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  • El independizarse de Dios... ¿por qué no es deseable?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
w85 1/11 págs. 4-7

El independizarse de Dios... ¿por qué no es deseable?

“ESTOY en busca de experiencias excitantes.” “¡Estoy harto de que se me diga qué hacer!” “¡Déjeme tranquilo!” Expresiones como estas quizás sean indicio de un espíritu de independencia. A veces se oyen estas palabras hasta de los labios de cristianos.

¿Cómo pueden los cristianos contagiarse con el espíritu de independencia, hasta el grado de querer independizarse de Dios? Por lo general esto empieza cuando se adopta un punto de vista torcido de los requisitos de Jehová Dios. (Salmo 73:2, 13, 14.) Las personas que adoptan dicho parecer ven las leyes de Dios como barreras contra la diversión, más bien que como una protección para que puedan disfrutar de la vida. El brillo y el encanto del mundo impío las ha engañado de modo que creen que se están perdiendo placeres. ¿Qué hay de usted? ¿Cuál es su parecer en cuanto al independizarse de Dios?

Un problema antiguo

El querer independizarse de Dios no es nada nuevo. Data casi desde el origen del hombre. Satanás el Diablo introdujo el espíritu de independencia. Engañó a la primera mujer, Eva, para que creyera que podría ser más feliz si tan solo quedaba libre de la guía de su Creador. Eva creía que tal derrotero independiente le permitiría disfrutar de muchas experiencias y placeres reveladores de los cuales Dios la había estado privando. (Génesis 3:1-5; Revelación 12:9.)

Cegada por sus recién formados deseos egoístas, Eva atrajo a su esposo para que él se uniera a ella en la rebelión. Adán escogió independizarse de Dios también. El resultado: la tristeza reemplazó a la felicidad. Las consecuencias fueron el pecado, la vergüenza, la enfermedad, el dolor y la muerte, no solo para Adán y Eva, sino para toda su prole también. (Génesis 3:6; 16-19; Romanos 5:12.)

De acuerdo con el registro bíblico, también hubo ángeles que decidieron seguir el derrotero que consistió en independizarse de Dios por medio de ir en pos de placeres ilícitos con las ‘bien parecidas hijas de los hombres’. ¿Les proporcionó una satisfacción genuina dicho derrotero independiente? No. Más bien, produjo tanta inmoralidad flagrante y violencia que Jehová se resolvió a destruir aquel mundo de personas impías. Los ángeles independientes se convirtieron en demonios, que ahora promueven este mismo espíritu destructivo de rebelión entre la humanidad. (Génesis 6:1-7, 11; Efesios 2:2; Judas 6-12.)

Se necesita guía divina

Los hechos susodichos deberían ayudarnos a reconocer una verdad fundamental: Para tener una vida deleitable que sea un éxito, el hombre tiene que depender de Dios para guía. Esta es una razón por la cual la Biblia dice: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23.) El sabio Salomón de la antigüedad reconoció el peligro de establecer normas personales para una vida independiente de la guía divina. Él escribió: “Existe un camino que es recto ante el hombre, pero los caminos de la muerte son su fin después”. (Proverbios 14:12.)

Ilustremos esto de dos maneras. Si todos los pilotos de aviones comerciales hicieran caso omiso de las instrucciones que se les da desde el aeropuerto y aterrizaran cuando quisieran o donde quisieran, ¿cuán seguro sería viajar por el aire? O si un grupo de obreros desechara los cianotipos o los planos y cada cual decidiera hacer exactamente lo que se le antojara hacer con su parte de la construcción, ¿qué tipo de edificio resultaría? Comprendemos que se tienen que seguir normas si ha de existir una sociedad ordenada.

Nadie está mejor capacitado para proporcionar dichas normas que el Creador del hombre, Jehová. Por ser el Creador, Jehová Dios, no la criatura humana, tiene el derecho absoluto de establecer normas de acuerdo con las cuales deberían vivir sus criaturas inteligentes. Él conoce nuestras limitaciones; él sabe exactamente cuáles son los límites entre la felicidad y la tristeza. (Hechos 17:26, 27.) Vez tras vez, las experiencias de la vida prueban que el camino de Dios realmente da buenos resultados. Es el mejor camino para nosotros.

No tenemos que adivinar cuáles son las normas de Jehová; bondadosamente nos lo dice en su Palabra, la Biblia: “Este libro de la ley no debe apartarse de tu boca, y día y noche tienes que leer en él en tono bajo, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente”. (Josué 1:8.) El apóstol Pablo explica que las normas de Dios abarcan todo aspecto. En 2 Timoteo 3:16, 17 escribió: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente, estando completamente equipado para toda buena obra”.

