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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
w85 15/6 págs. 26-28

Cómo hallar gozo en un mundo lleno de dificultades

“SIEMPRE regocíjense en el Señor —mandó el apóstol Pablo—. Una vez más diré: ¡Regocíjense!” (Filipenses 4:4.) Pero en el caso de muchas personas, tal regocijo parece inalcanzable. ‘¿Cómo puede uno regocijarse, cuando tiene que tolerar la pobreza, el desempleo, compañeros de trabajo ingobernables, tentaciones que incitan a la inmoralidad, o presiones en la escuela?’, se preguntan algunos.

No sería razonable que Dios esperara que su pueblo estuviera en un estado de perpetuo júbilo. Dios mismo inspiró al apóstol Pablo a que predijera que estos serían “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1-5). Sin embargo, la Biblia sí muestra claramente que aun en las peores circunstancias, se puede por lo menos tener cierta medida de gozo. Por ejemplo, Jesús “aguantó un madero de tormento” y “habla contraria de pecadores”. Ciertamente había poca razón para regocijarse al sufrir el dolor de ser clavado en un madero o al ser objeto de mofa de las multitudes. Pablo hasta habla de las agonías de Cristo como que eran tan intensas que él tuvo que ofrecer peticiones a Dios “con fuertes clamores y lágrimas”. No obstante, Jesús pudo aguantar todo esto “por el gozo que fue puesto delante de él”. (Hebreos 12:2, 3; 5:7.)

Así mismo los cristianos primitivos “aguantaron una gran contienda bajo sufrimientos, a veces estando expuestos como en un teatro tanto a vituperios como a tribulaciones”. Sin embargo, Pablo dice que “aceptaron gozosamente el despojo de sus bienes” (Hebreos 10:32-34). Pero ¿cómo fue esto posible?

El gozo... ¿proviene de afuera, o de adentro?

El gozo no es algo externo. Es una condición del corazón. (Compárese con Proverbios 17:22.) Es cierto que influencias externas como la familia, las amistades —aun alimentos predilectos— pueden en medida limitada proporcionar un sentido de gozo (Hechos 14:16, 17). Pues, ¡el tan solo tener esperanza de algo bueno puede proporcionar gozo! (Compárese con Proverbios 10:28.) No obstante, el gozo que la persona experimente como resultado de circunstancias externas o cosas materiales puede durar poco tiempo.

Por otra parte, las circunstancias externas a veces parecen privarnos del gozo. Por ejemplo, cierto joven llamado Jim explica cómo su trabajo seglar lo afectó: “Detestaba mi trabajo [...] no podía imaginarme pasar toda la vida simplemente adelantando los intereses de una compañía que realmente no parecía interesarse en mí como persona. Además, muchas de las personas con quienes yo trabajaba eran murmuradoras y poco sinceras”. El tratar de producir gozo por medios artificiales resultó ser un fracaso también. Jim recuerda: “Estuve usando drogas de toda clase desde los diez años de edad. Pero llegué a ser una persona muy confundida. Estaba harto de la vida que llevaba: beber, usar drogas y asistir a fiestas. La vida no tenía ningún significado ni propósito. Me preguntaba a mí mismo: ‘¿Dónde puedo hallar algo mejor?’”.

La experiencia de Jim al respecto nos recuerda la del rey Salomón. Él también se dio cuenta de lo inútil que es tratar de hallar gozo en la satisfacción inmoderada de sus propios deseos:

“Dije yo, yo mismo, en mi corazón: ‘De veras ven ahora, déjame probarte con regocijo. También, ve lo bueno.’ Y, ¡mira! eso también era vanidad. Le dije a la risa: ‘¡Demencia!’ y al regocijo: ‘Esto ¿qué logra?’ Exploré con mi corazón por medio de alegrar mi carne aun con vino, mientras conducía mi corazón con sabiduría, aun para echar mano de la tontería hasta que viese yo qué bien había para los hijos de la humanidad en lo que hacían bajo los cielos por el número de los días de su vida. Me ocupé en mayores obras. Me edifiqué casas; me planté viñas. Me hice jardines y parques [...] Y nada de lo que mis ojos pidieran mantuve yo alejado de ellos. [...] Y yo, yo mismo, me volví hacia todas las obras mías que habían hecho mis manos y hacia el duro trabajo que había trabajado duro para lograr, y, ¡mira! todo era vanidad y un esforzarse tras viento”. (Eclesiastés 2:1-5, 10, 11.)

¿Existe un modo de vivir que no sea vanidad, uno que proporcione gozo aun bajo las peores circunstancias?

La fuente de gozo verdadero

“El gozo de Jehová es su plaza fuerte”, dijo Nehemías (Nehemías 8:10). Sí, el gozo emana del Dios Todopoderoso porque, en primer lugar, él es el Creador de todas las cosas buenas que pueden proporcionar gozo verdadero. “Fuerza y gozo están en su lugar”, dice la Biblia (1 Crónicas 16:27). Por eso, ¡el verdadero modo de lograr gozo es por medio de tener una amistad, una buena relación, como aquella de la cual disfrutó Abrahán, con el Creador mismo! (Santiago 2:23.) ¿Puede dicha amistad proporcionar gozo? Considere lo que dijo el salmista: “Tu amistad [la de Dios] es mejor que la vida” (Salmo 63:3, The Bible in Living English). De paso, es digno mencionar que con el tiempo Jim llegó a reconocer estos hechos. Hoy es un cristiano gozoso.

