Origen de la esperanza de un reino de mil años
HOY día es poca la diferencia que existe entre las esperanzas y los temores de los católicos, protestantes y judíos comunes. Casi todos ellos creen en la inmortalidad inherente del alma humana y sus creencias relacionadas de dicha celestial en un mundo etéreo o tormento eterno en alguna clase de “infierno.”
Puesto que las religiones de la cristiandad afirman que sus creencias guardan relación con la creencia monoteísta de los judíos, y puesto que aceptan las Escrituras judías como inspiradas, sería interesante ver si tanto las esperanzas de los judíos como las de los “cristianos” de hoy corresponden con la esperanza que se expone en las Escrituras Hebreas y con las creencias antiguas de los judíos.
LA ESPERANZA MESIÁNICA
Sobre la base de textos tales como Génesis 3:15; 22:15-18; 49:10 y Deuteronomio 18:18, para citar solo cuatro de los 456 textos de la Biblia Hebrea que la antigua Sinagoga Judía consideraba textos mesiánicos, ¿exactamente qué estaban esperando los judíos? ¿Cuál era su esperanza?
Una autoritativa obra de consulta, una enciclopedia judía, proporciona la siguiente información: “. . . la idea de un Mesías personal se encuentra por todo el Viejo Testamento. Es el resultado natural de la esperanza futura profética. Isaías fue el primer profeta que dio una descripción detallada del rey ideal futuro. (ix. 1-6 [2-7 en las Biblias no judías], xi. 1-10, xxxii. 1-5). . . . El rey ideal que Isaías espera será un vástago del tronco de Jesé en el cual descansará el espíritu de Dios como espíritu de sabiduría, valor y religión, y quien gobernará en el temor de Dios, con los lomos ceñidos de justicia y fidelidad (xi. 1-3a, 5). No se envolverá en guerra ni participará en la conquista de naciones; los aparejos de guerra serán destruidos (ix. 4 [5]); su único interés será establecer justicia entre su pueblo (ix. 6b [7b]; xi. 3b, 4). La paz y el orden por toda la tierra serán el fruto de su gobierno justo. El cordero no temerá al lobo y el leopardo no hará daño al niño (xi. 8 [6]); o sea, como explica el siguiente versículo, en la santa montaña de Dios ya no se practicarán la tiranía ni la violencia, porque la tierra estará llena del conocimiento de Dios como el agua cubre el mar (compare con xxxii. 1, 2, 16). La gente no aspirará a conseguir grandeza política, sino que llevará una vida pastoril (xxxii. 18, 20). En medio de tales condiciones ideales la nación no puede menos que prosperar; no tendrá que temer el ataque de otras naciones (ix. 6a [7a], xxxii. 15). El recién brotado vástago de Jesé se destacará como guía para otras naciones, y éstas vendrán a él en busca de dirección y arbitraje (xi. 10). Se le llamará correctamente ‘Maravilloso Consejero,’ ‘Héroe Divino,’ ‘Padre Constante,’ ‘Príncipe de Paz’ (ix. 5 [6]).
“Este cuadro del futuro está en completa armonía con el punto de vista de Isaías, de que el juicio conducirá a una regeneración espiritual y dará origen a un estado de perfección moral y religiosa.”—The Jewish Encyclopedia, Tomo 8, página 506.
Esto es suficiente para manifestar la esperanza mesiánica que las Santas Escrituras ofrecían a los judíos. ¡Ciertamente no había mucho de “celestial” en esa esperanza! Pero, ¿qué hay de los escritos seglares judíos? La misma obra de consulta declara un poco más adelante: “El concepto de un Mesías terrestre es el general en la literatura apocalíptica rabínica, y desde el fin del primer siglo de la era común es también el concepto oficialmente aceptado por el judaísmo.”—Página 510.