Jehová nos invita a poner a prueba sus normas, ‘a probar para nosotros mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios’. (Romanos 12:2.) Claro, para hacer esto debidamente, es necesario estudiar la Biblia a fondo. Sea que el estudiar la Biblia sea algo nuevo para nosotros o que hayamos estado estudiando la Palabra de Dios por décadas, la meta de adquirir conocimiento exacto y entendimiento de la voluntad de Dios es importante. Si no entrenamos nuestras capacidades perceptivas por medio de usarlas, no mantendremos un punto de vista claro de las pautas de Jehová. (Hebreos 5:14.)

El hacer caso omiso de las normas de Jehová equivale a invitar al desastre. Simplemente son demasiados los obstáculos a los que tiene que enfrentarse la persona para que pueda tener éxito basándose en su propio entendimiento. Primero, la persona tiene que contender con las sutiles influencias sobrehumanas de Satanás y sus demonios. (1 Juan 5:19; Revelación 12:12.) Además, el sistema de cosas mundial de la humanidad está impregnado del espíritu de la desobediencia y el egoísmo extremo. (Efesios 2:2; 1 Juan 2:15-17.) También, por supuesto, tenemos que luchar contra nuestras propias imperfecciones y las inclinaciones engañosas del corazón. (Salmo 51:3-5; Jeremías 17:9, 10.) Por eso, el vivir sin la guía de Jehová es casi tan insensato como viajar en un automóvil sin volante.

Jesucristo es el mejor ejemplo de uno que apreciaba la guía divina. Aunque era perfecto, él dijo respecto a sí mismo: “El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre”. (Juan 5:19.) Jesús no vivió para agradarse a sí mismo. En otra ocasión él dijo: “No hago nada por mi propia cuenta; sino que lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él”. (Juan 8:28, 29, La Biblia de Jerusalén.) ¿Desea usted ser guiado por la misma norma que Jesucristo reconoció? (1 Pedro 2:21.)

El valor de aceptar la guía divina

Jehová es el “Dios feliz”. (1 Timoteo 1:11.) Él no quiere privarnos de placeres sanos, experiencias excitantes ni felicidad. Reflexione por un momento sobre las palabras que se declaran sencillamente en Romanos 1:28-32. El independizarse de Dios acarrea solo malas consecuencias, pues el relato, de acuerdo con la Sagrada Biblia de Cantera-Iglesias, declara:

“Como no se dignaron tener un conocimiento verdadero de Dios, los entregó Dios a una conciencia indigna que los lleva a hacer indecencias, repletos de toda clase de injusticia, de maldad, de codicia, de perversidad; llenos de envidia, de homicidios, de contiendas, de fraudes, de mala idea; detractores, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, ingeniosos para el mal, desobedientes a los padres, ignorantes, pérfidos, desamorados, despiadados; tales que, aun conociendo el precepto de Dios de que ‘los que practican esas cosas merecen la muerte’, no sólo las hacen, sino que aprueban a quienes las practican”.

Por otro lado, a los que escogen seguir las normas de Dios se les insta a deshacerse de la vieja personalidad con su espíritu de independencia y reemplazarla con una nueva personalidad que es parecida a la de Cristo. Esta nueva personalidad incluye el hacerse bondadoso, tiernamente compasivo, y perdonar libremente. (Efesios 4:20-32.) Además, esta personalidad manifiesta el fruto del espíritu santo de Dios: “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo”. (Gálatas 5:22, 23.)

Después de haber examinado cuidadosamente ambas personalidades, ¿qué clase de persona es usted? ¿Cuál de las dos personalidades preferiría ver en las personas con quienes usted se asocia?

Además, la Biblia enseña que en el futuro muy cercano todas las personas impías sufrirán la destrucción a manos de Dios. (2 Pedro 3:7; 2 Tesalonicenses 1:7-9.) Jesucristo predijo que, justamente antes de esta purificación divina de la Tierra, las personas en general tendrían una actitud tan indiferente para con el seguir las normas de Dios como la que tuvieron las personas del día de Noé. (Lucas 17:26-30.) Por eso es urgente que lleguemos a tener pleno aprecio del valor de las normas que Dios ha establecido. Para sobrevivir, esto es tan necesario para nosotros hoy día como lo fue para Noé en su día.

Por lo tanto, el independizarse de Dios no resulta en felicidad verdadera; el hacer la voluntad de Dios sí produce dicho resultado. Los que se someten a la guía de Jehová recibirán la recompensa de vida eterna en una Tierra llena de personas que tendrán una personalidad como la de Cristo. (Salmo 37:27-29.)

[Ilustración en la página 5]

¿Qué clase de edificio se construiría si cada obrero desechara los planos y construyera como él quisiera?

[Ilustración en la página 6]

Usted tiene la libertad de viajar, pero para hacerlo sin peligro tiene que guiar el vehículo únicamente dentro de los límites de la ley

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