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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
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    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
w79 15/9 págs. 12-15

El bautismo un requisito cristiano

EL BAUTISMO ha sido parte del cristianismo desde que éste comenzó. ¿Qué significa el bautismo? ¿Cuán importante es que las personas se bauticen? Consideremos alguna información fundamental acerca del bautismo y su significado desde el punto de vista de la Santa Biblia.

Las Escrituras indican que el método correcto de bautizar es por inmersión completa. La palabra “bautizar” se obtiene de la palabra griega baptízein, que significa “sumergir, zambullir.” Cuando a alguien se le sumerge por completo en agua, se le hace desaparecer temporalmente de la vista, como en un entierro, y entonces se le levanta del agua.

La primera mención de bautismo que se hace en la Biblia tiene que ver con la actividad de Juan el Bautista. En el año 29 E.C. Dios autorizó a Juan a bautizar. Las Escrituras declaran que Juan “vino por toda la comarca del Jordán, predicando bautismo en símbolo de arrepentimiento para perdón de pecados.”—Luc. 3:1-3.

El que alguien se hundiera en el agua y luego subiera de ella simbolizaba que la persona se había arrepentido sinceramente, o que le pesaba haber pecado contra la ley de Dios dada por medio de Moisés. Por decirlo así, la persona estaba muriendo en cuanto a aquel proceder y saliendo a una vida de renovados esfuerzos por observar aquella Ley. Puesto que la ley mosaica había de servir de ‘tutor que condujera a Cristo,’ el bautismo de Juan ocupó un lugar importante en el proceso de preparar a los israelitas para recibir al Mesías prometido.—Luc. 1:16, 17; 3:4-6; Gál. 3:24.

Jesús mismo se sometió a bautismo a manos de Juan. En aquella ocasión el espíritu de Dios descendió sobre Jesús, y lo ungió como el Mesías prometido. (Mar. 1:9-11) Aunque no era un pecador que necesitara arrepentirse, Jesús en aquella ocasión entró en un nuevo curso o derrotero de vida. (1 Ped. 2:22) Después de aquello él haría la “voluntad” especial de su Padre que envolvía el que él ofreciera su vida como sacrificio rescatador por los pecados de la humanidad.—Sal. 40:6-8; Heb. 10:5-10.

Jesús no puso fin a la actividad de bautizar de Juan el Bautista. De hecho, leemos que temprano en su ministerio “Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan... aunque, en realidad, Jesús mismo en ningún caso bautizaba, sino sus discípulos” (Juan 4:1, 2) Esta obra de bautizar que Jesús dirigió fue en símbolo de arrepentimiento a la manera del bautismo de Juan.

UN CAMBIO DE SIGNIFICADO

Después de la muerte, resurrección y ascensión de Jesús a los cielos, la ley mosaica llegó a su fin. (Rom. 10:4; Efe. 2:15) ¿Hizo aquello que ya no se necesitara el bautismo? No, pero ahora, en el caso de los judíos, el bautismo simbolizaba una presentación de sí mismos a Jehová Dios sobre la base del sacrificio de expiación que efectuó Jesús como el Mesías. Sin embargo, justamente antes de ascender al cielo Jesús dio a sus discípulos la siguiente comisión: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado.”—Mat. 28:19, 20.

¿Notó usted que ahora el bautismo incluiría no solamente a judíos, sino también a “gente de todas las naciones”? Durante su vida aquí en la Tierra, Jesús había predicho el fin del favor especial que Dios había extendido a los judíos. (Mat. 8:11, 12; 21:43) Esto sucedió en 36 E.C. cuando Dios dirigió al apóstol Pedro para que entrara en la casa de Cornelio, un no judío, y declarara el mensaje cristiano tanto a él como a su casa. Después que estos gentiles aceptaron la verdad acerca de Jesucristo, recibieron el don milagroso del espíritu santo y fueron bautizados.—Hech. 10:1-48.

Puesto que Dios ya no estaba tratando con una nación de gente especialmente dedicada a él desde el nacimiento, a partir de aquel tiempo el bautismo llegó a ser un símbolo apropiado de la dedicación de todo corazón a Dios. El que una persona se hundiera en el agua indicaría que aquella persona estaba muriendo a un curso de vida que giraba alrededor de sí misma. El salir del agua significaría que salía a una vida en la cual pondría en primer lugar la voluntad revelada de Dios. (Compare con Mateo 6:33; Filipenses 1:10.) Jesús indicó que esto era un requisito al decir: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo.”—Mat. 16:24.

¿Qué idea hay tras el bautizarse “en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”? (Mat. 28:19) Podemos entender mejor esto al considerar las palabras de Jesús según se registran en Mateo 10:41: “El que recibe a un profeta en nombre de profeta, galardón de profeta recibirá; y el que recibe a un justo en nombre de justo, galardón de justo recibirá.” (Versión Moderna; Versión de Pablo Besson) Esto significa recibir a un profeta o un hombre justo en reconocimiento de lo que es. Los candidatos para el bautismo cristiano tienen que reconocer al Padre, al Hijo y el espíritu santo por lo que son: al Padre como Soberano Supremo; al Hijo como rescatador y rey; y el espíritu santo como la fuerza activa de Dios que ayuda a la gente a hacer la voluntad divina.—Sal. 83:18; Mat. 20:28; Rev. 19:16; Juan 14:16, 17.

¿CUÁNTA IMPORTANCIA TIENE?

