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  • Atalayando por 100 años
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
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  • CONFIANZA EN JEHOVÁ
  • SOSTENIENDO LA PALABRA DE DIOS
  • “BUENAS NUEVAS” TIENEN QUE DECLARARSE
  • AFRONTANDO EL DESAFÍO DEL CAMBIO DE ACTITUDES
  • ABOGANDO POR EL REINO
  • ANUNCIANDO EL REINO
  • ALIMENTO “A SU DEBIDO TIEMPO”
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
w79 1/7 págs. 4-8

Atalayando por 100 años

CON este número, La Atalaya se ha publicado por un siglo. Durante esos años ha habido muchos cambios en el mundo. Esta publicación misma ha experimentado cambios. Sin embargo, en aspectos importantes no ha cambiado en absoluto.

Esta publicación se presentó en el escenario de los acontecimientos en julio de 1879. Una de las principales razones por las cuales llegó a existir fue una disputa en cuanto al rescate. Debido a esta disputa, Charles T. Russell se sintió impulsado a publicar la revista Watch Tower (conocida después en español, en sus primeros números, con el nombre de La Torre del Vigía), en la cual, como posteriormente escribió, “el Rescate [debe ser] defendido y las Buenas Noticias de gran Gozo [deben ser] proclamadas hasta el mayor grado posible.”

El nombre “Watch Tower” (“Torre del Vigía,” hoy “La Atalaya”) fue apropiado, porque en la antigüedad los vigías o atalayas apostados en torres solían advertir a otras personas acerca de todo peligro inminente. Esto también es esencial en asuntos espirituales, porque Dios dijo a su profeta Ezequiel: “Hijo del hombre, atalaya es lo que te he hecho a la casa de Israel, y tienes que oír habla de mi boca y tienes que advertirles de mi parte.” (Eze. 3:17) Esta publicación se ha esforzado diligentemente por atalayar espiritualmente.

CONFIANZA EN JEHOVÁ

En el segundo número de la Watch Tower expresamos nuestra confianza en que “tiene . . . a JEHOVÁ como su apoyador.” Los publicadores de esta revista agradecen el hecho de que ya por decenios se haya hecho posible llevar a los lectores de esta revista “consuelo de las Escrituras” y la guía confiable que solamente la Palabra de Dios, la Biblia, puede proveer. (Sal. 119:105; Rom. 15:4) Sin embargo, los publicadores no se atribuyen honra. Procuran ser “enseñados por Jehová,” el Altísimo.—Juan 6:45.

Esta confianza en Jehová ha sido una bendición, y ha habido evidencia del apoyo divino. Para el primer número de La Atalaya hubo solo 6.000 ejemplares en un solo idioma, inglés, y esta publicación salía una sola vez al mes. Hoy día, se imprimen más de 9.000.000 de ejemplares dos veces al mes. Además, La Atalaya se publica ahora en 82 idiomas. Este aumento lo atribuimos a Dios.—Zac. 4:6.

SOSTENIENDO LA PALABRA DE DIOS

Desde su principio, esta publicación ha sostenido o defendido las verdades fundamentales de la Biblia. Por ejemplo, en su número de agosto de 1882 declaró: “Con confianza sostenemos que el nombre Jehová nunca se aplica en la Escritura a otro aparte del Padre.” En reconocimiento del papel del Hijo de Dios, el primer número dijo que el “mérito para con Dios está . . . en el sacrificio perfecto de Cristo.”

A través de los años, La Atalaya ha presentado también verdades bíblicas como las que tienen que ver con la condición de los muertos, la esperanza de la resurrección y el reino de Dios. (Ecl. 9:5, 10; Dan. 2:44; 7:13, 14; Hech. 24:15) Entre las voces en protesta a esto se destacó con especialidad la del clero de la cristiandad. ¿Por qué? Porque estas verdades contradijeron muchas de las enseñanzas del clero, tales como las de la inmortalidad del alma, el purgatorio, el tormento eterno y la Trinidad.—Eze. 18:4; Juan 14:28.

