La única esperanza de gobernación justa
“Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas.”—Daniel 2:44.
LA HISTORIA revela que a muchos gobernantes de edades pasadas se les consideraba dioses. Aun en nuestro siglo Stalin e Hirohito fueron aclamados así. Ninguno de esos llamados dioses cumplieron con la prueba bíblica de divinidad, a saber, el poder predecir el futuro. Jehová desafía a todos los dioses falsos con estas palabras: “Hágannos oír aun las cosas que vienen. Informen acerca de las cosas que han de venir después, para que sepamos que ustedes son dioses.” (Isaías 41:22, 23) Nunca ha habido gobernantes humanos que hayan podido predecir el futuro, ni siquiera respecto a su propia gobernación. Siempre han hecho grandiosas predicciones de lo que harán al desempeñar su cargo, pero han demostrado ser falsos profetas con tanta frecuencia que la gente ya no confía mucho en sus pronosticaciones.
La I Guerra Mundial se peleó a fin de ‘hacer al mundo seguro para la democracia.’ No lo hizo. La Sociedad de las Naciones había de ser ‘la expresión política del reino de Dios en la Tierra.’ No lo fue. La II Guerra Mundial había de librar al mundo de dictadores. Todavía florecen. Las Naciones Unidas habían de unir a las naciones en cooperación pacífica. Están divididas en los bloques oriental y occidental, y las naciones del Tercer Mundo son factores de poca importancia a medida que guerras frías y calientes siguen en toda su fuerza. Los gobernantes mundiales proclaman esperanza, pero, por lo general, producen desesperación. Sus predicciones de que habrá tiempos mejores no se realizan. Tal como sucedió en la antigüedad, así sucede hoy: “Tratan por encima las heridas de mi pueblo; dicen que todo está bien, cuando todo está tan mal.” (Jeremías 6:14, Versión Popular) ¡No es de extrañar que la gente haya dejado de creer en las promesas de los políticos!
Jehová... un Dios que conoce el futuro
Sin embargo, Jehová Dios sabe lo que es gobierno, y siempre se cumple lo que él predice acerca de los gobiernos humanos. Unos 150 años antes que Nabucodonosor destruyera a la ciudad de Tiro en tierra firme, el profeta de Dios, Isaías, predijo la destrucción de esa ciudad. Otro profeta de Dios, Nahúm, predijo la caída de Nínive, y eso no solo se cumplió, sino que sucedió de la manera que Jehová lo había descrito. (Isaías 23:1-13; Nahúm 1:8; 2:6, 8; 3:13) Años antes que Judá cayera en manos de Babilonia, Jeremías lo había predicho, y también predijo que los judíos serían restaurados después de un período de desolación que duraría setenta años. Pero Isaías predijo los mismos sucesos más de cien años antes que lo hiciera Jeremías y hasta dio el nombre del que derribaría a Babilonia y libraría a los judíos del cautiverio.—Jeremías 29:10; 51:30, 37; Isaías 13:17-22; 44:26-28; 45:1, 2.
Es más impresionante aún el poder que Jehová demostró en cuanto a pronosticar sobre gobiernos humanos cuando en una visión reveló a Daniel la subida y caída de las potencias mundiales. En el capítulo ocho de Daniel, el profeta ve un carnero de dos cuernos que es supremo, hasta que un macho cabrío con un cuerno grande entre los ojos sale de occidente, golpea con violencia al carnero y le quiebra los dos cuernos. Pero luego que el macho cabrío se hace poderoso, se le quebranta el cuerno grande y cuatro cuernos pequeños suben en su lugar. (Da 8 Versículos 3-8) No se nos deja en duda en cuanto a la interpretación de todo esto.
“El carnero que tú viste que poseía los dos cuernos,” explica el relato, “representa a los reyes de Media y Persia. Y el macho cabrío peludo representa al rey de Grecia; y en cuanto al gran cuerno que estaba entre sus ojos, representa al primer rey. Y puesto que ése fue quebrado, de modo que hubo cuatro que finalmente se levantaron en lugar de él, hay cuatro reinos de su nación que se pondrán de pie, pero no con su poder.”—Da 8 Versículos 20-22.
