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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
w85 15/4 págs. 30-31

Preguntas de los lectores

◼ Si a un cristiano le parece que, debido a la conducta o la actitud de alguien de la congregación, tal persona no es la mejor asociación o compañía que pudiera tener, ¿debería el cristiano personalmente ‘señalar’ a tal individuo en armonía con 2 Tesalonicenses 3:14, 15?

Los que llegan a ser parte de la congregación cristiana lo hacen porque aman a Jehová y sinceramente desean guiar su vida por Sus principios. Es mejor tener compañerismo con estas personas que con personas mundanas. Puede que nos sintamos más cómodos entre ciertos cristianos, tal como Jesús ‘amó especialmente’ al apóstol Juan y estuvo en relación particularmente estrecha con 3 de los 12 apóstoles. Aún así, él los escogió, se interesó en ellos y los amó (Juan 13:1, 23; 19:26; Marcos 5:37; 9:2; 14:33). Aunque todos los hermanos tienen faltas respecto a las cuales tenemos que mostrar comprensión y estar dispuestos a perdonar, sabemos que por lo general nuestros compañeros de creencia son compañía sana (1 Pedro 4:8; Mateo 7:1-5). El amor entre unos y otros es una marca identificadora de la congregación cristiana. (Juan 13:34, 35; Colosenses 3:14.)

Sin embargo, a veces puede que alguien tenga una actitud o despliegue un modo de vivir que nosotros personalmente no aprobamos. El apóstol Pablo escribió acerca de algunas personas de Corinto cuyos puntos de vista personales acerca de la resurrección no eran correctos, y que posiblemente hayan tenido la actitud de ‘comer, beber y gozar’. Era necesario que los cristianos maduros de la congregación ejercieran cautela en cuanto a estas personas, porque Pablo dio el consejo: “No se extravíen. Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles”. (1 Corintios 15:12, 32, 33.)

Este consejo general también es válido hoy día. Por ejemplo, puede que un matrimonio cristiano descubra que hay un efecto adverso en sus hijos cuando éstos pasan algún tiempo con ciertos jóvenes, quienes quizás todavía no toman en serio la verdad, o tengan la mente inclinada hacia lo mundano. Esos otros niños todavía pudieran recibir el beneficio del entrenamiento piadoso. Pero hasta que haya prueba de que eso haya sucedido, el matrimonio pudiera imponer restricciones a sus hijos en cuanto a jugar con estos jóvenes y visitarlos. Esto no sería un ‘señalar’ como el que se menciona en el capítulo 3 de 2 Tesalonicenses. Los padres sencillamente están aplicando el consejo de Pablo de evitar las “malas asociaciones”.

Las situaciones que exigen ‘señalar’ son más graves que el ejemplo susodicho tocante a los niños. De vez en cuando, en alguna congregación cierta persona sigue un proceder antibíblico que es muy perturbador, aunque todavía no justifique la acción de expulsar que se menciona en 1 Corintios 5:11-13. Una conducta de ese tipo se presentó en la congregación de la antigua Tesalónica, de modo que Pablo escribió: “Oímos que algunos están andando desordenadamente entre ustedes, no haciendo ningún trabajo, sino entremetiéndose en lo que no les atañe”. (2 Tesalonicenses 3:11.)

¿Qué habían de hacer otros cristianos de Tesalónica? Pablo escribió: “Les estamos dando órdenes, hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo, de que se aparten de todo hermano que ande desordenadamente y no según la tradición que ustedes recibieron de nosotros. Por su parte, hermanos, no desistan de hacer lo correcto. Pero si alguno no es obediente a nuestra palabra por medio de esta carta, tengan a éste señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence. Y no obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano”. (2 Tesalonicenses 3:6, 13-15.)

De esa manera, sin mencionar a los perezosos entremetidos, Pablo denunció ante la congregación el grave proceder de éstos. Todos los cristianos que estuvieran al tanto de la identidad de los desordenados entonces los tratarían como “señalados”. En el consejo de ‘tener a este señalado’ se empleó una palabra griega que significa “estén poniéndole señal”, es decir, ‘prestar atención especial a alguien’ (nota al pie de la página, New World Translation Reference Bible). Pablo dijo que ‘dejaran de asociarse con’ el señalado “para que se avergüence”. Los hermanos no lo evitarían completamente, porque Pablo les dio el consejo de ‘continuar amonestándolo como a hermano’. Sin embargo, el que ellos limitaran el compañerismo social que sostuvieran con tal persona podría llevarla a avergonzarse y quizás despertar al hecho de que es necesario que se amolde a los principios bíblicos. Mientras tanto, los hermanos y las hermanas estarían protegidos de la insalubre influencia de tal persona. (2 Timoteo 2:20, 21.)

Hoy día la congregación cristiana también aplica este consejoa. La Atalaya del 15 de junio de 1982, página 31, dio énfasis al hecho de que el señalar no se hace con relación a simples opiniones particulares o cuando un cristiano decide personalmente evitar una asociación estrecha con alguien. Como lo muestra el caso que se presentó en Tesalónica, el señalar tiene que ver con violaciones graves de los principios bíblicos. Primero los ancianos tratan de ayudar vez tras vez al que ha violado los principios, y lo amonestan. Si el problema continúa, puede que, sin nombrar a la persona, ellos den un discurso de advertencia a la congregación acerca de la conducta desordenada implicada, tal como Pablo dio advertencia a los tesalonicenses. Después de eso, los cristianos, individualmente, mantendrían “señalada” a la persona que estuviera cometiendo el error.

Lo que se necesita, más bien que reglas predeterminadas acerca de todo aspecto del señalar, es buen juicio. Pablo no dio reglas detalladas en cuanto a aquel problema de Tesalónica, como estipulando por cuánto tiempo alguien tenía que haber estado negándose a trabajar antes que pudiera ser señalado. De manera similar, los ancianos están relacionados con el rebaño y pueden usar razonamiento equilibrado y discernimiento al determinar si alguna situación en particular es suficientemente grave y perturbadora como para exigir que se pronuncie un discurso de advertencia a la congregaciónb.

Un propósito del señalar es mover al cristiano desordenado a avergonzarse y a abandonar su proceder antibíblico. Los individuos que lo hayan señalado, particularmente los ancianos, continuarán estimulándolo y se fijarán en su actitud al tratar con él en las reuniones y en el servicio del campo. Cuando vean que haya habido mejora respecto al problema y la actitud que hicieron necesario el señalamiento, pueden terminar su limitación en cuanto a compañerismo social con él.

Por consiguiente, el señalar no debe ser confundido con una aplicación personal o de familia del consejo de Dios de evitar las malas asociaciones, o la mala compañía. Aunque el señalar no es algo que se necesite con frecuencia, debe estar claro que el señalar es un paso bíblico que se da cuando las circunstancias lo exigen, el cual paso dieron nuestros hermanos tesalonicenses.

[Notas a pie de página]

a Véase La Atalaya del 1 de enero de 1974, páginas 30-32.

b Por ejemplo, los ancianos deberían ejercer discernimiento al tratar con algún cristiano que esté concertando citas con una persona que no esté “en el Señor”. (Véase La Atalaya del 1 de julio de 1982, página 31.)

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