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  • Cuando la tragedia azota
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
w81 15/12 págs. 3-4

Cuando la tragedia azota

LA FAMILIA probablemente no tenía mucho en lo que respecta a lo material. No obstante, tenía mucho por lo cual estar agradecida. Su terreno era fértil, el clima era agradablemente cálido durante la mayor parte del año, y vivían en un lugar ideal.

La ciudad de Naín, donde vivía esta familia, estaba convenientemente ubicada en la llanura fértil de Esdrelón, al lado noroeste de la colina de Moré. Desde su casa, la familia podía tender la vista hasta más allá del verde valle y ver las preciosas colinas arboladas de Galilea, a distancia de solo unos kilómetros. Y destacándose a lo lejos podía verse la cima del monte Hermón, coronada de nieve, y la cordillera del Líbano. ¡Qué agradable era sentarse en la azotea al final del día y contemplar el paisaje —tan solo ellos tres juntos— el esposo, la esposa y su joven hijo!

Entonces, cierto día les azotó la tragedia... el esposo murió. ¡Qué experiencia tan amarga! Ya no habría aquellos ratos tranquilos que pasaban juntos al atardecer. Pero la señora halló consuelo porque todavía tenía a su hijo. Llegó a cifrar sus esperanzas, deseos y anhelos en el futuro de él. Así de nuevo halló significado y propósito en la vida.

Pero entonces vino otro golpe trágico. El hijo murió. Ahora no había nadie en quien ella pudiera hallar consuelo. Era intensa la aflicción de la viuda mientras el cadáver de su hijo era preparado para el entierro.

Usted quizás comprenda el vacío que se siente cuando se pierde a un ser querido. ¡Qué deprimido y totalmente inútil se siente uno! Verdaderamente la muerte es un enemigo cruel. En tales ocasiones, una persona se preocupa mucho en cuanto al futuro de los muertos. ¿Hay realmente esperanza para ellos?

Imagínese si pudiera suceder que alguien viniera y tomara la mano de ese ser querido de usted y se lo entregara vivo y saludable. ¡Qué feliz se sentiría usted! ¡Qué maravilloso sería aquello!

‘Pero eso es imposible,’ quizás diga usted. Es cierto que semejante cosa no ha acontecido durante nuestra vida. Pero sí ha sucedido antes. Ha habido mujeres que han recibido de regreso a sus muertos por resurrección.

¿Cuándo sucedió eso? ¿Por qué podemos creerlo? ¿Qué significa eso para nosotros hoy día?

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