Algunos años después que se utilizó a Daniel para predecir estos sucesos trascendentales, la nación doble de Medo-Persia, el carnero de dos cuernos, sí derribó a Babilonia y llegó a ser la Cuarta Potencia Mundial. Más de dos siglos después que Daniel registró esta profecía, Alejandro Magno ascendió al poder y derribó a Medo-Persia. Al morir Alejandro —el quebrantamiento del cuerno grande que tenía el macho cabrío— la Quinta Potencia Mundial de Grecia fue dividida en cuatro partes. Cada parte fue gobernada por uno de los cuatro generales de Alejandro... los cuatro cuernos pequeños que reemplazaron al cuerno grande, pero nunca llegaron a tener el poder que éste tenía.
En el capítulo siete de Daniel también se emplea una visión para mostrar una sucesión de bestias que representan la subida y caída de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y el Imperio Romano. En el capítulo dos Nabucodonosor ve en un sueño una gran imagen metálica de forma humana mediante la cual se representa la subida y caída de las potencias mundiales hasta nuestro día, y luego se describe la destrucción de esa imagen colosal:
“Una piedra fue cortada, no por manos, y dio contra la imagen en sus pies de hierro y de barro moldeado y los trituró. En aquel tiempo el hierro, el barro moldeado, el cobre, la plata y el oro fueron, todos juntos, triturados y llegaron a ser como el tamo de la era del verano, y el viento se los llevó de modo que no se halló ningún rastro de ellos. Y en cuanto a la piedra que dio contra la imagen, llegó a ser una gran montaña y llenó toda la tierra.”—Daniel 2:34, 35.
La piedra que llega a ser una montaña y llena la Tierra es el reino de Cristo que reemplaza todos los gobiernos humanos, como lo revela Daniel 2:44, 45: “Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos; puesto que contemplaste que de la montaña una piedra fue cortada, no por manos, y que trituró el hierro, el cobre, el barro moldeado, la plata y el oro.”
El capítulo siete de Daniel también habla de la sucesión de gobernaciones humanas y también concluye su desfile de gobiernos con el reemplazo de ellos por el reino de Cristo: “Con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días [Jehová Dios] obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquél. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación indefinidamente duradera que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas.”—Daniel 7:13, 14.
¡Basta con 6.000 años de fracaso!
Jehová Dios ha ejercido paciencia al conceder a los hombres miles de años para que probaran vez tras vez gobiernos de toda clase posible que pudieran idear. Ninguno de éstos ha aportado a sus súbditos una bendición permanente. A los súbditos se les ha hecho pasar hambre, se les ha empobrecido, oprimido, hecho víctimas de prejuicios religiosos, raciales, nacionales y económicos, se les ha impuesto contribuciones gravosas para mantener gobiernos corruptos, y se les ha dejado enfermos, tullidos o muertos como resultado de siglos de guerras insensatas que gobernantes ávidos y locos por poder han hecho. Ninguna persona honrada puede afirmar que al concedérseles más tiempo a los hombres, ellos pudieran haber establecido un gobierno justo. Vez tras vez se ha demostrado que ‘no está en el hombre que anda dirigir sus pasos.’ (Jeremías 10:23) Además, se ha probado repetidas veces el hecho de que, en realidad, en ningún caso fueron los gobernantes humanos dioses que pudieran predecir el futuro, ni siquiera acerca de los gobiernos que ellos controlaban.
En contraste marcado con eso, Jehová ha demostrado que es el Dios que sí conoce el futuro, incluso el de los gobiernos humanos. También sabe, y se lo ha informado a la humanidad mediante su Palabra, la Biblia, de un gobierno justo bajo su rey nombrado, Cristo Jesús. Mientras que la gobernación humana ha sido una maldición para la humanidad, el reino de Cristo traerá bendiciones de salud, felicidad y vida sin fin en una Tierra paradisíaca.—Compare con Lucas 23:42, 43; Revelación 11:15.
Que todas las personas honradas que aman la justicia reconozcan ahora a Cristo Jesús como su Redentor y Rey. Reconozcan que “no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos.”—Hechos 4:12; Mateo 12:21.