BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w80 15/11 págs. 28-30
  • ¿Ha tratado usted de reparar la ofensa?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Ha tratado usted de reparar la ofensa?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • NECESARIO ESFORZARSE POR REPARAR LA OFENSA
  • AYUDAS PARA DAR EL PASO
  • CÓMO PROCEDER
  • Zanjando dificultades con amor cristiano
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1965
  • Qué hacer cuando se ofende a alguien
    ¡Despertad! 1996
  • ¿Cómo resuelve usted las diferencias?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
  • Resolvamos los desacuerdos con amor
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (lenguaje sencillo) 2016
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
w80 15/11 págs. 28-30

¿Ha tratado usted de reparar la ofensa?

“¡MIREN! ¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos moren juntos en unidad! Es como el rocío de Hermón que viene descendiendo sobre las montañas de Sión.” (Sal. 133:1, 3) Es realmente agradable ver a los miembros de una familia o de una congregación cristiana morando juntos en amorosa unidad, trabajando juntos en armonía. Pero, debido a la naturaleza humana, tal ambiente no siempre es fácil de mantener. A veces requiere verdadero esfuerzo.

Se puede ilustrar esto con un relato de la vida real: Entre los músicos que tocaban juntos con regularidad en una orquesta compuesta de 10 personas había un escocés bromista que tocaba la viola y un alemán serio que tocaba el violonchelo. Debido a que sus temperamentos eran tan opuestos, a veces surgían conflictos entre ellos y poco a poco llegó a haber una barrera entre los dos. El que tocaba el violonchelo aparentemente estaba causando agravios al que tocaba la viola. Por algún tiempo el primero no hizo caso del asunto, pues razonó: ‘Después de todo, Jesús dijo que si tu hermano te ofende debes ir a él. Así, si yo le he dado causa para que se sienta ofendido, que él venga a mí.’ Pero un día el violonchelista estaba leyendo la Biblia y halló las siguientes palabras de Jesús: “Si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu presente delante del altar, y vete, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces . . . ofrece tu presente.”—Mat. 5:23, 24, Versión Valera.

Aquellas palabras le dieron un sacudión al violonchelista. Ya no podía dejar la carga de efectuar una reconciliación sobre los hombros de su hermano, el que tocaba la viola; él mismo se sintió obligado a dar el primer paso. Por lo tanto, inmediatamente fue a hablar a su hermano ofendido y ¿qué descubrió que éste estaba haciendo en aquel momento? ¡Estaba escribiendo una carta de queja al presidente de su organización, en la cual detallaba los agravios que el violonchelista le había causado! Los dos consideraron el asunto con franqueza y esto resultó en una reconciliación que produjo buenas relaciones duraderas. ¡Cuánto se alegró el violonchelista de haber hallado aquel texto bíblico aquella mañana y de haber obrado en armonía con éste inmediatamente!

NECESARIO ESFORZARSE POR REPARAR LA OFENSA

Dado que todos somos imperfectos, es inevitable que surjan desacuerdos. Tal vez en el caso suyo no se trate de que usted haya ofendido a nadie, sino de que alguien haya cometido una ofensa contra usted. La cuestión es: ¿Qué hará usted en cuanto a esto? ¿Tratará de reparar la ofensa?

¿Ha dejado usted de hablar a la persona que le ha ofendido, o la está tratando con indiferencia? ¿Está desvelándose usted por las noches, pensando en lo poco amable que fue su prójimo para con usted? Quizás usted se pregunte por qué él no quiere acercarse a usted para pedirle perdón por el mal que le ha hecho. Si tal es el caso, bien pudiera ser que el daño que usted se esté causando a usted mismo sea mayor aún que el que su prójimo le ha hecho. Hasta pudiera ser que éste no se haya dado cuenta en absoluto de que lo haya ofendido a tal grado. Claro, él habrá reconocido que no demostró la debida bondad en lo que dijo o hizo, pero tal vez no tenga idea alguna del efecto que ello ha tenido en la vida de usted.

