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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
w81 1/7 pág. 31

Preguntas de los lectores

● ¿Debe entenderse que las palabras de Jesús en Mateo 18:18-20 significan que el cielo está sujeto a las decisiones que tomen los hombres en la Tierra?

Estos versículos dicen: “En verdad les digo: Cualesquier cosas que aten sobre la tierra serán cosas atadas en el cielo, y cualesquier cosas que desaten sobre la tierra serán cosas desatadas en el cielo. Otra vez les digo en verdad: Si dos de ustedes sobre la tierra convienen acerca de cualquier cosa de importancia que soliciten, se les efectuará debido a mi Padre en el cielo. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

Como lo muestran la Traducción del Nuevo Mundo (de la cual se ha citado aquí) y otras traducciones, las cosas que son “atadas” o “desatadas” en la Tierra son cosas que ya han sido “atadas” o “desatadas” en el cielo. Las palabras griegas que se utilizan aquí significan literalmente “habiendo sido atadas” o “habiendo sido desatadas,” las cuales están en tiempo perfecto, voz pasiva. En otras palabras, el tiempo del verbo da a entender que ya se había decidido en cuanto a la acción en el cielo y que ésta simplemente se refleja en lo que subsecuentemente deciden en la Tierra los que desean reflejar la “sabiduría de arriba.” (Sant. 3:17, 18) “Atadas” se referiría a hallar culpable y merecedor de castigo a alguien; “desatadas” se referiría a hallar inocente a alguien.

Estas palabras de Jesús vienen después de su consideración del procedimiento que debe seguirse si un siervo de Dios tiene una “culpa” grave que considerar con su hermano. (Mt 18 Versículos 15-17) Esto pudiera llevar a que la “congregación” considerara esta acusación por el hecho de que el asunto llegaría a estar ante hermanos responsables de la congregación para que éstos lo examinaran y juzgaran. Si se probara que la acusación fuera verdadera y suficientemente grave, y el individuo no mostrara arrepentimiento, el resultado sería que al individuo se le consideraría como “hombre de las naciones y como recaudador de impuestos.” Sería expulsado. Por supuesto, todo esto requeriría deliberaciones. Y a estas deliberaciones hizo referencia Jesús en los Mt 18 versículos 18 a 20.

Puesto que mediante Jesús vendría espíritu santo sobre los discípulos de Jesús desde el Pentecostés del 33 E.C. en adelante, se podría decir que “donde están dos o tres reunidos en mi nombre [el de Jesús], allí estoy yo en medio de ellos.” Todos los que se reunieran para examinar el asunto tendrían que estar alertos a la guía del espíritu de Jehová. Particularmente tendrían que pesar los asuntos cuidadosamente a la luz de Su palabra, incluso las instrucciones y enseñanzas de Jesús, para ver lo que Jehová pensaría sobre la supuesta conducta y qué se debería hacer si la evidencia probara que la acusación fuera verdadera y la persona no se arrepintiera. Por supuesto, los que consideraran el asunto imparcialmente pudieran hallar inocente al acusado, o pudiera ser que no hubiera suficiente prueba.

En el primer siglo los cristianos tenían operaciones milagrosas del espíritu santo de Jehová en algunos asuntos de juicio, como sucedió en el juicio de Ananías y Safira. (Hech. 5:1-11; 1 Cor. 12:4-11) Después que cesaron los dones milagrosos del espíritu al morir los apóstoles, los cristianos no han esperado indicaciones milagrosas directamente del cielo en cuanto a cómo decidir algún asunto. (1 Cor. 13:8-13) No obstante, aún tenemos lo que la Palabra de Jehová dice acerca de la conducta apropiada y cómo deben decidirse los asuntos. Podemos, de hecho, determinar lo que ya se ha decidido sobre el asunto en los cielos. Hay que admitir que, debido a la imperfección humana, surgen ocasiones en que se cometen errores en cuanto a juzgar, pero esto solamente da más énfasis a la necesidad de adherirse estrictamente a las instrucciones de la Palabra de Jehová al manejar los asuntos para que haya seguridad de que la decisión que se tome sea la que ya se haya tomado en el cielo.

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