¿Cómo pudiera la amistad con Dios proporcionar gozo? En primer lugar, Dios es el “remunerador de los que le buscan encarecidamente” (Hebreos 11:6). Al servir a Dios, uno no tiene que temer que sus esfuerzos sean vanos o pasen desapercibidos. Él aprecia profundamente hasta las obras más pequeñas de devoción. (Compárese con Marcos 12:41-44.) Además, cuando Jehová bendice a sus amigos fieles, su bendición “es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella” (Proverbios 10:22). De hecho, los que aman a Jehová anhelan disfrutar de la recompensa de vida eterna en su Nuevo Orden, donde “la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:13). ¡Dicha esperanza es causa de verdadero gozo para los cristianos!

Otro punto que se debe considerar es que el “gozo” es un fruto del espíritu de Dios. No obstante, Dios da su espíritu generosamente a sus amigos si se lo piden (Gálatas 5:22; Lucas 11:13). ¿Cuál es el resultado? El salmista proclamó: “¡Feliz es el pueblo cuyo Dios es Jehová!”. (Salmo 144:15.)

Cómo mantener nuestro gozo

Sin embargo, aun los cristianos ungidos del día de Pablo se sentían tristes a veces (1 Tesalonicenses 5:14). Además, hoy las presiones y tensiones de la vida reclaman un precio aun más alto. Pero puesto que el gozo es una cualidad que reside en lo profundo del corazón, dichas presiones no necesariamente tienen que hacer que uno pierda el gozo. Por ejemplo, considere a Jesucristo. Observamos anteriormente que “por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento” (Hebreos 12:2). Aunque el ser empalado fue obviamente una experiencia horrible, la relación que Jesús tenía con su Padre fue demasiado fuerte para permitirle concentrar sus pensamientos en tenerse lástima. La idea que predominaba en la mente de Jesús era patentemente la del “gozo que fue puesto delante de él”: el privilegio de vindicar el nombre de Jehová, la perspectiva de rescatar a toda la raza humana del pecado, ¡la honra de servir como el Rey del Reino de Dios! ¡Aun en sus momentos más tristes, Cristo podía reflexionar sobre estos asuntos y experimentar sentimientos de gozo profundo!

De igual manera, los cristianos primitivos pudieron aguantar la persecución, y hasta “aceptaron gozosamente el despojo de sus bienes”, no porque el sufrimiento les proporcionara un placer masoquista, sino porque tenían la mente enfocada en por qué era necesario aguantar esas cosas. Podían regocijarse “porque se les había considerado dignos de sufrir deshonra a favor de su nombre”. Podían regocijarse debido a la ‘esperanza de la vida eterna’ que se les había puesto por delante. (Hechos 5:41; Tito 1:2.)

Hoy nosotros también podemos mantener nuestro gozo, aunque nos enfrentemos a problemas graves. En vez de concentrar nuestra atención en nosotros mismos y en nuestros problemas, podemos tratar de recordarnos a nosotros mismos las bendiciones que provienen de tener una amistad con Jehová y el apoyo de hermanos y hermanas amorosos. En muchos casos esto basta para que nuestro sufrimiento llegue a parecer insignificante. Jesús ilustró el asunto como sigue: “La mujer, cuando está dando a luz, siente desconsuelo, porque ha llegado su hora; mas cuando ha dado a luz el niñito, ya no se acuerda de la tribulación por el gozo de que un hombre ha nacido en el mundo”. (Juan 16:21.)

Hoy en la congregación cristiana hay muchos ejemplos excelentes de personas que permiten que el gozo cubra sus problemas. Por ejemplo, cierta cristiana llamada Evelyn ha padecido de una variedad de enfermedades, incluso de cáncer. Camina con dificultad y frecuentemente se puede ver que está dolorida. Sin embargo, ella asiste con regularidad a las reuniones y por lo general se le ve una sonrisa radiante en el rostro. ¿Cuál es el secreto de su gozo? “Me apoyo en Jehová”, dice ella con deleite. Sí, en vez de concentrar su atención en su propio sufrimiento, ella se esfuerza por enfocar sus pensamientos en las razones que tiene para estar gozosa. Esto le da las fuerzas para enfrentarse a sus enfermedades.

Claro, es fácil perder el gozo. Hay quienes se dejan consumir por el deseo de cosas materiales o recreación. Abandonan las reuniones cristianas, el estudio personal y el servicio. En vez de introducir gozo en su vida, el que codicia riquezas materiales ‘se acribilla con muchos dolores’. (1 Timoteo 6:10.)

El ir en pos de “las obras [egoístas] de la carne” es otro modo de destruir su propio gozo. La fornicación, la inmundicia o la conducta relajada tal vez proporcionen placer momentáneo, pero son diametralmente contrarias al espíritu de Dios, el cual produce gozo (Gálatas 5:19-23). Quien cede a la mala conducta corre el riesgo de separarse de la fuente del gozo... ¡Jehová!

¡Cuánto mejor es, por lo tanto, que el cristiano salvaguarde celosamente su gozo! Si, por alguna razón, usted encuentra que le falta gozo, vea lo que puede hacer para recobrarlo. Quizás le falte estudiar más la Biblia y meditar más sobre ella. Es solo por medio de constantemente recordar nuestra esperanza que podemos ‘regocijarnos en la esperanza’ que queda por delante, aun al estar sufriendo dificultades (Romanos 12:12). O quizás sea necesario participar a mayor grado en la predicación de las “buenas nuevas del reino” (Mateo 24:14). ¡El “dar” en este sentido casi inevitablemente resulta en una mayor medida de gozo! (Hechos 13:48, 52; 20:35.)

El mundo lleno de problemas seguirá causándonos dificultades. Pero por medio de allegarnos a nuestro Amigo celestial, podemos retener nuestro gozo y lograr entrar en el Nuevo Orden de Dios, ¡donde todo lo que sirve de obstáculo al gozo habrá sido eliminado para siempre! (Revelación 21:3, 4.)

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