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  • ¿Qué importancia tiene el dar cristiano?

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  • ¿Qué importancia tiene el dar cristiano?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 15/9 págs. 26-28

¿Qué importancia tiene el dar cristiano?

EN TODO tiempo los discípulos fieles de Jesucristo han demostrado interés activo en los que se han hallado en necesidad material y espiritual. Poco después del Pentecostés de 33 E.C., por ejemplo, muchos discípulos de Jerusalén voluntariamente vendieron sus propiedades y entregaron los réditos a los apóstoles para que se distribuyeran a compañeros de creencia necesitados. Entre estas personas hubo algunas que habían venido de lugares distantes para asistir a la fiesta del Pentecostés y entonces se convirtieron al cristianismo. Por la generosidad de sus hermanos, estos nuevos conversos recibieron ayuda que les permitió permanecer más tiempo en Jerusalén y así continuar beneficiándose de la valiosa enseñanza de los apóstoles.—Hech. 2:41-47; 4:34, 35.

EJEMPLOS DIGNOS DE IMITACIÓN

Un individuo que apreció profundamente la importancia del dar espiritual y material fue el apóstol Pablo. A compañeros de creencia en Roma, escribió: “Tanto a griegos como a bárbaros [los no griegos, pues los griegos aplicaron el término a los extranjeros en general, especialmente a los que hablaban otro idioma], tanto a sabios como a insensatos soy deudor: de modo que por mi parte me siento deseoso de declarar las buenas nuevas también a ustedes allí en Roma.”—Rom. 1:14, 15.

¿Por qué se consideraba Pablo deudor a gente de toda clase, obligado a ayudar a estas personas espiritualmente? Sabía que el mundo de la humanidad había sido comprado con la sangre preciosa de Jesucristo. Por ser propiedad de Dios y Cristo, a todas las personas ciertamente se les debía informar acerca de lo que esto puede significar para ellas. Era el tiempo de Dios para que la gente por todas partes se arrepintiera y llegara a estar en relación aprobada con él sobre la base del sacrificio de su Hijo. Esta posición aprobada daría verdadero significado y propósito a la vida de la gente y la llevaría a la vida eterna. (Hech. 17:30; 1 Tim. 2:6; Heb. 2:9) El tiempo que había para llegar a los individuos con esta información vital era limitado. ¿Por qué? Porque la duración de la vida humana es muy corta e incierta. (Sant. 4:13, 14) Por eso, Pablo se sintió deseoso de “declarar las buenas nuevas” a tantas personas como le fuera posible durante su propia duración de vida. Correctamente pensó y sintió que era su deber impartir conocimiento dador de vida a otros. Les debía esto. Puesto que la vida de ellos pronto terminaría, Pablo reconocía la urgencia de llegar a la gente con las “buenas nuevas” y las magníficas oportunidades que las buenas nuevas les ofrecían. El apóstol Pablo no fue el único que abrigó esos sentimientos. Esto se ve claramente por el hecho de que menos de 30 años después de haber llegado a existir la congregación cristiana el apóstol pudo escribir: ‘Esas buenas nuevas se predicaron en toda la creación que está bajo el cielo.’ (Col. 1:23) Esto significa que los cristianos habían extendido su dar espiritual hasta los lejanos alcances del mundo entonces conocido.

En lo que tiene que ver con el dar espiritual, el apóstol Pablo y otros cristianos devotos del primer siglo de seguro nos dieron a todos nosotros los que vivimos hoy un excelente ejemplo. Además, no limitaron su dar a cosas espirituales. También estaban deseosos de dar ayuda material a los hermanos que empobrecían. Por ejemplo, los cristianos de Macedonia y de Acaya le confiaron a Pablo fondos que se usarían para ayudar a sus compañeros de creencia necesitados en Jerusalén.

El apóstol tomó muy en serio esta obra de socorro, y pidió a los hermanos de Roma que oraran por él para que esta obra tuviera éxito. Leemos: “Estoy para viajar a Jerusalén para servir a los santos. Porque los de Macedonia y Acaya han tenido gusto en compartir sus cosas haciendo una contribución a los pobres de entre los santos en Jerusalén. Ahora bien, les exhorto, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del espíritu, a que se esfuercen conmigo en oraciones a Dios por mí, para que sea librado de los que no creen en Judea y para que mi ministerio que es para Jerusalén les resulte acepto a los santos.”—Rom. 15:25, 26, 30, 31.

Cuando Pablo se encontraba con compañeros de creencia en varios lugares mientras viajaba hacia Jerusalén, el espíritu de Dios, obrando directamente sobre Pablo o sobre otros profetas cristianos, indicó que en aquella ciudad le esperaban ataduras y aprisionamiento. (Hech. 20:23; 21:11) No obstante, el apóstol no se retrajo de hacer lo que podía para sus hermanos necesitados de Jerusalén. Valerosamente, dijo a compañeros de creencia que lloraban: “¿Qué están haciendo llorando y haciéndome débil de corazón? Estén seguros, estoy listo no solo para ser atado, sino también para morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.” (Hech. 21:13) Imagínese: Pablo consideraba este asunto de llevar ayuda material a los hermanos necesitados como cosa tan importante que, al hacer su parte, estaba dispuesto a arriesgar, no solo su libertad, sino hasta su vida.

¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE?

El dar cristiano es realmente una expresión de amor. Sin este amor, uno sencillamente no puede estar delante de Dios y Cristo como individuo aprobado. Los individuos que no se interesan activamente en el bienestar de otras personas son culpables de engañarse a sí mismos si creen que están participando en la adoración aceptable. La Palabra de Dios dice: “La forma de adoración que es limpia e incontaminada desde el punto de vista de nuestro Dios y Padre es ésta: cuidar de los huérfanos y de las viudas en su tribulación, y mantenerse sin mancha del mundo.” (Sant. 1:27) “En esto hemos venido a conocer el amor, porque ése entregó su alma por nosotros; y nosotros estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos. Pero cualquiera que tiene los medios de este mundo para el sostén de la vida y contempla a su hermano pasar necesidad y sin embargo le cierra la puertas de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad.”—1 Juan 3:16-18.

El Señor Jesucristo juzgará severamente a los que egoístamente se retraen de ayudar a los que merecen esa ayuda. Esto se ve claramente en la ilustración de las “ovejas” y las “cabras.” Las “ovejas” a quienes Cristo pone a su derecha, el lado del favor, son personas que hacen bien positivo al “más pequeño” o más insignificante de los hermanos de Cristo. Cuando ven a cualquiera de los hermanos de Cristo en estado de necesidad, careciendo de alimento, ropa o abrigo, las “ovejas” hacen lo que pueden para suministrarle ayuda. También están prestos y dispuestos a dar ayuda cuando los hermanos de Cristo sufren debido a enfermedades o aprisionamiento. Porque las “cabras,” egoístamente, rehúsan responder a las verdaderas necesidades de los hermanos de Cristo, no ganan la vida, pues se les sentencia a “cortamiento eterno.”—Mat. 25:34-46.

Esto debe grabar en nosotros la importancia de tener la actitud correcta para con otros. Cuando vemos a algunas personas sufriendo adversidad debido a circunstancias que están más allá de su control, ¿nos compadecemos de ellas? ¿Nos sentimos movidos a hacer lo que podamos para acudir en ayuda de ellas? ¿Sentimos profundamente la triste condición espiritual de tantos de nuestros congéneres humanos? ¿Nos agita esto a hacernos celosos en declarar las “buenas nuevas”?

Individualmente, nuestro deseo debería ser estar prestos a dar de todo corazón en sentido espiritual y material. Para que ese dar tenga verdadero valor a los ojos de Dios, tiene que tener como motivo el amor. No se puede hacer con el pensamiento de llamar atención a nosotros mismos. Jesucristo amonestó: “Cuando andes haciendo dones de misericordia, no toques trompeta delante de ti, así como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los glorifiquen los hombres. Verdaderamente les digo a ustedes: Ellos ya disfrutan de su galardón completo. Mas tú, cuando hagas dones de misericordia, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tus dones de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.”—Mat. 6:2-4.

Como en el primer siglo, los siervos devotos de Dios hoy también toman medidas de socorro en gran escala. Además, se usan fondos para mantener lugares de adoración y suministrar ayuda espiritual a personas que tienen hambre de la verdad por toda la Tierra. Entre los testigos de Jehová, la Sociedad Watch Tower desempeña un papel importante en coordinar y dirigir medidas de socorro y también los esfuerzos que se hacen para ayudar al mayor número posible de personas a adquirir un conocimiento exacto de la Palabra de Dios.

A veces los lectores de esta publicación se preguntan si pudieran ayudar con relación a esta obra vital por medio de hacer contribuciones monetarias. Nos place avisarles que pueden enviar donaciones con este propósito a la Watch Tower Society, 124 Columbia Heights, Brooklyn, New York 11201, o a una de las sucursales de la Sociedad en otros países. Estas donaciones nunca se exigen. Se aprecian como regalos de buena gana que se pueden usar para adelantar la obra del Reino y son reconocidas como tales.

En verdad, el dar ayuda material y espiritual a otros es cosa fundamental en ser cristiano. Sin embargo, ese dar solo cuenta para con Dios si hecho de manera voluntaria y alegre, por amor y no bajo obligación. Pablo, el apóstol cristiano, escribió: “Si doy todos mis bienes para alimentar a otros, y si entrego mi cuerpo, para jactarme, pero no tengo amor, en nada absolutamente me aprovecha.” (1 Cor. 13:3) Por eso, que nuestro dar espiritual y material sea impulsado por amor genuino a Dios y a nuestros congéneres humanos. Nuestro bienestar eterno depende de eso.

[Ilustraciones de la página 27]

Tanto el dar espiritual como el material son fundamentales en el cristianismo verdadero

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