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  • Tres cautivos de la superstición hallan la libertad
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
w85 1/7 págs. 7-10

Tres cautivos de la superstición hallan la libertad

LO LLAMABAN M. Tout-Blanc, que significa “señor Todo de Blanco”. Residente del pueblo de Dimbokro, Costa de Marfil, ¡Edmond había vestido exclusivamente de blanco por los pasados 16 años! Y si se preguntaba a Edmond por qué vestía sólo de blanco, él decía simplemente que se debía a que él era obediente. Pero él no decía a quién ni a qué.

La posesión más preciosa de Adama era su camisa tejida de “gallina de guinea”. Se le llamaba así porque su color blanco y negro hacía pensar en la gallina de guinea. El diseño era característico de la labor de la tribu tagbana de la región central norteña de Costa de Marfil. Adama había recibido la camisa cuando era niño, pero aun siendo adulto la guardaba cuidadosamente en un lugar seguro. Por alguna razón le parecía que tenía que hacerlo.

De igual manera, Athanase tenía algo que atesoraba... una botella de perfume que contenía, sorprendentemente, una mezcla de polvo de caolín (arcilla blanca), arena y agua. No obstante, ¡él realmente temía deshacerse de ella!

Los tres hombres eran cautivos de temores supersticiosos y religiosos... ¡temores que de hecho se apoderaron de la vida de ellos! Otros millones de personas sufren un cautiverio parecido. En África muchos creen que artículos como amuletos, anillos, estatuas y collares tienen poder sobrenatural para alejar a los espíritus inicuos. Los promovedores de la superstición, como los sacerdotes fetichistas, se ganan la vida promoviendo tales temores. Además, esta situación no existe únicamente en África. Muchos seguidores de la cultura occidental tienen creencias parecidas respecto a objetos de “buena suerte”, como la pata de conejo y la herradura. No obstante, como han aprendido Edmond, Adama y Athanase, hay manera de salir de dicho cautiverio.

Edmond y el “espíritu del arroyo”

Algunos de los primeros recuerdos de Edmond tienen que ver con el hecho de que él acompañaba a sus padres a una montaña “sagrada” en las afueras de su aldea. En las cercanías había un arroyo donde se ofrecían sacrificios de ganado y ovejas para agradar al espíritu del arroyo. Las personas acudían allí y consultaban con este espíritu para hallar las soluciones a sus problemas. Todos habían oído una voz que procedía del arroyo y frecuentemente les daba consejo.

Se decía que ciertos niños de cada familia tenían una relación especial con este espíritu. Edmond era uno de estos, según el sacerdote de fetiches. Por lo tanto, él podía depender del espíritu para que lo guiara. Cuando Edmond llegó a ser suficientemente mayor como para trabajar, consultaba con el espíritu si parecía que otros obreros estaban por recibir una promoción que él deseaba para sí mismo. El espíritu le decía que ofreciera una gallina o una oveja como sacrificio. Por medio de apaciguar así al espíritu, él estaba seguro de que la “mala suerte” le sobrevendría a sus colegas. Edmond progresó rápidamente y llegó a ocupar un puesto de responsabilidad donde trabajaba. Hasta sus padres, al reconocer la “relación especial” que él tenía, acudían a Edmond si necesitaban comunicarse con el espíritu.

Aunque parezca extraño, Edmond no hallaba que hubiera conflicto alguno entre practicar el espiritismo y el catolicismo. En la Iglesia Católica a la cual él asistía con regularidad, ritos paganos, como el de tocar los tantanes (tambores) sagrados, se efectuaban lado a lado con ritos “cristianos”.

Con el tiempo, debido a su empleo, Edmond llegó a la ciudad capital de Abidján. Allí se interesó en aún otro espíritu... uno con el cual consultaba con regularidad su cuñado. Pero este espíritu estaba relacionado con las lagunas y el océano. Lo llamaban Mami-Wata. Cerca de una de las lagunas había una zona aislada que Edmond solía visitar para consultar con este espíritu y conseguir consejo.