¿Por qué permitir que una relación tan tirante continúe, de modo que lo prive a usted de su gozo? Recuerde que se les dice a los siervos de Dios que ‘el gozo de Jehová es la fortaleza de ellos.’ (Neh. 8:10) Si usted ha presentado el asunto a Dios en oración y ha tratado de perdonar y olvidar, pero halla que no puede hacerlo, o si todavía parece haber razón para que se sienta agraviado, entonces tiene que abordar a su hermano y tratar de reparar la ofensa. La Palabra de Dios dice que usted tiene que tomar la iniciativa: “Habla con él . . . y hazle reconocer su falta. Si te hace caso, ya has ganado a tu hermano.” (Mat. 18:15-17, Versión Popular) Aunque esto se aplica específicamente a asuntos de gran seriedad, es también un principio general que los cristianos siguen en asuntos de menos importancia.

AYUDAS PARA DAR EL PASO

Puede decirse que el asunto fundamental es la comunicación. La comunicación entre ustedes dos se ha roto y el problema es restablecerla. Tratándose de un rompimiento en la comunicación entre dos personas cristianas, una de éstas debería estar dispuesta a hacer algún esfuerzo por mejorar la situación.

Claro está que no le será fácil a usted tomar la iniciativa. ¿Qué le ayudará a hacerlo? Un factor es la humildad. ¿Por qué la humildad? Porque casi siempre el orgullo es lo que nos impide reparar rupturas en la comunicación. Requiere humildad el ir uno al que lo ha ofendido y tratar de explicarle en qué ha consistido la falta de éste, y de qué manera él ha herido a uno. Muchas riñas entre enamorados han quedado sin reparación simplemente porque la persona herida fue demasiado orgullosa para dar a saber que se le había herido.

Otra cualidad que le ayudará es la empatía, que se ha definido como “el penetrar de lleno, mediante la imaginación, en los sentimientos y motivos de otra persona.” En otras palabras, significa ponerse en el lugar de la otra persona. Sí, simplemente imagínese que usted se encuentra en la situación de su prójimo. Suponga que usted ha ofendido a alguien, pero sin estar plenamente al tanto de ello. ¿No quisiera usted que aquella persona le llamara esto a su atención?

El asunto se puede ilustrar de manera muy sencilla: Suponga que usted haya tomado prestada una suma de dinero, tal vez solamente cinco dólares, porque sucedió que le faltó dinero. Pero después usted se olvidó por completo de este dinero y nunca lo devolvió. ¿No apreciaría usted el que la otra persona le mencionara esto discretamente? ¡Claro que sí! Jesús dijo que si hacíamos daño a alguien éramos, de hecho, deudores para con aquella persona. Por lo tanto, si alguien le ha ofendido, ¿no debería usted abordar a esa persona y darle el beneficio de la duda, a fin de que ella pueda rectificar los asuntos entre ustedes dos? Sin duda ella se alegrará mucho de que usted le haya hablado sobre ello.

Sobre todo, el amor desinteresado basado en buenos principios le ayudará a reparar la ofensa. Usted no quiere ver que su hermano se haga egoísta y desconsiderado, de modo que esté emprendiendo un camino que muy bien pudiera conducirlo a crearse mayores dificultades para sí mismo y crearlas para otros, ¿verdad? (Lev. 19:17) El que usted se interese de todo corazón en el bienestar espiritual de su hermano le impulsará a hacer un esfuerzo especial por ayudar a éste en todo lo que pueda. Como lo describe el apóstol, el amor desinteresado es sufrido, no busca sus propios intereses, no lleva cuenta del daño, no se regocija en la injusticia, sino en la verdad. Soporta, cree, espera, y aguanta todas las cosas, y además, nunca falla. Tal amor le impulsará a tratar de reparar la ofensa.—1 Cor. 13:4-8.

CÓMO PROCEDER

El que sus esfuerzos hayan de resultar en éxito bien pudiera depender de cómo usted proceda. Es muy importante proceder con un espíritu de amor, no con la idea de probar que la otra persona está en el error y que usted tiene la razón, sino con la idea de efectuar una reconciliación; como lo expresan las Escrituras, a fin de que usted pueda ‘ganar’ a su hermano. Asegúrese de mantener un espíritu tranquilo y el dominio de usted mismo. Espere hasta un tiempo en que usted no esté agitado por la emoción. Si lo está, usted mismo lleva la culpa si recibe una respuesta negativa y cargada de emoción. Sí; es necesario que uno controle sus emociones y se mantenga tranquilo.