Desde el mismo principio, La Atalaya en su edición en inglés mostró que en la segunda venida de Cristo su parousia sería una presencia invisible de él como poderosa persona de la región de los espíritus. (Mat. 24:3; 1 Ped. 3:18) Sus primeros números (marzo y junio de 1880) señalaron a 1914 E.C. como un año de importancia decisiva. Ese año habría de marcar el fin del período de 2.520 años llamado los Tiempos de los Gentiles, durante el cual las naciones no judías gobernarían la tierra sin la interferencia de reino alguno de Dios.—Luc. 21:24, Versión Moderna.

Por supuesto, aunque esta revista ha publicado material iluminador de esa índole, no alegamos infalibilidad. Es a Jehová Dios a quien con agradecimiento acudimos para recibir instrucción espiritual. (Sal. 119:169) Para toda claridad en punto de vista, hemos dependido del espíritu santo, o fuerza activa, de él. Ese espíritu “escudriña . . . las cosas profundas de Dios.”—1 Cor. 2:10.

“BUENAS NUEVAS” TIENEN QUE DECLARARSE

Sin embargo, el verdadero cristianismo no consiste solo en escudriñar las Escrituras y aprender la verdad. Jesús dio a sus discípulos la comisión de ‘ir y hacer discípulos,’ y dijo que las “buenas nuevas” tenían que predicarse en todas las naciones.—Mat. 28:19, 20; Mar. 13:10.

Fue apropiado, pues, que nuestro número de abril de 1881 contuviera un artículo intitulado “Se solicitan 1.000 predicadores.” Con el tiempo, una cantidad de personas respondió a esta llamada. Muy significativamente, otro número de esta publicación declaró: “¿Está usted predicando? Creemos que ninguno será de la manada pequeña [de los seguidores ungidos de Cristo] aparte de los predicadores. . . . Sí, a todos se nos llamó para sufrir con él y para proclamar esas buenas nuevas.”

AFRONTANDO EL DESAFÍO DEL CAMBIO DE ACTITUDES

Los proclamadores de las “buenas nuevas” ciertamente se encararon a desafíos hacia fines del siglo 19. Es verdad que había habido cambios en el modo de vivir en muchos países. Para los años ochenta del siglo pasado había algunos teléfonos, luces eléctricas y tranvías eléctricos. En la década final del siglo pasado aparecieron unos cuantos “coches sin caballos,” o automóviles. Pero para los que declaraban las “buenas nuevas” el reto era los cambios de actitud para con la Biblia.

Carlos Darwin había abrazado la teoría de la evolución del hombre, en su obra de 1859 Origen de las especies. Con el tiempo, la teoría de la evolución, la alta crítica de la Biblia y otras cosas similares presentaron un desafío a los que defendían la Palabra inspirada de Dios.

La Atalaya siempre se ha esforzado por enfrentarse al desafío del cambio de actitudes. Por ejemplo, el número de marzo de 1885 contenía un artículo intitulado “La evolución y la Era del Cerebro.” Por supuesto, en las páginas de esta publicación con frecuencia se ha probado que la teoría de la evolución es falsa.

Pero, ¿qué hay de otros críticos de la Biblia? Algunos alegaban que el profeta Isaías se había equivocado al llamar a Sargón rey de Asiria, puesto que la historia seglar no lo mencionaba. (Isa. 20:1) Pero la Watch Tower de enero de 1886 demostró que la Biblia tenía razón.

Estos son simplemente ejemplos. A través de los años, esta publicación sigue publicando información que prueba que las Escrituras son “la palabra de Dios.” (1 Tes. 2:13; 2 Tim. 3:16, 17) Lo que ha capacitado a La Atalaya a enfrentarse al desafío del cambio de actitudes ha sido confianza en Jehová y la Biblia.

ABOGANDO POR EL REINO

A través de los años, La Atalaya misma ha experimentado algunos cambios. Por ejemplo, la edición en inglés, una publicación de 16 páginas, se convirtió en publicación quincenal en 1892, y para 1908 la tirada había aumentado a 30.000 ejemplares por número. Comenzando en 1909, fue llamada “The Watch Tower and Herald of Christ’s Presence” (La Torre del Vigía y Heraldo de la Presencia de Cristo). Más tarde, un paso significativo se dio con el número de marzo de 1939, cuando se dio a esta publicación el nombre de “The Watchtower Announcing Jehovah’s Kingdom” (La Atalaya... anunciando el reino de Jehová). Vino un cambio de formato con el número del 15 de agosto de 1950 en inglés, a una publicación de 32 páginas. Desde entonces, dibujos y ajustes en la cubierta han hecho más atractiva su apariencia.