No obstante, un día el espíritu parecía estar perturbado. “¿Qué pasa?”, preguntó Edmond. El espíritu se quejó de que el cuñado de Edmond ya no venía a consultar con él. “¿Por qué?”, preguntó Edmond. Se le dijo que era debido a la nueva religión de su cuñado. Edmond se sintió intrigado, pues él era católico, y el espíritu nunca se había quejado al respecto. Tenía que haber algo diferente en esta nueva religión. Dentro de poco Edmond recibiría la visita de un miembro de esta religión, y sus días de consultar con Mami-Wata también habían de llegar a su fin.

Adama busca el éxito

La ambición de Adama era tener éxito en la vida. Sus padres eran animistas, creían que todo objeto material tiene un alma. Por eso le dieron un fetiche —la camisa de “gallina de guinea”— para la buena suerte, a fin de que tuviera éxito en la escuela. Pero cuando fue suspendido en sus exámenes, él concluyó que otros estudiantes habían tenido fetiches más eficaces que él suyo.

Habló con sus padres al respecto, y ellos entonces le dieron un cuerno de cabra. Por medio de un hilo muy fino, él había de fijarlo a un clavo en el techo de su habitación. Por la mañana podía consultar con el fetiche y decirle lo que quería. Entonces, ¡el hilo fino se rompería! Ahora, según cayera el cuerno de cabra, él podía decidir si debía proceder con sus planes para ese día, o no. Este nuevo fetiche también resultó ineficaz.

Después de terminar la escuela, Adama fue al pueblo de Agboville. Allí, uno de sus amigos lo dirigió a un sacerdote fetichista, quien dijo que podía garantizar a Adama éxito en hallar un empleo. Conforme a las instrucciones del sacerdote, Adama compró un pequeño candado. Se le dijo que hablara por el agujero del candado y dijera todo lo que quería en la vida. “Quiero hallar un empleo”, dijo él al candado, lo cerró y aguardó el éxito. Pero éste no llegó.

Sin embargo, Adama no se desesperó. Estaba seguro de que aún estaba protegido por el encanto mágico de su preciosa camisa de “gallina de guinea”.

Con el tiempo Adama sí halló empleo en el pueblo de San Pedro. No era el tipo de empleo que él había querido, pero era un empleo. Por la noche Adama visitaba a un amigo. Una noche halló que su amigo tenía un visitante, un maestro de la Biblia. Adama, por ser católico ferviente, refutó lo que el visitante decía. No obstante, le intrigaba la idea de estudiar la Biblia para aprender acerca del Creador. Una noche, cuando el tema que consideraban era “¿Existen los espíritus inicuos?”, Adama no pudo resistir el participar en la consideración plenamente. Sus días como adorador de fetiches también estaban llegando a su fin.

Athanase y su talismán

Athanase se crió siendo harrista... secta cristiana nominal, fundada por William Wade Harris. Este era liberiano y afirmaba haber sido designado como profeta por el ángel Gabriel. Cerca del año 1913, Harris se fue de Liberia a Costa de Marfil y empezó a predicar allí. Un libro dice: “Ante su voz, los fetiches se hacían polvo, los que servían a ídolos renunciaban a sus dioses falsos, aldeas enteras aceptaron la religión de él. [...] Él caminaba apoyado en un bastón sobre el cual había una cruz de madera, e iba seguido de seis mujeres, todas vestidas de blanco al igual que él, a quienes llamaba sus ‘discípulas’”.

El padre de Athanase le dijo que cuando llegara a ser adulto, había de ser sacerdote harrista. Aunque los harristas supuestamente condenaban los fetiches, ¡afirmaban que la Biblia tenía poderes milagrosos! Al igual que el fundador de dicha secta, los sacerdotes harristas usaban la Biblia para bendecir y sanar a las personas. Pero Athanase notaba que pocos de ellos realmente leían la Biblia, y mucho menos la seguían.

Al terminar la escuela, decidió pasar dos semanas con un alto oficial de la religión harrista, con la esperanza de que esto resultara en que él obtuviera un empleo. Quedó muy sorprendido cuando el líder religioso le dio un talismán —una botella de perfume que contenía polvo de caolín, arena y agua— y le dijo que esto le garantizaría éxito en hallar empleo. “Pero —dijo el oficial— si te deshaces de él, ¡te volverás loco y con el tiempo morirás!”