UNA ESPERANZA TERRESTRE
Así, la esperanza original de los judíos era una esperanza terrestre. No hay prueba bíblica de que tales antepasados fieles de los judíos como Abrahán, Isaac y Jacob hayan esperado ir al cielo. La ley que se dio por medio de Moisés no ofreció tal esperanza. Lo mismo se puede decir de los libros poéticos de las Escrituras Hebreas y los Profetas.
En relación con esto, el bien documentado Dictionnaire de Théologie Catholique declara: “Note en el Viejo Testamento toda la prosperidad temporal que la persona religiosa esperaba, con base en las promesas de Dios a ella, su familia y su nación. Además, tenía la esperanza de recibir dones espirituales y morales, la esperanza de la venida del Mesías y de su reino.” (Bastardillas nuestras)
El Dictionnaire Encyclopédique de la Bible, una obra de consulta protestante, confirma lo antedicho. Leemos: “Las esperanzas expuestas en el V. T. [Viejo Testamento] se desarrollaron gradualmente. Comienzan con beneficios terrestres, restauración política y repoblación por los habitantes. . . . Esa esperanza se desarrolló y llegó a ser universal. Jehová es el Amo del mundo. . . . El ‘Siervo del Eterno’ vendrá; por medio de su sufrimiento y su humillación salvará a su pueblo. Isaías 42:1-4 nos muestra que el mundo cifra esperanza en su enseñanza. Entonces vendrá la gloria del Siervo del Eterno, la era mesiánica y una humanidad renovada.” (Bastardillas nuestras)
The Jewish Encyclopedia resume muy bien la esperanza terrestre de los judíos de este modo: “. . .los Profetas desarrollaron la esperanza de un futuro mesiánico ideal por medio de la gobernación de un hijo de la casa de David... la edad de oro de la dicha paradisíaca . . . Habría de venir en forma de un mundo de paz y armonía perfecta entre todas las criaturas, el estado angelical que el hombre tenía antes de su pecado (Isa. xi. 1-10, lxv. 17-25: ‘nuevos cielos y una nueva tierra’). . . . ‘el principal objetivo de la esperanza mesiánica de Israel es la conversión de todas las criaturas para que lleguen a ser un solo grupo que haga la voluntad de Dios; solo que al establecimiento del reino de Dios debe preceder la remoción del ‘reino de la violencia.’ . . . Sin embargo, en la escatología [estudio del destino final de la humanidad y del mundo] judía se transformó el año mundial de doce milenios persa-babilónico en una semana mundial de siete milenios en correspondencia con la semana de la Creación, pues el versículo: ‘Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer’ (Sal. xc. 5 [A.V.4]) había sugerido la idea de que el presente mundo de afán (‘‘olam ha-zeh’) será seguido por un milenio sabático, ‘el mundo por venir’ (‘‘olam ha-baʹ’. . .).”—Tomo 5, páginas 209-211. (Bastardillas nuestras)
RESURRECCIÓN, NO INMORTALIDAD INHERENTE
Por siglos entre los judíos no existió la creencia pagana de la inmortalidad del alma humana. Los judíos eran un pueblo educado, y cualquier judío que supiera leer podía leer en las Escrituras Hebreas veintenas de textos que declaran en términos claros que el “alma” (en hebreo néphesh) puede morir. He aquí algunos de ellos: Génesis 19:19, 20; Números 23:10; Josué 2:13, 14; Salmo 22:29 (versículo 30 en las Biblias judías); Ezequiel 18:4, 20.
Así que la antigua esperanza judía de vivir en un paraíso que el Mesías restauraría en la Tierra se basaba en la creencia de la resurrección, no en la creencia de que tuvieran inmortalidad inherente. The Jewish Encyclopedia comprueba esto, al decir: “La resurrección formaba parte de la esperanza mesiánica (Isa. xxvi. 19; Dan. xii. 2). . . . Al principio la resurrección era vista como una dádiva que se concedía solo a los justos . . ., pero después se consideró que esta esperanza era de aplicación universal y que estaba conectada con el Juicio Final . . . El que el proceso envuelto en la formación del cuerpo al tiempo de la Resurrección sea, o no, igual al del tiempo del nacimiento es un asunto de discusión entre los hilelitas y los samaítas.”—Tomo 5, página 216.