Pero en cuanto a defender la Palabra de Dios y Sus propósitos, La Atalaya no ha cambiado en absoluto. Hasta este día, sigue abogando por el gobierno de Dios, “Anunciando el reino de Jehová.” Además, esta publicación se ha mantenido vigilante al llamar atención a ‘mantenernos despiertos’ en sentido espiritual. También ha avisado a sus lectores de indicaciones de que estamos en los “tiempos críticos” que señalan a los “últimos días.”—Mat. 24:3-14; Luc. 21:10-36; 2 Tim. 3:1-5.

Cuando los Tiempos de los Gentiles terminaron, las naciones estaban llegando a estar cada vez más envueltas en la primera guerra mundial, una que al fin quitó aproximadamente 10.000.000 de vidas. Después se propuso la Liga o Sociedad de las Naciones, y entre sus apoyadores entusiásticos estuvieron la Iglesia Anglicana y las iglesias canadienses. El 18 de diciembre de 1918, el Concilio Federal de las Iglesias de Cristo en América (compuesto de representantes de varias confesiones protestantes) envió al presidente estadounidense Woodrow Wilson la Declaración que había adoptado: “Tal Sociedad no es meramente un expediente político; es más bien la expresión política del Reino de Dios en la Tierra.” Pero desde 1919 en adelante la revista conocida hoy en español como La Atalaya mostró denodadamente que la Liga de las Naciones fracasaría.

Con el comienzo de la segunda guerra mundial en 1939, la Liga de las Naciones entró en inactividad. Aquel terrible conflicto ardía en toda su furia en 1942, cuando los testigos de Jehová se reunieron en una asamblea y oyeron el absorbente discurso público: “Paz... ¿será duradera?” “Conforme progresaba la conferencia,” informó en 1943 La Atalaya en su edición en español, “el auditorio veía con visión mental un cuadro delineado con palabras conforme al Rev. capítulo diecisiete de Apocalipsis, y vió la identidad de la bestia de color escarlata que ‘no es’ ahora pero la vieron lista para subir del abismo para llegar a ser ‘la bestia que fué, y no es, y volverá a estar presente’, esta vez con la religiosa ramera babilónica colgando sus piernas desde su lomo. Pero esto será solo por ‘una hora’ en lo futuro, y luego la ramera es desmontada y destruida, y el ‘Rey de los reyes, y Señor de los señores’ destruye a esta ‘bestia de la paz’ . . . con sus siete cabezas y diez cuernos.” Aun antes de que la Liga reapareciera como la Organización de las Naciones Unidas en 1945, La Atalaya declaró valerosamente que lo que establecerá la paz duradera será solamente el Reino de Dios.

ANUNCIANDO EL REINO

Después de la I Guerra Mundial, la obra de declarar las “buenas nuevas” había adquirido ímpetu. Recibió empuje especialmente en 1922 durante una asamblea cristiana que se celebró en Cedar Point, Ohio, E.U.A. Repitiendo la llamada a acción que se hizo en aquella asamblea, The Watch Tower instó a ‘anunciar, anunciar, anunciar al Rey y su reino.’

Al fin de los años veinte vino el desplome de la bolsa de valores de Nueva York y la gran Depresión Económica. Sin embargo, a pesar de las dificultades que hayan experimentado en sentido económico, los cristianos dedicados llegaron a un punto prominente de su historia en 1931. Reunidos en una asamblea, con entusiasmo adoptaron una resolución (que a principios de 1932 se publicó en español en La Torre del Vigía), en la cual declararon: “Gozosamente aceptamos el nombre que la boca de Jehová Dios ha pronunciado, y deseamos ser conocidos como y llamados por el nombre, de testigos de Jehová.”—Isa. 43:10-12.