Athanase quedó confuso. No podía ver diferencia alguna entre la botella de perfume y los fetiches que usaban miembros de otras fes. No obstante, por temor a sus padres y al líder religioso, él guardó el talismán. Este no le proporcionó la buena suerte que se le había prometido. Él pasó todo un año buscando empleo, sin tener éxito. Sin embargo, Athanase también llegó a comunicarse con alguien que lo liberó del temor al talismán.

La verdad acerca de los fetiches

Los tres hombres habían llegado a comunicarse con los testigos de Jehová. Mediante un estudio bíblico con los Testigos, aprendieron acerca del origen de los espíritus. La Biblia les mostró que antes del Diluvio de los días de Noé, algunos ángeles se rebelaron contra Dios y se materializaron a fin de disfrutar de relaciones sexuales con las mujeres. El Diluvio obligó a los espíritus a hacerse inmateriales, y desde entonces han quedado atrampados en la esfera de los espíritus. ¡No es de extrañar que estos demonios atribuyan tanta importancia a objetos materiales, como los fetiches! (Génesis 6:1-5; 2 Pedro 2:4.)

Con el tiempo cada uno de estos hombres cultivó amor a Jehová Dios y odio para con las prácticas espiritistas. La Biblia condena muy explícitamente el procurar ponerse en comunicación con espíritus inicuos, al decir en Deuteronomio 18:10-12: “No debería hallarse en ti nadie que haga pasar por el fuego a su hijo o su hija, nadie que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová, y a causa de estas cosas detestables Jehová tu Dios está expulsándolas de delante de ti”. Puesto que ninguno de los tres quiere incurrir en la desaprobación de Jehová, ahora siguen el consejo del discípulo cristiano Santiago: “Sujétense, por lo tanto, a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes”. (Santiago 4:7.)

Sin embargo, no fue fácil liberarse del cautiverio religioso. Por ejemplo, Edmond tuvo que quemar los amuletos que aparentemente lo vinculaban con Mami-Wata. Pero después de esto hizo excelentes progresos, y hasta dedicó su vida a Dios y simbolizó esto por medio de bautismo. Entonces, tan solo una semana después de su bautismo, los espíritus empezaron a molestarlo. Unas voces le decían que abandonara esta nueva fe. Pero Edmond oraba e invocaba el nombre de Jehová. Con el tiempo los espíritus inicuos dejaron de importunarlo. (Proverbios 18:10.)

Adama también tuvo sus problemas. Puesto que quería ayudar a otros a liberarse de la influencia satánica, se hizo predicador de tiempo completo. No obstante, por cierto tiempo estuvo plagado de desánimo. Le parecía que no estaba haciendo buen progreso y que a pesar de su mucha actividad cristiana, su espiritualidad estaba a un nivel bajo. ¿Cuál podía ser la razón para tales pensamientos negativos? De repente Adama se dio cuenta de que aún tenía aquella camisa de “gallina de guinea” que sus padres le habían dado. Registró su casa, halló aquel último eslabón que lo vinculaba con el mundo de los espíritus y lo destruyó. “Sentí gran alivio mental”, dijo él.

Athanase, también, tuvo que deshacerse de algo... aquel talismán que le habían dado. Después de hacer esto, enfermó gravemente. ‘¿Podía deberse esto a que había desobedecido la orden de no deshacerme de ese objeto?’, se preguntó él. Pero él también acudió a Jehová en oración. En vez de sucumbir a la presión de sus parientes, que le instaban a que recurriera al espiritismo nuevamente, buscó ayuda médica. Con el tiempo su salud, tanto física como espiritual, mejoró. Athanase ahora dedica los fines de semana a ayudar a sus vecinos a aprender las verdades de la Biblia. (Juan 8:44.)

Las experiencias de estos tres ex cautivos de la superstición confirman que la Palabra de Dios puede obrar poderosamente en los que se hacen creyentes (1 Tesalonicenses 2:13; Hechos 19:18-20). Más de otras 2.000 personas de Costa de Marfil están trabajando junto con estos hombres jóvenes para ayudar a las personas a liberarse del cautiverio religioso. Los testigos de Jehová de su localidad gustosamente le ayudarán a usted también a hallar dicha libertad.

[Fotografías en la página 7]

Edmond Kouadio

Adama Traore

Athanase Kouassi

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