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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
w83 15/5 págs. 30-31

Preguntas de los lectores

◼ Si el esposo de una cristiana fiel se ha divorciado de ella, aunque ninguno de los dos haya sido culpable de adulterio, ¿sería correcto desde el punto de vista bíblico el que ella compartiera el lecho conyugal con él cuando él visitara a la familia?

La Palabra de Dios indica claramente que las relaciones sexuales son apropiadas entre esposo y esposa, no entre personas no casadas. Por lo tanto, los que se han divorciado no deben tener relaciones sexuales entre sí, puesto que eso sería lo mismo que cometer fornicación, pero sin que quedaran libres cada uno para un nuevo casamiento.

Naturalmente, lo que más preocupa a los cristianos son los puntos de vista de Dios y sus instrucciones. En su Palabra se da este consejo específico: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4). Consideremos la relación que tiene eso con la situación que se presenta en la pregunta.

En muchas partes de la Tierra es práctica común el que un hombre y una mujer tengan relaciones sexuales sin estar casados. Hay quienes afirman que tal proceder es moralmente apropiado y a la vez aceptable a Dios con tal que los dos “se amen” o hayan entrado con carácter de compromiso personal en el arreglo. Sin embargo, ése no es el modo cristiano de ver el asunto. Dado que los cristianos reconocen que “Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros”, quieren evitar tanto el adulterio como la fornicación.

Cuando un hombre y una mujer se casan, establecen ante todos el hecho de que están unidos como esposo y esposa. A los ojos de la ley, de la sociedad y de Dios tienen derecho a participar en los privilegios del matrimonio, entre ellos las relaciones conyugales. De hecho, las Escrituras instan a los cónyuges a no negarse el débito sexual el uno al otro: “El hombre debe satisfacer los derechos conyugales de su esposa, y lo mismo la esposa hacia su esposo”. (1 Corintios 7:3, La Biblia al Día.)

Sin embargo, ¿qué hay si un matrimonio consigue una simple separación matrimonial, lo cual es legalmente posible en algunos países? Puesto que todavía son esposo y esposa, tanto legal como bíblicamente, no deben tener relaciones maritales con ninguna otra persona, puesto que el hacerlo sería adulterio que ‘contaminaría su lecho conyugal’. Pero una pareja que se haya separado puede optar por reconciliarse, y ambos pueden volver a vivir juntos como la pareja casada que son, después de cancelar legalmente su separación. (1 Corintios 7:10, 11.)

Ahora considere la situación que existe cuando un cónyuge, por ejemplo el esposo, procede más allá de una separación y consigue un divorcio. Una esposa cristiana fiel que más tarde se enterara de que (antes o después de haberse divorciado de ella) él hubiera sido infiel en sentido moral pudiera casarse con otra persona, pues ella consideraría terminado su matrimonio anterior, tanto legalmente como a los ojos de Jehová Dios. Por otra parte, si se hubiera conseguido un divorcio legal, pero no se hubiera cometido adulterio, el divorcio no terminaría por sí mismo el matrimonio a los ojos de Dios, puesto que la Biblia indica que la única base válida para un divorcio es la inmoralidad del cónyuge de uno. (Mateo 19:6, 9.)

Esa es la situación que existe en el caso que trata la pregunta, pues se ha dicho claramente que no ha ocurrido ninguna inmoralidad. El esposo dejó a su esposa y consiguió un divorcio no bíblico. A consecuencia de ese divorcio ya no son marido y mujer en sentido pleno, puesto que él puso fin legal al matrimonio. Entonces, ¿qué hay si él visitara a su familia y quisiera satisfacer las necesidades sexuales de él, o las de ella? Desde el punto de vista legal y a los ojos de la comunidad, el que ellos tuviesen relaciones sexuales sería esencialmente lo mismo que el que dos personas no casadas tuvieran relaciones sexuales; y sería equivalente a fornicación.

En la situación citada no está envuelta una tercera persona, lo cual sería necesario para que el divorcio legal tuviera peso de realidad bíblica; por eso, a los ojos de Dios, ni el hombre ni la mujer estarían libres para casarse con otras personas (1 Corintios 6:16-18). No obstante, el tener relaciones sexuales entre sí ciertamente sería pasar por alto o despreciar el consejo de Dios; hasta cierto grado estarían contaminando el lecho conyugal puesto que su matrimonio legal quedó terminado con el divorcio. Tal conducta sería un oprobio para ellos y para la congregación cristiana a la que la esposa pertenece. Por lo tanto, ella, a fin de permanecer en la congregación, debe evitar las relaciones sexuales a menos que el matrimonio se vuelva a legalizar. Ella debe atenerse a la norma bíblica y moralmente recta de que las relaciones sexuales deben limitarse tan solo a los que legalmente son cónyuges. Así ella daría realce a la dignidad que la Biblia muestra que el matrimonio merece.

◼ ¿Cómo puede aplicarse Revelación 7:17 a los cristianos hoy día, puesto que todavía lloramos a veces?

Revelación 7:17 dice lo siguiente acerca de la “grande muchedumbre” que tiene la esperanza de vida eterna en la Tierra: “El Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de agua de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de sus ojos”.

Al apóstol Juan se le dijo que la grande muchedumbre ha ‘salido de la grande tribulación” (Revelación 7:9-14). Así que entendemos que Revelación 7:14-17 aplica a las personas que ahora se ponen de lado de Dios, aceptan la sangre de Cristo y sobreviven cuando el actual sistema de cosas termina en la “grande tribulación”.

Revelación dice que ‘han lavado sus ropas largas en la sangre del Cordero, no tienen hambre ni tienen más sed, ni los bate el sol’, y “Dios limpiará toda lágrima de sus ojos”. Estas palabras no se deben tomar en sentido literal, físico. ¿Por qué no? Bueno, dichas personas no han lavado literalmente sus ropas en la sangre de Cristo. Y hay ocasiones en que sienten hambre y sed física, tal como el perfecto Jesús las sintió (Lucas 4:2; Juan 4:7, 8; 19:28, 29). Así que la aplicación principal de Revelación 7:14-17 tiene que ser simbólica, o espiritual.

El libro “Entonces queda terminado el misterio de Dios”, páginas 225 a 227, explica estos versículos. Muestra que la grande muchedumbre no sufre de hambre o sed en sentido espiritual ahora; ésta se alimenta de la Palabra de Dios y participa en Su servicio, el cual puede ser como alimento y bebida para ella, como lo fue para Jesús (Juan 4:32-34). Ella no siente el calor de la desaprobación divina, ni tampoco lo sentirán durante la grande tribulación. Además, ya no lloran (como quizás lo hayan hecho antes) por pasar por alto a Dios o tener una mala relación con él. En este sentido, Dios ya ha ‘limpiado toda lágrima de sus ojos’.

Pero más adelante, en Revelación 21:3, 4, se nos asegura que después de la grande tribulación y el establecimiento de un nuevo sistema justo los seres humanos fieles experimentarán las bendiciones físicas entre las que estarán el que no habrá más lamento, ni clamor ni dolor. Entonces realmente dejarán de haber lágrimas de dolor, desilusión y aflicción.

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