‘Los que dejan a Jehová perecerán’
Durante el tiempo del profeta Isaías, muchos de los habitantes de Jerusalén y de la tierra de Judá eran infieles a Jehová, el Dios de ellos. Estaban empapados en las prácticas idolátricas. Por lo tanto, fue contra ellos contra quienes Jehová dirigió estas palabras por medio de Isaías: “Los que dejan a Jehová se desharán. Porque ellos se avergonzarán de los poderosos árboles que ustedes desearon, y ustedes quedarán corridos a causa de los jardines que ustedes han escogido.”—Isa. 1:28, 29.
La gente ofrecía sacrificios y quemaba incienso a deidades falsas en los jardines o en arboledas sagrados. (Isa. 65:3; 66:17) “Los poderosos árboles” también desempeñaban un papel en aquella idolatría. Cuando llegara el tiempo para la ejecución de los juicios de Jehová, los árboles y jardines sagrados resultarían ser causa de vergüenza para los idólatras. Las deidades a las cuales habían servido no podrían resguardarlos o protegerlos del día de la ira.
La profecía de Isaías continúa así: “Porque ustedes llegarán a ser como un árbol grande cuyo follaje está marchitándose, y como un jardín que no tiene agua.” (Isa. 1:30) Al transferir así la figura del “árbol grande” y del “jardín” a los idólatras, la profecía mostró que la gente infiel se ‘marchitaría’ por el calor de la cólera de Dios, y se secaría como un jardín en la temporada de sequía. “Y,” pasa a decir el profeta, “el hombre vigoroso [el idólatra] ciertamente llegará a ser estopa [como las partes combustibles sueltas y bastas de la fibra de lino], y el producto de su actividad [el ídolo] una chispa; y ambos [el idólatra y el ídolo] ciertamente se harán llamas al mismo tiempo, sin que haya quien extinga.” (Isa. 1:31) ¡Qué vigorosa advertencia contra la idolatría! Indiscutiblemente, ‘los que dejan a Jehová perecerán.’