Toda persona necesita esperanza
“LA ESPERANZA fluye eternamente dentro del corazón humano.” Eso fue lo que dijo el bardo inglés Alexander Pope en su “Ensayo sobre el hombre.” Dos mil años antes, el poeta griego Teócrito expresó el asunto de esta manera: “Mientras haya vida hay esperanza.” Mucho antes aún, el sabio judío Salomón escribió: “Tiene más esperanza aquel a quien se concede seguir viviendo.”—Ecl. 9:4, Versión Popular.
Sí, en todas las épocas, hombres de toda clase necesitaron esperanza. Hoy día, hay millones de personas que dicen que la única esperanza que existe es lograr un mundo mejor mediante el comunismo. Creen que los cambios revolucionarios traerán tiempos mejores a las masas. Citan las palabras de Gabriel Péri, un mártir comunista francés, cuando dicen que, gracias al comunismo, las generaciones futuras experimentarán “mañanas felices.” Es verdad que mucha gente ha visto los desilusionadores resultados que han obtenido gobiernos que siguen los principios marxistas, y esto ha desanimado y disgustado a esas personas. Sin embargo, el comunismo todavía es la “esperanza” de millones de personas de la humanidad que están buscando un mundo en que haya justicia social.
El Corán ofrece a unos quinientos millones de musulmanes la esperanza de felicidad eterna en un paraíso llamado “el Jardín” donde los benditos disfrutarán de lujos en sus cuerpos resucitados. Muchos musulmanes tienen aún la esperanza de un milenio o un reinado de 1.000 años de paz en la Tierra antes del Día de Juicio. Los que sean rechazados por Alá serán lanzados dentro del “Lugar Ardiente” para ser atormentados eternamente.
La esperanza de centenares de millones de hindúes y budistas es alcanzar la meta de Nirvana. Para los hindúes, esto representa literalmente que se “apague” o extinga la llama de la vida por medio de ser absorbidos ellos dentro de Brahma o el alma universal impersonal. Para los budistas, Nirvana es “el estado de bienaventuranza perfecta que se logra por la extinción de la existencia individual y por la absorción del alma dentro del espíritu supremo.”
Además, para los centenares de millones de personas que alegan ser cristianos, se dice que la esperanza es una de las tres “virtudes teologales,” junto con la fe y la caridad (o amor). Respecto a estas tres virtudes, la Enciclopedia de M’Clintock y Strong declara: “La fe es la raíz, la caridad es el tronco que lleva frutos y la esperanza es la copa del árbol de la vida cristiana, que alcanza al cielo.”
En armonía con esa obra del protestantismo que indica que la esperanza de los miembros de las iglesias de la cristiandad es la de ir al cielo, The Catholic Encyclopedia, bajo el tema “Esperanza,” dice: “[La esperanza] se define como una virtud Divina mediante la cual podemos con confianza esperar, con la ayuda de Dios, alcanzar la felicidad eterna . . . Todo esto se puede entender solo sobre la base, la cual damos por sentada, de que hay tal cosa como un orden sobrenatural, y de que, bajo la presente providencia de Dios, el único destino final y realizable del hombre reside en ese orden. . . . La esperanza tiene como su principal objetivo la unión con Dios en el cielo.” (Bastardillas nuestras)
Así que la única esperanza que los católicos y la mayor parte de los protestantes tienen ante sí es la de “felicidad eterna . . . en el cielo.” Si esto falla, no tienen esperanza alguna. A Catholic Dictionary dice: “Los malditos en el infierno no pueden tener esperanza, ya que para ellos no puede haber expectativa de salvación.” Dante se imaginó que un aviso colocado en la entrada del infierno decía: “Abandonad toda esperanza, vosotros los que aquí entráis.”
Pero para todos los que creen en Dios y en Cristo, ¿es la alternativa o “la felicidad eterna” en el cielo o una condición desesperanzada de castigo eterno en el “infierno”? Ya que las raíces del cristianismo están profundamente arraigadas en la Biblia, ¿cómo definen las Escrituras la esperanza cristiana y cualquier castigo que haya cuando no se alcance tal esperanza?
Además, ya que a los millones de personas a quienes fascina el comunismo evidentemente no les atrae la “gloria celestial” que las iglesias ofrecen como la única esperanza, ¿pudiera ser que la Biblia ofrezca a estas personas —no por el breve período de una vida, sino para la eternidad— la mismísima esperanza que ellas piensan que han encontrado en el comunismo: un mundo de “igualdad social y económica para todos” en una “sociedad sin clases”?
¿Pudiera ser que la Biblia hasta ofrezca a millones de musulmanes una esperanza que sea parecida a la del “Jardín” paradisíaco que se les ofrece en el Corán, pero sin el peligro de ir a parar al “Lugar Ardiente”?
Y, ¿qué hay de los centenares de millones de practicantes de ciertas religiones orientales a quienes se les ha enseñado que toda existencia material significa sufrimiento, y para quienes, por lo tanto, la vida en la Tierra es un mal? ¿Cancelarían estas personas en Nirvana su existencia individual si pudieran convencerse de que nunca hubo el propósito de que la vida en la Tierra fuera un período de sufrimiento como el que ellos han conocido? ¿No podría la Biblia cambiar su concepto de la vida y darles una esperanza que corresponda mejor con los deseos naturales de criaturas humanas inteligentes?
Teniendo presentes estas preguntas, examinemos la Biblia y la historia religiosa para ver si la única esperanza que se ofrece a la humanidad es la de “ir al cielo.” Y, ya que, de acuerdo con la Biblia, aun antes de la fundación del cristianismo a la humanidad se le había dado una esperanza, retrocedamos para ver qué esperanza tenían los judíos primitivos.