa por la vida eterna de otro, y también por la relación de ése con Dios. Menosprecia el valor de ese creyente por el cual Cristo murió.—Rom. 14:15.

12. ¿Cómo expresó Jesús indignación para con el que voluntariamente hace tropezar y caer a otro?

12 ¿Qué hay si a uno que afirma ser cristiano no le importa causar tropiezo “a uno de estos pequeños que creen” y así revela el poco valor que tiene para él la vida eterna de ése? Entonces Jesucristo no da mucha importancia a la vida del que voluntariamente hace que otro caiga. Jesús expresó su indignación para con el que así deliberadamente hace tropezar a otro. ¿Cómo? Dijo que sería mejor y más seguro para otros el que a tal ofensor criminalmente negligente se le hundiera en alta mar, y que una gran piedra de molino le impidiera salir a la superficie.

13. Tocante a causar tropiezo, ¿de qué debemos guardarnos especialmente?

13 De modo que nos aprovecha el que evitemos causar el tropiezo y la caída de otros, aun del más insignificante. También hacemos bien en no dejar que se conviertan en un tropiezo para nosotros algunas personas de quienes hubiéramos esperado más debido a sus alegaciones de cristianismo. Pero ¿damos a nuestras propias expectativas de vida eterna tan alto valor que nos guardamos de causar nuestro mismo tropiezo? ¿Qué... causar nuestro mismo tropiezo? Sí, eso mismo. ¿Cómo?

14. Según las palabras de advertencia que añadió Jesús, ¿cómo pudiéramos causarnos nuestro propio tropiezo y caída?

14 Después de hablar en cuanto a causar tropiezo “a uno de estos pequeños que creen,” Jesús agregó la advertencia: “Y si en cualquier tiempo tu mano te hace tropezar, córtala; mejor te es entrar manco en la vida que con dos manos irte al Gehena, al fuego que no se puede apagar. Y si tu pie te hace tropezar, córtalo; mejor te es entrar cojo en la vida que con dos pies ser arrojado en el Gehena. Y si tu ojo te hace tropezar, tíralo; mejor te es entrar con un solo ojo en el reino de Dios que con dos ojos ser arrojado en el Gehena, donde su cresa no muere y el fuego no se apaga. Pues todos tienen que ser salados con fuego.”—Mar. 9:43, 45, 47-49.

15. ¿Qué fue el Gehena del cual habló Jesús, y de qué lo usó como símbolo?

15 En los casos que se acaban de mencionar, Jesús señala a destrucción por fuego. En el día de Jesús el Gehena, o valle de Hinón, que él mencionó estaba al sur y sudoeste de Jerusalén. Las palabras de Jesús confirman el hecho de que este Gehena se utilizaba como incinerador para la basura de la ciudad y que allí se arrojaban los cadáveres de los criminales a los cuales se consideraba indignos de entierro honroso con una esperanza de resurrección. Si un cadáver no caía en el fuego, sino que caía en una ladera o parte saliente que estuviera siendo calentada por el fuego del Gehena, se descomponía y era consumido por las cresas que se criaban allí. El fuego se mantenía ardiendo continuamente, día y noche, para que consumiera completamente lo que se arrojaba en el basurero de la ciudad. De modo que Gehena llegó a ser símbolo de destrucción eterna, como cuando Jesús dijo a los escribas y fariseos judíos: “Serpientes, prole de víboras, ¿cómo habrán de huir del juicio del Gehena?”—Mat. 23:33.

16. ¿De qué manera es que los que son arrojados al Gehena no entran en la vida ni en el reino de Dios?

16 Los que son sentenciados al Gehena no entran en el reino de Dios, sea que se trate del gobierno celestial con Cristo o de su región de dominio terrestre durante el reinado milenario de Cristo. Los que Dios condena al Gehena de ninguna manera entran en la vida, aunque tengan todos los miembros de su cuerpo. Por lo tanto, Gehena representa la condición de inexistencia, aniquilación, destrucción por el juicio adverso de Dios. Tal como los escribas y fariseos hipócritas del día de Jesús se causaron tropiezo a sí mismos y cayeron en el Gehena, así hoy un cristiano dedicado y bautizado puede causarse tropiezo a sí mismo y ser condenado por Dios al Gehena, a la destrucción eterna. Recordemos a Judas Iscariote.

17. ¿Cómo se causó tropiezo a sí mismo Judas Iscariote y cayó en el robo?