ALIMENTO “A SU DEBIDO TIEMPO”

Un objetivo de La Atalaya, como se declaró en su primer número, fue “dar el ‘alimento al debido tiempo’ a la ‘casa de la fe.’” (Luc. 12:42; Gál. 6:10, Versión Autorizada) Agradecemos el que por medio de estas páginas haya sido posible dirigir atención a la Biblia y así suministrar alimento espiritual para beneficio, no solo de los seguidores ungidos de Cristo, sino también de la “grande muchedumbre.”—Mat. 24:45; Rev. 7:4-10.

A modo de ilustración, sírvase considerar los años 1933 a 1945, cuando el “Tercer Reich” de Adolfo Hitler trató de exterminar a los testigos de Jehová en el Reich alemán. Las actividades de los Testigos fueron proscritas y 6.019 de ellos arrestados. Dos mil sufrieron en los campos de concentración. Un total de 635 Testigos murieron en prisión, 203 ejecutados. Pero se mantuvo la fortaleza espiritual, en parte debido al recuerdo de material previamente publicado en La Atalaya, y porque se logró introducir en los campos de concentración información bíblica en nuevos artículos, y los Testigos los consideraron. Un ejemplo notable de alimento espiritual “a su debido tiempo” lo fue el artículo de La Atalaya: “Neutralidad,” publicado originalmente en inglés hacia fines de 1939, y en español en marzo de 1940. Este artículo fortaleció a los Testigos como cristianos neutrales.—Juan 17:16.

La oración, el confiar en Jehová y el sentir aprecio por el alimento espiritual fortalecen la fe. Por eso, La Atalaya publicó estas palabras de una víctima de los campos de concentración que escribió en su última carta: “En vista del hecho [de] que no cambié mi objeción decretaron la sentencia de muerte . . . . Siento una paz, una tranquilidad, cosa que no podéis imaginaros . . . . Mis queridos, cumplid con esto, mi deseo: sed fieles y fuertes, para que podamos volvernos a ver pronto y para siempre.”

Durante el mismo tiempo, los cristianos verdaderos de otros lugares también aprovecharon el alimento espiritual “a su debido tiempo,” como se publicaba en esta revista. Desde 1933 a 1951, miles de Testigos fueron arrestados en los Estados Unidos, muchos porque eran neutrales cristianos. Además, por lo menos 1.500 ataques por chusmas contra los Testigos ocurrieron en ese país. Pero ellos combatieron en los tribunales y con frecuencia salieron victoriosos, dejando marca indeleble como combatientes por las libertades civiles.

En 1945, cuando cayeron bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en el Japón, el mundo entró en una era de temor e incertidumbre. En 1957 los rusos pusieron en órbita el primer satélite terrestre hecho por el hombre, y la era del espacio se convirtió en realidad. Durante los años sesenta, en varios lugares hubo perturbaciones civiles, y el nacionalismo fue aumentando. La Atalaya se esforzó por suministrar alimento espiritual oportuno. Un ejemplo de esto parece haber sido el de los artículos de 1962 sobre sujeción relativa a las “autoridades superiores” gubernamentales.—Rom. 13:1-7.

MANTÉNGASE VIGILANTE

Hoy vivimos en tiempos turbulentos. La contaminación presenta amenazas a la salud y la vida. Frecuentemente predomina el egoísmo, la gente padece hambre, y sufre de otras maneras. Pero Jehová promete “causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18) Por eso, hay “buenas nuevas,” y esta revista continúa dando ese mensaje.

Ya por 100 años La Atalaya ha estado vigilando, atalayando, en sentido espiritual. Si es la voluntad de Jehová, seguirá atalayando. Sinceramente esperamos que usted siga manteniéndose despierto y vigilante con esta publicación, esperando con confianza el tiempo en que Jehová Dios libere a las personas de corazón sincero y honrado y las introduzca en las plenas bendiciones de sus prometidos “nuevos cielos” y “nueva tierra.”—2 Ped. 3:11-13.

[Ilustración de las páginas 4 y 5]

EL FIN DE LOS TIEMPOS DE LOS GENTILES

“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová”

[Ilustración de la página 6]

Los Tiempos de los Gentiles terminan en octubre de 1914

[Ilustración de la página 7]

“Nuestro nuevo nombre.” Número del 15 de octubre de 1931 en inglés

[Ilustración de la página 8]

1939—Color nuevo

1950—Tamaño nuevo

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