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  • ¿Qué sistema de gobierno sigue su familia?

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  • ¿Qué sistema de gobierno sigue su familia?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
w81 1/5 págs. 28-29

¿Qué sistema de gobierno sigue su familia?

TAL vez usted opine que hay gran diferencia entre manejar un hogar y gobernar un país. Una cosa parece mucho menos complicada que la otra. Pero al examinarlas de cerca se ve que son muy similares. Después de todo, originalmente las naciones fueron grupos familiares que alcanzaron expansión. (Gén. 10:5) Muchos de los sistemas de gobierno que son populares hoy en día tienen un paralelo en hogares modernos. El examinar algunos de estos paralelos puede ser de beneficio para nosotros.

La mayoría de los países de Occidente profesan la democracia: gobierno del pueblo por el pueblo. Bajo tal régimen, se da mucha importancia a las libertades personales. Para afirmar su libertad de expresarse y de obtener lo que desean, algunas personas recurren a marchas de protesta y a huelgas, lo cual trastorna la vida de otras. En algunas familias, los asuntos marchan de manera similar, pues cada miembro insiste en ‘hacer lo suyo’ y protesta fuertemente si le parece que se le está privando de sus derechos.

¿Le parece que está familiarizado con eso? Si usted responde afirmativamente, quizás haya notado que tal situación no resulta en felicidad ni contribuye a formar fuertes vínculos de familia. Pero el pensar en el bienestar total de la familia, y el hacer algo en cuanto a ello, resulta en mayor felicidad personal.

Muchos países democráticos tienen gobiernos de coalición. Debido a que el partido más grande no tiene, de lleno, mayoría, se considera necesario formar una alianza, “un matrimonio de conveniencia” con un partido más pequeño. De hecho, el partido más pequeño que forma la coalición recibe el derecho de veto. Sin su aprobación, no pueden adoptarse proyectos de ley. Tiene el poder de derrocar al partido regente por medio de dar sus votos al partido de la oposición.

Algunos matrimonios funcionan de manera similar. El esposo tiene la voz de más peso, pero la esposa usa su posición para vetar todo lo que a ella no le gusta. Cuando él propone que se tome alguna medida que no es popular, ella y los niños tal vez se junten para expresar desacuerdo. Esto debilita la organización de la familia a tal grado que el esposo quizás simplemente deje de preocuparse por la dirección que tomen los asuntos. Bajo tales circunstancias, puede ser que la esposa note que el esposo no está atendiendo ciertas responsabilidades, como la de disciplinar a los hijos. Pero ella no se da cuenta de que en gran medida ella es culpable por esta situación. En vez de obrar de una manera que debilite la autoridad de su esposo, la esposa cristiana se coloca en sujeción a él. Por su parte, el esposo debería seguir amando a su esposa y no encolerizarse con ella. (Col. 3:18, 19) La estabilidad que resulte será de beneficio a todos los miembros de la familia.

Por otra parte, una esposa fácilmente puede adoptar el papel de opositora oficial: llama la atención a todo lo que su esposo debería hacer, como reparar el techo, pintar la casa, arreglar el automóvil, cortar el césped. Claro, ella sabe que no se espera que ella haga estas cosas. Si ella va un paso más allá y le recuerda todas las faltas y fallas que él tiene, logrará convencerlo de que no tiene confianza en él. No obstante, un matrimonio es una relación demasiado delicada para tratarla de esa manera. Dentro del círculo de la familia, cada miembro tiene que desplegar confianza en los demás. Son muchas las cosas constructivas que pueden hacerse, de modo que es innecesario —y demuestra poco amor— el que cada uno saque a relucir las faltas menores de los otros. Si usted está buscando faltas, busque las que realmente puede remediar... las suyas.—Pro. 14:1.

¿Hemos de concluir que se confía al esposo autoridad absoluta y que éste puede hacer exactamente lo que quiera? No; eso no es lo que la Biblia enseña. Sí dice que el esposo es cabeza del hogar. (Efe. 5:22, 23) Pero, ¿se trata de una especie de dictadura benigna como la que procuran ejercer algunos gobernantes hoy en día? No, pues la autoridad del esposo es limitada. El esposo cristiano está sujeto a los gobiernos locales y nacionales, a los ancianos de la congregación y, sobre todo, a Dios y Cristo. (1 Cor. 11:3; Tito 3:1; Heb. 13:17) Además, las Escrituras exigen que el esposo y padre cristiano ejerza su jefatura con amor.—Efe. 5:25-30, 33; 6:4.

En la sociedad moderna, la sujeción es algo desagradable para muchas mujeres, pero un punto de vista equilibrado puede cambiar esta idea. La persona que está en posición de autoridad tiene mayor responsabilidad, y por consiguiente más problemas, que la que está en sujeción. El hijo está en sujeción a sus padres, pero esto no le impone ninguna dificultad. No obstante, los padres tienen que ocuparse de alimentarlo, vestirlo y educarlo. Por lo tanto, la sujeción del hijo realmente da a éste mayor libertad. La persona que tiene autoridad está sujeta a muchas demandas. Una madre tiene autoridad sobre su hijo. Pero cuando el bebé enferma y llora incesantemente, ella es la que tiene que someterse a las necesidades y demandas del bebé. El esposo es cabeza de la familia. Pero él también se ve sujeto a muchas circunstancias y obligaciones que le imponen exigencias. Claro, el esposo nunca debería considerar que el efectuar tareas a favor de su esposa e hijos debilita la autoridad que él tiene. Los más fuertes tienen que ayudar a los más débiles. —Rom. 15:1, 2.

El mejor arreglo gubernamental para los humanos en lo doméstico, nacional o internacional es el gobierno teocrático: régimen por Dios. Hasta que el reino de Dios ejerza plena autoridad sobre la Tierra, los cristianos siguen estando en sujeción relativa a cualquier forma de gobierno que esté en poder en la parte del mundo donde vivan. Lo hacen sin llevar a cabo campañas para reforma ni procurar reemplazar tal régimen. (Rom. 13:1, 2) Igualmente, el cristiano que viva en un hogar donde el cabeza de la familia no sigue el orden que se recomienda en las Escrituras no debe desempeñar un papel que cause trastornos. La esposa y los hijos cristianos siguen estando en sujeción al cabeza en todo asunto que no viole las leyes de Dios. (Hech. 5:29; 1 Ped. 3:1) El que pacientemente ejerzan humildad y sujeción relativa está en armonía con la voluntad de Dios, y el que se adhieran al papel que Dios les ha asignado demuestra que confían en él. Además, los esposos, al ejercer jefatura con amor, demuestran que están sujetos a Dios.

Entonces, ¿qué sistema de gobierno sigue su familia? ¿Es una “dictadura en miniatura,” o quizás un arreglo en el cual ‘cada cual hace lo suyo’? ¿Desempeña el cabeza de familia de manera amorosa el papel que Dios le ha asignado? ¿Cooperan los demás miembros de la familia, y muestran el debido respeto? Además, ¿está usted personalmente siguiendo el ejemplo de Cristo y de su congregación? No cabe duda de que el hacer las cosas de la manera que Dios prescribe resultará en el mayor grado de unidad y felicidad para su familia.

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