¿Está usted en buena posición ante Dios?
PARA muchas personas esa pregunta no tiene sentido. Piensan que es más importante que uno esté satisfecho consigo mismo. ‘Haga lo suyo’, es un dicho popular en estos días. Otro es: ‘No se sienta culpable’.
Este no es únicamente el parecer de unos cuantos jóvenes imbuidos de la filosofía del ‘yo primero’. Por ejemplo, en Francia, donde el 82% de la población es católica bautizada, una encuesta que se llevó a cabo en 1983 reveló que solo el 4% de las personas aceptan la idea del pecado. En los Estados Unidos, hace ya varios años que el doctor Karl Menninger, considerado el “padre de la siquiatría norteamericana”, se sintió impulsado a escribir un libro entero sobre el tema Whatever Became of Sin? (¿Qué habrá sido del pecado?) En él escribió: “Como nación, oficialmente hemos dejado de ‘pecar’ hace unos veinte años”. En la cubierta se dice: “La palabra ‘pecado’ casi ha desaparecido de nuestro vocabulario”.
De hecho, el concepto del pecado es tan oscuro hoy en día que a muchas personas, aun a las que afirman ser cristianas, se les haría difícil explicar lo que realmente es el pecado.
Inquietudes del día moderno
A pesar de estar perdiéndose la noción del pecado, algunos fenómenos sociales recientes han dado a la gente razón para pensar. Uno de ellos es la gran cantidad de abortos que se lleva a cabo en muchos de los países más desarrollados del mundo. Algunos de estos países, aunque son predominantemente “cristianos”, tienen leyes muy liberales para el aborto. Esta matanza de fetos ha provocado reacciones que las personas que rechazan el concepto del pecado deben hallar difíciles de explicar.
Por ejemplo, ¿por qué deberían experimentar sentimientos de culpabilidad y hasta llegar al extremo de tener problemas sicológicos después de un aborto algunas mujeres cuya filosofía de la vida les permite adoptar este proceder? Y así sucede, pues “los estudios muestran que una alta proporción de las mujeres que se han sometido a abortos manifiestan inadaptación”, aun en la Yugoslavia comunista. (The New Encyclopædia Britannica.) Al explicar este fenómeno, el profesor Henri Baruk, miembro de la Academia Francesa de Medicina, lo atribuye a la violación de “un principio básico que está escrito en el corazón de toda persona”. ¿Escrito por quién?
Otro fenómeno reciente que ha dado a muchos razón para pensar es la propagación a nivel mundial de las enfermedades transmisibles mediante las relaciones sexuales. El SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), con su alto índice de mortalidad, ha provocado una ola de dudas y angustia entre muchas personas a quienes las relaciones sexuales promiscuas supuestamente habían proporcionado liberación de tabúes anticuados. El alto precio que muchos están pagando por su “libertad” sexual está impulsando a algunos a preguntarse si, después de todo, no estarán siendo castigados. ¿Castigados por quién?
Tales recordatorios modernos de que el hombre no puede burlarse impunemente de los principios morales están resultando en que algunas personas reflexivas examinen de nuevo sus propias opiniones sobre el pecado y sobre su responsabilidad personal ante Dios.
Las iglesias y el pecado
“El pecado de este siglo es la pérdida de todo sentido del pecado.” El papa Pío XII hizo esa declaración enérgica allá en 1946. Obviamente la situación ha empeorado desde entonces. En su documento reciente sobre el pecado y la confesión, llamado “La reconciliación y la penitencia”, el papa Juan Pablo II citó esas palabras de su predecesor y lamentó lo que él llamó el eclipse del concepto del pecado en la sociedad secularizada de hoy.
El papa también recordó a los sacerdotes católicos y a los católicos en general que la confesión y la absolución colectiva, como se practican en muchas iglesias católicas hoy, no bastan. Declaró que la confesión individual es “el único medio común y normal” de observar el sacramento de la penitencia. Según el dogma católico, la penitencia es una de las buenas obras que reconcilian al pecador con Dios.
La mayoría de las iglesias protestantes niegan que la confesión privada ante un sacerdote sea necesaria. Mantienen que la confesión a Dios basta para recibir el perdón de los pecados, pero algunos favorecen la confesión y la absolución general en los “servicios de comunión”. Muchos protestantes creen que con la fe basta para que el individuo sea justificado ante Dios.
Tales doctrinas contradictorias dentro de las llamadas iglesias cristianas sobre el tema de la confesión, la penitencia y la justificación, o de cómo conseguir la aprobación de Dios, dejan a muchas personas perplejas. La gente queda con una vaga idea de que debería estar haciendo algo para estar en buena posición ante Dios, pero no sabe cómo proceder.
El siguiente artículo explicará por qué es necesario que se nos rehabilite ante Dios, y examinará los puntos de vista católicos y protestantes sobre la “justificación”. Otros dos artículos explicarán lo que la Biblia enseña sobre cómo llega Dios a vernos como justos, y cómo le afecta esto a usted.