17 Este Judas de Keriyot llegó a ser el tesorero de Jesús y sus doce apóstoles. Con el tiempo se puso a codiciar lo que se ponía en la caja del dinero. De modo que metía la mano y se servía de lo que su ojo codicioso veía y se lo embolsaba. Él dejó que el ojo y la mano le causaran tropiezo y lo hicieran caer en el robo, de modo que hasta le robara al Mesías de Jehová. Cinco días antes de la muerte de Jesús, en un banquete que se celebró en honor de Jesús en Betania (cerca de Jerusalén), Judas hizo un comentarlo hipócrita a favor de la caridad pública. Tocante a esto, leemos: “Dijo esto, sin embargo, no porque le importasen los pobres, sino porque era ladrón y tenía la caja del dinero y se llevaba el dinero que se echaba en ella.”—Juan 12:6.

18. ¿Hasta caer en qué, finalmente, dejó Judas que los miembros de su cuerpo le causaran tropiezo, y cómo?

18 Finalmente, en busca de más ganancia financiera, Judas dejó que sus pies lo llevaran a una reunión con los principales sacerdotes y capitanes del templo y concertó el traicionar a su Amo Jesús por treinta piezas de dinero en plata. (Luc. 22:1-6) Luego, a fin de tener en el agarro de sus manos el pago que se daba a un traidor, los pies de Judas condujeron a la partida de hombres armados a arrestar a Jesús en el Jardín de Getsemaní en la noche de la Pascua. (Luc. 22:47, 48; Mar. 14:10, 11, 43-46; Mat. 26:14-16, 47-50; 27:3-5) Después de su acto de traición Judas tuvo la satisfacción, por un rato, de dejar que sus ojos codiciosos se posaran en aquellas treinta piezas de plata en sus mismísimas manos. Ahora para Judas no había modo alguno de deshacer las cosas, lo que se había producido por la colaboración de ojo, mano y pie de él. Había dejado que estos miembros de su cuerpo le causaran tropiezo y caída en el pecado imperdonable. (Mat. 27:4) Desesperanzado, se suicidó. Aunque su cuerpo desentrañado quizás no haya sido arrojado al Gehena literal de Jerusalén, su “alma” fue destruida en lo que Gehena simbolizaba. (Hech. 1:16-19; Mat. 10:28) Con buena razón Jesús lo había llamado “el hijo de destrucción.”—Juan 17:12.

19. ¿Qué quiso decir Jesús al declarar que “todos tienen que ser salados con fuego”?

19 Jesús terminó su consideración en cuanto a que un discípulo dejara que su mano, pie y ojo lo hicieran tropezar y caer en el Gehena diciendo: “Pues todos tienen que ser salados con fuego.” (Mar. 9:49) Es decir, todo el que fuera culpable de dejar que miembros de su cuerpo lo llevaran al tropiezo en una caída de la cual no hubiera recobro tenía que ser ‘salado con fuego.’ El fuego con el cual tenía que ser salado así era el “fuego” acerca del cual había estado hablando Jesús, el fuego del Gehena. ¿Qué significaría para el individuo el ser salado de esta manera? No lo mismo que el efecto de ser salado con sal. Significaría la destrucción del individuo. Cuando las antiguas ciudades de Sodoma y Gomorra fueron rociadas o ‘saladas’ con fuego desde el cielo en el vecindario del mar Muerto (o Salado), fueron destruidas. (Luc. 17:28, 29) Jehová Dios se adhiere a esta regla del trato que da a los que solo se pueden culpar a sí mismos por tropezar y caer, tal como se adhiere a un inviolable “pacto de sal.”—Lev. 2:13; Núm. 18:19; 2 Cró. 13:5.

20. A fin de salvaguardarnos de ser “salados con fuego,” ¿cómo removemos la mano, el pie y el ojo ofensores?

20 Como salvaguarda contra el que se nos ‘sale con fuego,’ ¿cómo nos cortaremos la mano o el pie ofensor o tiraremos nuestro ojo ofensor? El que lo hiciéramos literalmente no corregiría ni removería los impulsos incorrectos que se hubieran expresado por medio de la mano, el pie o el ojo naturales. El procedimiento de remoción se tiene que llevar a cabo de manera figurativa. El apóstol Pablo mostró cómo seguir el consejo de Jesús, al decir: “Amortigüen, por lo tanto, [¿qué?] los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría. Por causa de esas cosas la ira de Dios viene.”—Col. 3:5, 6.

21. ¿Cómo llevamos a cabo este procedimiento ‘amortiguador’?