Con relación a “Gehena” (el “infierno” de la cristiandad), esta misma obra de consulta autorizada declara: “No hay base bíblica para la creencia en el castigo del alma después de la muerte; esta creencia provino de los babilonios y los persas, y recibió retoque judío de la palabra ‘Gehinnom’ (el valle de Hinón), valle convertido por Manasés en un lugar detestable con el fuego de los sacrificios a Moloc (II Reyes Re. xxiii. 10).”—Ibídem, página 217.
Entonces, ¿por qué son enseñanza general de los teólogos judíos de nuestro día la doctrina de la inmortalidad inherente del alma y la del castigo eterno? El Supplément au Dictionnaire de la Bible nos da la siguiente información: “Al principio [los judíos] pensaron que la salvación sería en la Tierra . . .; por brillante que fuera la esperanza mesiánica y por mucho que durara la gobernación futura —y parece que algunos hasta creían que duraría para siempre— la naturaleza terrestre y nacional de aquella época religiosa era fundamental. Entonces se impuso una nueva perspectiva: el ‘descubrimiento’ de una existencia feliz después de la muerte.” (Bastardillas nuestras)
¿Cómo “descubrieron” los judíos que el hombre tuviera un “alma” que sobreviviera a la muerte del cuerpo? De nuevo, autoritativas obras de consulta nos proveen información concluyente. Como reconoce The Jewish Encyclopedia: “La idea de un alma incorpórea, con personalidad propia, solo se afianzó en el judaísmo mediante el contacto de los judíos con el pensamiento persa y griego.” Confirma esta declaración el Dictionnaire Encyclopédique de la Bible, al decir: “El concepto de la inmortalidad es un producto del pensamiento griego, mientras que la esperanza de una resurrección pertenece al pensamiento judío. . . . Después de las conquistas de Alejandro, el judaísmo gradualmente absorbió conceptos griegos.”
Si alguien duda el hecho de que originalmente los judíos no creían en la inmortalidad del alma, basta con decir que en fecha tan tardía como la del primer siglo de la era común la cuestión todavía no estaba totalmente resuelta en la mente de los judíos, como lo prueba el hecho de que los fariseos creían en la inmortalidad del alma, mientras que los saduceos no creían en ella.—Vea en la versión en inglés de las Antigüedades de Josefo: Libro 18, capítulo 1, párrafos 3, 4; y en la versión en inglés de Guerras: Libro 2, capítulo 8, párrafo 14; compare con Hechos 23:8.
SE TRANSFORMA LA ESPERANZA MESIÁNICA ORIGINAL
Tal como los judíos abandonaron gradualmente su esperanza de una vida futura mediante la resurrección y adoptaron la idea pagana de la inmortalidad inherente de un “alma” separada, de igual manera transformaron su esperanza mesiánica original. Para el primer siglo de la era común la esperanza mesiánica judía había llegado a ser una esperanza política nacionalista.
En confirmación de esto, The Jewish Encyclopedia dice: “Los judíos no buscaron refugio en la esperanza de un Mesías personal sino hasta después de la caída de la dinastía de los Macabeos [siglo segundo a. de la E.C.], cuando el gobierno despótico de Herodes el Grande y su familia y la aumentante tiranía del imperio romano habían hecho cada vez más intolerable su condición. Anhelaban la venida del prometido libertador de la casa de David, quien los libraría del yugo del odiado usurpador extranjero.”
