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  • ¿Hay realmente buenas nuevas hoy?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 15/3 págs. 3-4

¿Hay realmente buenas nuevas hoy?

¡QUÉ refrescante es oír buenas nuevas, buenas noticias! Pero la gente por lo general es cautelosa en cuanto a lo que se presenta como buenas nuevas. Ha descubierto que lo que se aclama primero como buenas noticias frecuentemente resulta desilusionador. Esto ha sido cierto de las promesas políticas, porque con frecuencia el que promete o no tiene verdadero interés en cumplir sus promesas o no tiene la intención de hacerlo, o, si es sincero, carece del poder que se necesita para cumplirlas.

Pero realmente existen nuevas verdaderamente buenas. Son noticias de un bien que durará, y provienen de una persona cuyo interés está en nuestro más alto bienestar. Él no mira la raza, el color ni la nacionalidad. Además, esta persona también tiene el poder necesario para cumplir sus promesas. Las buenas nuevas pueden traer alivio ahora, y plena felicidad en el futuro cercano. La persona que envía las buenas nuevas es Dios Todopoderoso, el Creador, cuyo nombre es Jehová. (Sal. 83:18) La Biblia, escrita bajo su “firma,” contiene las buenas nuevas, y solo hay que considerarla con la mente receptiva y sincera para que ésta le revele a uno el pleno entendimiento del mensaje que tiene para los hombres. Dijo Jesús: “Por consiguiente, les digo: Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá.”—Luc. 11:9.

Los hombres ciertamente necesitan ayuda, no solo para gobernarse, sino también porque, prescindiendo del ambiente, bueno o malo, enferman y mueren, y lo pierden todo. Esto se debe a que el hombre es imperfecto, a que no alcanza la perfección, a que no alcanza la “gloria de Dios.” (Rom. 3:23) Verdaderamente la pecaminosidad del hombre es la razón y fuente fundamental de las malas noticias que oímos en torno de nosotros hoy día. Los hombres son pecadores, la mayoría de ellos no por su propia voluntad, sino como se indica en esto: “Así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.” (Rom. 5:12) Por eso todos los seres humanos mueren. El apóstol Pablo describe la situación del hombre que seriamente trata de hacer lo correcto cuando dice: “Lo bueno que deseo no lo hago, mas lo malo que no deseo es lo que practico. Ahora, pues, si lo que no deseo es lo que hago, el que lo obra ya no soy yo, sino el pecado que mora en mí.”—Rom. 7:19, 20.

El mismo escritor bíblico pasa a mostrar que la humanidad está en esta condición, pero no sin que haya esperanza procedente del Creador. Dice que la creación terrestre ha sido “sujetada a futilidad, no de su propia voluntad,” y declara que ha sido sujetada así “sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.” (Rom. 8:20, 21) Estas son buenas nuevas de perfección y vida eterna para la humanidad.

¡“Hijos de Dios”! Esto significaría una relación con Dios como una familia que viviera en la Tierra en unidad, directamente bajo su cuidado, feliz, bien atendida, con muchas cosas para mantener ocupada a la gente en trabajo agradable. Pues la Tierra fue hecha como el hogar para la humanidad, y en realidad es un hogar hermoso, hecho para subsistir para siempre. ‘Los mansos heredarán la tierra,’ dijo Jesucristo, citando de los salmos hebreos, que también declaran que a la Tierra “no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre.” (Mat. 5:5; Sal. 37:11; 104:5) Estas son buenas nuevas; ¡es maravilloso conocerlas! ¿Cómo efectuará Dios el propósito que ha declarado que tiene para la Tierra?

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