21 Para efectuar tal ‘amortiguar,’ realmente tenemos que ejercer gobierno de nosotros mismos sobre los miembros literales de nuestro cuerpo que están sobre la Tierra. Por ejemplo, tenemos que restringir nuestros ojos de leer literatura pornográfica o ver películas o presentaciones de televisión sucias, o abstenernos de usar nuestras manos en robo o prácticas inmorales, o restringir la satisfacción del deseo impulsor de nuestros pies de ejecutar bailes sugestivos o de andar en compañía de un ‘amigo de este mundo’ a zonas de tentación. Tenemos que matar espiritualmente nuestro amor a “las cosas que están en el mundo,” es decir, “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno.”—1 Juan 2:15-17; Pro. 6:16-19.

LA “SAL” A TENER EN NOSOTROS MISMOS

22, 23. (a) Finalmente, ¿a qué salar se refirió Jesús? (b) ¿Qué clase de sal dijo Jesús a sus apóstoles que tuvieran en sí mismos, y por qué esto a ellos?

22 Jesús no terminó su consideración con una referencia a la sal de manera desfavorable. (Mar. 9:33-49) Pasó a decir: “La sal es excelente; pero si en cualquier tiempo la sal pierde su fuerza [o se hace insípida], ¿con qué la sazonarán? Tengan sal en ustedes mismos, y mantengan paz entre unos y otros.”—Mar. 9:50, y lectura marginal de la New World Translation of the Holy Scriptures, edición de 1961.

23 Como sustancia sazonadora, la sal literal por lo general es excelente. “¿Se comerá lo insípido sin sal,” pregunta Job (6:6), “o hay sabor en el jugo viscoso del malvavisco?” Sin duda la sal puede hacer más apetitosos los comestibles. Pero si alguna vez el tipo de sal que se usaba comúnmente en el día de Jesús perdía su fuerza saladora, no podía ser refinada de su mezcla extraña y se hacía inservible para propósitos de cocinar y comer. En sí no podía volver a ser sazonada para que la comieran los seres humanos. Apropiadamente, Jesús utilizó la sal como ilustración. Dijo a sus doce apóstoles: “Tengan sal en ustedes mismos.” Pero ¿por qué les dijo Jesús a ellos que tuvieran sal? Fue porque, en la discusión que habían tenido entre sí cuando regresaban a Capernaum, habían revelado una falta de esta excelente sal figurativa dentro de sí mismos.

24. ¿Qué es esa “sal” figurativa?

24 Sal de tal clase representaba la cualidad de la personalidad de uno que hace que las obras de uno sean de buen gusto en el trato con otros. Hace que lo que uno diga sea más apetitoso para otros y más fácil de tragar, más digerible para el modo de pensar de otro. Por lo tanto hace que uno sea más ameno como compañía, sí, más deseable.—Pro. 16:21, 23.

25. ¿Por qué resultaba provechoso hasta el comer juntos sal literal?

25 El comer sal juntos, como en el caso de un anfitrión y su huésped, produce buenos sentimientos, relaciones excelentes entre los comensales. La sal hasta se utilizaba para pagar el salario de un empleado por los servicios que rendía. (Esd. 4:14) El apóstol Pablo dio énfasis al hecho de que el tener la sal figurativa como rasgo de nuestra personalidad es una cosa buena y valiosa, cuando escribió: “Sigan andando en sabiduría para con los de afuera, comprándose todo el tiempo oportuno que queda. Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno.” (Col. 4:5, 6) Note también Proverbios 15:1.

26. El que tengamos la “sal” figurativa en nosotros nos ayuda a observar ¿qué admonición final de Jesús a sus apóstoles, y con qué consecuencias para nosotros mismos como discípulos de él?

26 El tener “sal” en nosotros mismos y el sazonar nuestra habla con ella nos ayudará a hacer lo que dijo Jesús al terminar su consideración con sus doce apóstoles: “Mantengan paz entre unos y otros.” (Mar. 9:50) No hay duda de que el que seamos discretos, considerados, sanos y pacificadores en el habla y la conducta promoverá relaciones pacíficas entre unos y otros como discípulos de Cristo. Hará patente que el espíritu de Dios está dentro de nosotros, pues “el fruto del espíritu es: amor, gozo, paz.” (Gál. 5:22) También, “la sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica.” (Sant. 3:17) De modo que se despliega un alto grado de sabiduría cuando obedecemos la exhortación de Jesús en cuanto a la paz. Es una marca del discipulado cristiano verdadero en medio de un mundo competidor, desunido, que se está desintegrando. Nos mantiene juntos como el pueblo organizado de Dios bajo Cristo.

[Ilustración de la página 28]

El ‘tener sal en uno mismo’ significa poseer la cualidad que haga que las obras de uno para con otros sean de buen gusto

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