En su libro Life and Times of Jesus the Messiah (La vida y los tiempos de Jesús el Mesías) Alfred Edersheim dice: “Todo lo que Israel esperaba era la restauración y la gloria nacional. Todo lo demás era solo medios hacia aquellos fines; el Mesías Mismo era solo el principal instrumento para conseguirlos. . . . La idea rabínica del Mesías no era la de que él fuera ‘una luz para alumbrar a los gentiles, y la gloria de su pueblo Israel’... la satisfacción de las necesidades de la humanidad.”
Entonces Edersheim señala que, para el primer siglo de la era común, ya los líderes religiosos judíos no esperaban un Mesías-Redentor. Declara: “Hasta donde se puede ver, por las opiniones que se recogen de sus escritos, los Rabinos de la antigüedad no creían en las doctrinas del Pecado Original, ni de la pecaminosidad de nuestra entera naturaleza. . . . Al no sentirse la necesidad de alcanzar liberación del pecado, podemos entender por qué la tradición rabínica no hallaba lugar para el oficio Sacerdotal del Mesías, y cómo hasta Sus afirmaciones de ser el Profeta de Su pueblo están casi completamente eclipsadas por Su aparición como el Rey y Libertador de ellos. Esta era, en realidad, la necesidad siempre presente, que ejercía sobre ellos cada vez más presión a medida que los sufrimientos nacionales de Israel parecían irse haciendo inexplicables.”
Así, gradualmente se perdió de vista la esperanza original de los judíos. La esperanza de un Rey Mesiánico que no solo habría de gobernar sobre los judíos, sino que también sería “guía para otras naciones” cedió ante la esperanza fanática de que viniera un líder nacional que los condujera a la victoria sobre sus enemigos políticos y religiosos. La esperanza terrestre de un “milenio sabático” durante el cual el Mesías hubiera de traer una “edad de oro de la dicha paradisíaca,” “un mundo de paz y armonía perfecta entre todas las criaturas,” fue reemplazada por una vaga esperanza celestial basada en el concepto de la inmortalidad inherente, un concepto que se adoptó de los babilonios, persas y griegos.
Pasaron los años. No llegó tal Mesías político para liberar a los judíos ni para juntarlos y establecerlos nuevamente en su tierra después de la destrucción de Jerusalén en el 70 E.C. Así que hasta esta esperanza mesiánica transformada se desvaneció del corazón de los judíos. Como lo expresa Edersheim: “¿Por qué se ha tardado tan inexplicablemente la redención de Israel y la venida del Mesías? Es aquí donde la Sinagoga se encuentra ante un misterio insoluble. Las explicaciones que se intentan dar son, como ellos lo reconocen, conjeturas, o, más bien, intentos de evadir la cuestión. El único remedio que les queda es el de imponer autoritariamente silencio sobre toda esta clase de preguntas... el silencio, como lo dirían ellos, de una sumisión absoluta y penosa ante lo inexplicable, . . . el silencio de una desilusión y una desesperanza que siempre reaparecen. Así, la grandiosa esperanza de la Sinagoga está, por decirlo así, escrita en un epitafio sobre una lápida quebrada, para que lo repitan los miles que, durante estos muchos siglos, han lavado las ruinas del Santuario con lágrimas infructuosas.”
Afortunadamente, la esperanza original de un Paraíso terrestre restaurado bajo la gobernación del Mesías todavía está disponible para los judíos sinceros, y algunos ya se han aprovechado de esa esperanza y han enjugado sus lágrimas. Pero para muchos otros de nuestros lectores todavía permanece la pregunta: ¿Qué efecto tuvo la venida de Jesucristo, el Mesías, en la esperanza de un “milenio sabático” de “paz y armonía perfecta entre todas las criaturas” en la Tierra? Y, si Cristo confirmó esa esperanza, ¿a qué se debe el que casi ninguno de los “cristianos” protestantes y católicos tenga tal esperanza milenaria?
[Ilustración en la página 5]
¿“Mañanas felices” del comunismo?
¿Nirvana hindú o budista?
¿“Gloria celestial” del catolicismo o el protestantismo?
¿Qué esperanza ofrece la Biblia?