¿Cuán importante es que la gente se someta al bautismo cristiano? Considere el consejo que el apóstol Pedro dio en el Pentecostés de 33 E.C. a judíos que compartían responsabilidad de comunidad por, en comisión de pecado, haber empalado al Mesías o Cristo, y que necesitaban ser limpiados de aquel pecado: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don gratuito del espíritu santo.” (Hech. 2:38) En armonía con las Escrituras, las personas que desean recibir perdón de pecados por medio de Jesucristo deben arrepentirse y someterse al bautismo.

¿Significa esto que las aguas del bautismo quitan los pecados? Sería incorrecto llegar a tal conclusión. Al comentar en cuanto al diluvio del día de Noé, Pedro asigna un significado más profundo al bautismo al decir: “Lo que corresponde a esto [el que ocho personas pasaran a través de las aguas del Diluvio en un arca] ahora también los está salvando a ustedes, a saber, el bautismo, (no el desechar la suciedad de la carne, sino la solicitud hecha a Dios para una buena conciencia,) mediante la resurrección de Jesucristo.”—1 Ped. 3:21.

Entonces, ¿cómo hacemos solicitud a Dios para que nos dé esa buena conciencia? Por medio de hacer como Noé, dedicarnos antes de pasar a través del agua. Tal como hizo Noé, nosotros nos dedicamos a Jehová Dios para hacer su voluntad y de entonces en adelante procedemos a hacerla. Esto resulta en que tengamos una buena conciencia, pues cuando sabemos que estamos haciendo la voluntad de Dios disfrutamos de una buena conciencia. Así que el dedicarnos a Dios es realmente una “solicitud hecha a Dios para una buena conciencia.” La buena conciencia es el resultado, no de hacer las obras que nosotros pudiéramos pensar que nos podrían hacer justos, sino de hacer las obras que Dios ha ordenado, la voluntad de Dios. Es para esto para lo que nos dedicamos.

De ese modo nuestra dedicación a Dios por medio de Cristo constituye una “solicitud hecha a Dios para una buena conciencia.” Por nosotros mismos, en nuestra imperfección y condición pecaminosa, no somos aceptables a Dios. Por lo tanto, debido a que nos arrepentimos de los pecados y nos volvemos y nos dedicamos, Jehová nos aplica la sangre limpiadora del sacrificio expiatorio de Cristo, y de ese modo nos libra de la condenación del pecado y nos da, una buena conciencia para con Él. Por lo tanto, el que en obediencia pasemos a través del agua bautismal simboliza que nos dedicamos a Jehová Dios por medio de Jesucristo.

¿Significa esto que después del bautismo uno ya no tiene que reconocerse como pecador? De ningún modo. Aun Pablo, un cristiano bautizado y apóstol de Jesucristo, se lamentó de la siguiente manera: “Así pues, con la mente yo mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado.” (Rom. 7:25) No obstante, los cristianos dedicados y bautizados pueden tener una buena conciencia en el sentido de que saben que el valor del sacrificio expiador de pecados de Jesús borra nuestros pecados anteriores y los que quizás cometamos día tras día a causa de la imperfección humana. (1 Juan 2:1, 2) Por lo tanto, los cristianos no tienen que sentirse abrumados por sentimientos de culpabilidad debido a su anterior curso de vida y por el estado pecaminoso heredado.

SOLO EL COMIENZO

¿Deberían las personas ver su bautismo como evidencia de que finalmente “han llegado a donde querían” y están listas para recibir vida eterna? Esta posición no sería sabia, pues la Biblia representa el bautismo solo como el comienzo del servicio sagrado en dedicación de la persona a Dios. Recuerde, el bautismo de Jesús aconteció al principio de Su servicio mesiánico. En el caso de los apóstoles y otros discípulos primitivos también fue un paso preliminar. ¿Ha notado usted la expresión del apóstol Pedro de que el bautismo “ahora también los está salvando a ustedes?” (1 Ped. 3:21) El comentario por G.F.C. Fronmüller hace notar lo siguiente: “Se usa el [tiempo] Presente [de la palabra griega para “salvando”] porque la salvación solo ha comenzado y todavía no se ha completado.”—Mat. 10:22; Rom. 13:11; Fili. 2:12; Rev. 2:10.

Las siguientes palabras del apóstol Pablo muestran que se requiere más que simplemente el bautismo para recibir la salvación: “Porque si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, y ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación.” (Rom. 10:9, 10) De estas palabras queda patente que, además de fe y bautismo, la “declaración pública” en el sentido de que Jesucristo es Señor y que Dios lo levantó de entre los muertos es un requisito para la salvación.

Aunque esa declaración pública se hace al momento del bautismo, eso no significa que después de eso no hay necesidad de hacer declaración adicional de la esperanza de uno ante otras personas. Por el contrario, la Biblia muestra que debemos continuar declarando esta esperanza en las reuniones de congregación, ante autoridades gubernamentales o judiciales que quizás demanden una explicación de nuestra esperanza cristiana, y al proclamar públicamente las “buenas nuevas” del reino de Dios.—Heb. 10:23; 1 Ped. 3:15; Mat. 24:14.

Evidentemente el bautismo cristiano es un requisito para todo el que desea adquirir una posición aprobada ante Dios. En vista de lo que simboliza, el bautismo no debe tomarse a la ligera ni efectuarse sin que uno se haya preparado cuidadosamente de antemano. ¿Está usted considerando bautizarse pronto? Si es así, reflexione seriamente en el significado de ese acto. Determínese a vivir en fidelidad continua a la dedicación a Dios que el bautismo representa.

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