¿Despliega usted espíritu sostenedor? ¡Puede hacerlo!
UNA preciosa mañana de primavera un grupo de viajantes paseaba en automóvil por una hermosa campiña. Entre ellos había un matrimonio de edad avanzada que, a través de los años, había aprendido el arte de dar y recibir en discusión humorística. El tema de la conversación suministró oportunidad para que, amablemente, el esposo embromara a la esposa. La esposa exclamó, con el mismo espíritu: “Díganme, ¿qué puedo hacer con este hombre?” Uno de sus compañeros de viaje, que había salido airoso de problemas matrimoniales difíciles, contestó en tono serio que reflejaba comprensión: “Ámalo y dale sostén.”
¿‘Darle sostén’? ¿No pensamos normalmente que es al esposo que pertenece el papel de suministrar sostén a la esposa? Sí, generalmente las leyes del país imponen al padre o esposo la obligación de sostener económicamente a su esposa e hijos. Una de las maneras en las cuales el esposo demuestra que ‘ama a su esposa como a su propio cuerpo’ es por medio de mantenerla.—Efe. 5:28, 29.
Pero también hay otra clase de sostén o apoyo que la gente puede darse mutuamente. Es el apoyo emocional, mental y moral. Cada miembro de la familia está obligado a dar esa clase de apoyo a los demás miembros de ésta. Es curioso el hallazgo de algunos estudiantes modernos de la naturaleza humana en el sentido de que los esposos tienen más necesidad de esa clase de estímulo que las esposas. Es decir, cuando se enfrentan a un mundo hostil necesitan sentir que la “costilla” allá en el hogar los apoya o sostiene lealmente.
Las páginas de la historia muestran precisamente cuánto puede hacer una esposa para ayudar a su esposo con respecto a esto. No hay duda alguna en cuanto a lo mucho que logró hacer sir Winston Churchill, quien efectuó una inmensa labor como primer ministro de Inglaterra durante la II Guerra Mundial. Se informa que en una ocasión dijo: “A ningún hombre que ocupara un puesto de servicio público le hubiera sido posible pasar por lo que yo he pasado sin la devota ayuda de lo que nosotros en Inglaterra llamamos nuestra ‘mejor mitad.’” Esta fuente de información pasa a decir que la señora Churchill era una mujer muy encantadora, una que muy bien pudo haber tenido su propia carrera, pero hizo que la vida de su esposo y el bienestar de éste fueran su carrera. Sin embargo, eso no quiere decir que se requirió que ella lo adulara, que se acomodara a todos sus deseos, que fuera una mujer que solo supiera decir “sí.” De ningún modo. De hecho, parece que ella era franca con él y le hacía frente cuando veía que era necesario hacerlo.
Sara, la esposa del patriarca Abrahán, nos suministra un ejemplo aún más excelente de una esposa que apoyaba o daba sostén a su esposo. No hay registro alguno de que ella se quejara de que a él le hubieran pedido que hiciera tantos viajes como nómada en un país extranjero. Ni siquiera se quejó cuando él le pidió que se hiciera pasar por su hermana para seguridad de él. Es más, leemos que ella, al hablar para sí misma, se refirió a él como “mi señor.” Se puede ver que no era una esposa sin carácter, porque le habló claramente a Abrahán cuando el bienestar de Isaac el hijo de ella fue amenazado por Ismael, el medio hermano mayor de Isaac.—Gén. 18:12; 21:8-14.
¿De qué maneras puede una esposa hoy día desplegar espíritu sostenedor para con su esposo? Una manera es la que se hace notar en un libro que se publicó recientemente sobre cómo lograr felicidad en la vida familiar. Al considerar el papel de la esposa, dice lo siguiente: “Lo que el esposo necesita es una esposa que no solo lo ame y respete, sino que también sea una verdadera ayudante, que lo apoye en las decisiones que él tome. Esto no es difícil cuando los dos concuerdan en las decisiones después de considerarlas juntos. Pero quizás no sea tan fácil si a usted no se le consultara o usted no concordara con la decisión. . . . [Pero] si él ve que usted, a pesar de las dudas que tiene, está trabajando duro para que el proyecto tenga éxito, ¿no le parece que un apoyo tan leal de parte de usted contribuirá a que él la ame aún más?” (Cursivas añadidas.)
¿Qué otra cosa debe vigilar una esposa si quiere desplegar verdadero espíritu sostenedor? Debe protegerse de una debilidad común que tienen muchas esposas, a saber, la de ser regañonas. No fue sin buena razón que el rey Salomón de tiempos antiguos hizo alusión a esa debilidad. (Pro. 21:19; 25:24) ¿A qué se debe el que algunas mujeres hagan esto a pesar de que realmente aman a sus esposos? Muy bien pudiera deberse a una rebelión inconsciente contra la posición de cabeza del esposo... ya sea porque desea tener más voz en los asuntos o para recordarle al esposo que él también es imperfecto. Además, puede deberse a que se da atención exagerada a la importancia de los detalles. Quizás el esposo cometa un desacierto en el trato con otros durante una reunión social y la esposa se sienta mortificada, o quizás él haya cometido una falta gramatical, y por lo tanto ella cree que le corresponde corregirlo. La esposa tal vez haga alguna crítica en cuanto al arreglo personal del esposo, en el sentido de que no se haya puesto bien la corbata o no se haya peinado apropiadamente para salir al público. El ser regañona o machacona en lo que tiene que ver con esos detalles es hacer lo contrario de desplegar un espíritu sostenedor o apoyador. Realmente es desanimar o quebrar el espíritu del esposo.
Esto no quiere decir que el dar sostén sea principalmente el papel de la esposa. Como ya se hizo notar, tanto los esposos como las esposas, sí, y tanto padres como hijos, tienen obligaciones a este respecto. Hasta se podría decir que uno despliega el espíritu sostenedor al abstenerse de decir algo si no tiene nada positivo que decir. ¿Por qué hacer cuestiones grandes de cosas que realmente no tienen importancia? Hay un dicho en el sentido de que una olla o puchero pequeño hierve rápidamente. Pero si somos grandes de corazón no tenderemos a precipitarnos a expresar desagrado por insignificancias.
Por otro lado, siempre hay muchas maneras en las cuales los esposos y las esposas pueden apoyarse mutuamente de manera positiva. Desde luego, la manera más obvia es por medio de expresar aprecio y encomio. Uno puede dar apoyo sencillamente por medio de una sonrisa estimuladora y amigable, por prestar cuidadosa atención cuando la otra persona está hablando, ya sea a uno o en público. Los cónyuges pueden desplegarse mutuamente el espíritu sostenedor precisamente en lo que se refiere a cercanía física, por preferir cada uno la compañía de su cónyuge a la compañía de otras personas, y por un afectuoso apretón de la mano del cónyuge. Especialmente cuando las cosas han ido mal, son sostenedoras las palabras de amor y lealtad que reflejan compasión y comprensión, que minimizan el daño, y dejan ver un aspecto compensador o atenuante en ellas. Todo esto puede tener un gran efecto saludable en ambos cónyuges, porque ‘el que riega será regado.’—Pro. 11:25.
Además, cuando los miembros de la familia despliegan un espíritu sostenedor, ¿no están precisamente obedeciendo la regla áurea de hacer a otros lo que desean que les hagan a ellos? Por supuesto que sí.—Luc. 6:31.
De modo que, ¿despliega usted espíritu sostenedor? No solamente PUEDE hacerlo, sino que DEBE hacerlo, tanto por su propio bien como por el de otros.