También es necesario desplegar tacto o prudencia. Siga el ejemplo del profeta Natán, quien abordó al rey David de manera discreta para decirle cómo Jehová Dios consideraba el pecado que el rey había cometido con Bat-seba. Natán empezó por usar una ilustración que David podía evaluar de manera objetiva. ¡Si Natán hubiera dicho de una vez cuán reprensible era a los ojos de Dios el pecado de David, éste tal vez habría procurado justificarse, o quizás le hubiera dicho a Natán que no se entremetiera en asuntos ajenos, o hasta pudiera haber amenazado con hacerle algún daño!—2 Sam. 12:1-15.

También se puede aprender del ejemplo de la reina Ester. Ella se preparó bien antes de presentar su importante petición a su esposo, el rey Asuero. (Ester 5:3-8; 7:1-10) Por supuesto, la situación de usted no se parece en nada a la de ella; la vida de usted y la de su pueblo no están en peligro. Pero el principio básico es el mismo, a saber, si a usted le importa grandemente el resultado final, y éste le debería importar, entonces asegúrese de presentar su caso de la manera más favorable.

Esto se puede ilustrar con otro relato de la vida real: Había un director de orquesta que tenía una pianista muy hábil y extremadamente fiel, pero, lamentablemente, ella era demasiado sensible y tenía bastante mal genio. Cuando se le criticaba, tendía a “estallar.” Por lo tanto, cuando él tenía que sugerirle algo a manera de crítica constructiva, primeramente consideraba de modo informal varios asuntos que eran de interés mutuo para los dos, y luego, cuando ambos parecían estar en una disposición de ánimo amigable y tranquila, él presentaba de manera discreta y bondadosa el asunto que necesitaba llamar a la atención de ella.

Pero vamos a suponer que su hermano no le escucha. ¿Entonces qué? Entonces usted tendría que decidir hasta qué grado está envuelto algún principio en el asunto y hasta qué grado usted podría permitir que ‘el amor cubra una multitud de pecados.’ Si es en realidad un asunto serio, usted tendría que proceder en armonía con las instrucciones adicionales que da Jesús de llevar consigo a dos testigos. Pero, por lo general, tal paso no debería ser necesario.—Mat. 18:16; 1 Ped. 4:8.

Por supuesto, todo lo susodicho es igualmente aplicable si la situación es al revés, es decir, si usted tiene razón para creer que ha ofendido a otro, como en el caso del violonchelista que ofendió al que tocaba la viola. De hecho, si tal fuera el caso, el consejo que se acaba de dar sería aplicable con más vigor aún. Suponga que alguien le haya ofendido. ¿No sentiría usted alivio si esa persona lo abordara a usted, y le ahorrara así la necesidad de ir a ella para rectificar el caso?

Una conciencia sensible le será particularmente útil en tal situación. Esto significa tener un sentido agudo de lo que es correcto y de lo que es incorrecto, y un deseo de hacer lo correcto. Cuando le hemos causado daño a otro estamos endeudados con éste y debemos querer ser honrados por medio de pagar nuestras deudas al rectificar los asuntos entre nosotros. —Mat. 6:12.

Pero puede ser que sus esfuerzos fracasen. “Un hermano ofendido (resiste) más que una fortaleza,” dice el proverbio. (Pro. 18:19, Straubinger) Puesto que él ha juzgado mal sus motivos, tal vez usted sencillamente no pueda hacer nada para ayudarle a ver el punto de vista suyo. Si así es, entonces dependerá de cuán grave sea el asunto el que usted quiera o no proseguir con el caso mediante acudir, por ejemplo, a la ayuda de un anciano de la congregación cristiana.

Realmente debemos tratar de reparar la ofensa si hay alguna mala voluntad entre nosotros y un compañero cristiano. Después de todo, ¿no es bastante el que los cristianos tengan que contender con el mundo inicuo, con las maquinaciones del Diablo y con sus propias debilidades heredadas sin que estén contendiendo, además, los unos con los otros? Cuando hay agravios, y la oración y los esfuerzos por perdonar y olvidar no han logrado mejorar la situación, entonces simplemente tenemos que hacer algo en cuanto al asunto. Si usted ha ofendido a otro, ponga en práctica Mateo 5:23, 24. Si otro lo ha ofendido a usted, y la ofensa es seria, ponga en práctica Mateo 18:15-17. Al hacerlo, usted estará haciendo su parte para promover el ambiente agradable que existe cuando los hermanos moran en amor, paz y unidad. Usted también estará demostrando que es discípulo de Cristo.—Juan 13:34, 35.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir