La Palabra de Dios es viva
Un hombre arruinado por la avaricia
NAAMÁN está agradecido por haber sido curado de su lepra. En muestra de gratitud, trata de dar a Eliseo un regalo de miles de piezas de oro y plata, así como diez mudas de prendas de vestir de buena calidad. Pero Eliseo rechaza el regalo. En realidad fue Jehová quien ejecutó la curación milagrosa, y Eliseo rehúsa atribuirse crédito alguno por medio de aceptar dicho regalo.
Pero ¿qué hay de su servidor, Guejazi? Con avaricia mira las hermosas prendas de vestir y todo aquel dinero. ¿Qué sucedería si Guejazi siguiera deseando algunas de estas cosas? Pudiera ser provocado y atraído seductoramente por el deseo incorrecto, lo cual lo llevaría a hacer lo que es malo. (Santiago 1:13-15.)
Pues bien, con el tiempo Naamán y sus siervos se despiden y emprenden el viaje de regreso a su hogar, en Siria. Pero Guejazi no deja de pensar en las hermosas prendas de vestir y en todo aquel dinero. ¡Mire! Guejazi está corriendo. ¿Adónde va?
Guejazi corre tras Naamán, y lo alcanza. Naamán saluda a Guejazi y le pregunta: “¿Va todo bien?”.
‘Sí —responde Guejazi—. Pero Eliseo me envió a decirte que acaban de llegarle dos visitantes. Y Eliseo quisiera darles dos mudas de ropa y un poco de plata.’ Pero esto es mentira. Es Guejazi mismo quien quiere estas cosas. Pero Naamán no lo sabe, y con mucho gusto le da el regalo que solicita. Hasta insiste en que Guejazi acepte más dinero del que pidió.
Cuando Guejazi llega a su casa, Eliseo le pregunta: ‘¿Dónde has estado?’.
‘Oh, en ninguna parte’, contesta él. No obstante, Jehová ha revelado a Eliseo la cosa mala que Guejazi ha hecho. Así, Eliseo le dice: ‘¡No es tiempo de aceptar dinero ni ropa! Ahora la enfermedad de Naamán se te pegará a ti y a tu prole’. Inmediatamente Guejazi es herido de lepra, y vive aquejado de esta terrible enfermedad el resto de su vida. Lo que le sucedió a Guejazi muestra que la avaricia puede causar la ruina. (2 Reyes 5:5, 15-27.)