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  • La paz puede ser posesión suya
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 15/1 págs. 3-4

La paz puede ser posesión suya

¿QUIÉN no quisiera la paz? ¡Qué placer es cuando familias, vecinos, tribus, nacionalidades y razas pueden disfrutar de una medida de paz y seguridad! Sin embargo, en este mundo los desacuerdos serios desbaratan vez tras vez la paz. ¿Por qué, quizás se pregunte usted, es la paz a la misma vez tan deseable y no obstante tan difícil de alcanzar?

Una causa fundamental del pelear es que la gente pasa por alto las pautas sanas de la Fuente de la paz, el Hacedor del hombre. El discípulo cristiano Santiago indicó esto, al decir: “¿De qué fuente son las guerras y de qué fuente son las peleas entre ustedes? ¿No son de esta fuente, a saber, de sus deseos vehementes de placer sensual que llevan a cabo un conflicto en sus miembros? Ustedes desean, y sin embargo no tienen. Siguen asesinando y codiciando, y sin embargo no pueden obtener. Siguen peleando y guerreando. No tienen porque no piden. Sí piden, y sin embargo no reciben, porque piden con un propósito malo, para gastarlo en los deseos vehementes que tienen de placer sensual.”—Sant. 4:1-3.

El “Dios de paz,” Jehová, se opone a todo egoísmo. Los que acuden a él, con fe, no codician lo que otros tienen y, por lo tanto, no tratan de apoderarse con avaricia de lo que no les pertenece. Siguen el consejo de la Biblia: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.”—1 Cor. 10:24; Fili. 4:9.

Piense en los muchos conflictos que se podrían evitar si todas las personas dieran a los intereses ajenos precedencia sobre los suyos. A nadie se defraudaría y por eso nadie sufriría la amargura que esto produce. El altruismo engendra altruismo. Por ejemplo, cuando un padre pone a un lado preferencias personales y se sacrifica a favor de su esposa e hijos, la familia resulta más unida. El ejemplo del padre al mostrar altruismo promueve el mismo espíritu entre los demás miembros de la familia. Como resultado de ello, en vez de contienda y riñas hay paz y tranquilidad en el hogar. Los miembros de la familia buscan oportunidades de rendirse servicio unos a otros.

Lo que el altruismo puede efectuar en el círculo de la familia lo puede producir fuera de la familia entre un grupo grande de personas. Puede derribar barreras tribuales, regionales, nacionales y raciales. Quizás usted haya observado esto entre el grupo de cristianos conocido como los testigos de Jehová. Se les conoce por toda la Tierra porque evitan envolverse en las controversias del mundo. Su maravillosa unidad internacional se hace particularmente patente en sus reuniones grandes. Escribió un hombre que vive en la costa occidental de los Estados Unidos: “Aunque no soy miembro de esta secta, se me ha hecho necesario efectuar investigación imparcial y abierta a lo nuevo para evadir mis escepticismos en cuanto a la devoción inflexible de estas personas a su modo de vivir cristiano . . . Cada año, centenares de periódicos por todo el mundo han publicado artículos en cuanto al orden y la decencia de estas personas y el comportamiento de sus hijos, al congregarse ellos en lugares de reunión internacionales.”

Sin embargo, hubo un tiempo en que muchos que ahora son testigos de Jehová tuvieron prejuicios profundamente arraigados. No disfrutaban de paz ni con Dios ni con sus congéneres. Pero un estudio de la Biblia les ayudó a adquirir un punto de vista muy diferente en cuanto a las cosas. A diferencia de muchos de los coterráneos de Jesús en el primer siglo E.C., discernieron las “cosas que tienen que ver con la paz.” (Luc. 19:42) Fundándose en lo que aprendieron, se arrepintieron de su modo de pensar y obrar anterior, dieron vuelta completa, y empezaron a servir a Dios como discípulos de Jesucristo. Así llegaron a estar en paz con el Creador.

En cuanto al efecto de esta paz en el individuo, la Biblia dice: “La paz de Dios que supera todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales.” (Fili. 4:7) La tranquilidad que resulta de tener una relación aprobada con el Creador guarda el corazón y las facultades mentales de la persona y la protege contra el sumirse en una extremada inquietud por sus necesidades. No se preocupa con desesperación en cuanto a los cuidados diarios de la vida, y confía en que Dios contestará sus oraciones y bendecirá los esfuerzos que haga por conseguir lo que necesita para vivir. Esto le produce tranquilidad de corazón y mente.

Además, al amoldarse a la Palabra de Dios, la persona conserva una conciencia limpia. No sufre de las preocupaciones y frustraciones que son el resultado de seguir a sabiendas un proceder incorrecto. Es del mismo parecer que el salmista inspirado que dijo: “En paz ciertamente me acostaré y también dormiré, porque tú, sí, tú solo, oh Jehová, me haces morar en seguridad.”—Sal. 4:8.

Porque obra altruistamente, el individuo también promueve mejores relaciones con su semejante. Cuando otros reconocen que en el fondo él piensa en el bien de ellos, ellos mismos están más inclinados a manifestar honradez e imparcialidad en sus tratos con él.

El tener con Jehová Dios una relación que él apruebe también encierra una promesa de paz para el futuro. Como individuos no podemos cambiar el mundo ni remover el egoísmo que contribuye a las peleas. Sin embargo, el Creador se encargará de que se realicen estas palabras de Isaías: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.”—Isa. 2:4.

¿Cuándo puede esperarse el cumplimiento completo de estas palabras acerca de la paz? ¿Cómo pudiera usted hallarse entre los que hayan de disfrutar de esto en el futuro? Los testigos cristianos de Jehová de su localidad pueden contestar estas preguntas con la Biblia como fuente de respuestas. Si hoy usted no está en comunicación con ellos, ¿por qué no considera las Escrituras con ellos la próxima vez que lo visiten? Averigüe usted mismo cómo puede hacer que la paz sea posesión suya tanto ahora como en el futuro.

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