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  • Jehová... ¡realmente magnífico!

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  • Jehová... ¡realmente magnífico!
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1986
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1986
w86 1/1 págs. 28-31

Jehová... ¡realmente magnífico!

MAJESTUOSO, grandioso, excelso, admirable, imponente. Estos son solo unos cuantos sinónimos de la palabra “magnífico” que se incluyen en algunos diccionarios españoles. Y, en realidad, podría usarse cualquiera de ellos para describir al “Magnífico Creador”, como se llama a Jehová Dios en Eclesiastés 12:1.

‘Pero un momento’, podría decir usted, ‘mi traducción de la Biblia no utiliza el calificativo “magnífico”’. ¿Qué base tiene la Traducción del Nuevo Mundo para hacerlo?

De ningún modo podría considerarse esto como un ejemplo de añadidura a la Palabra de Dios, lo cual la misma Biblia condena específicamente. (Deuteronomio 4:2; 12:32; Proverbios 30:6; Revelación 22:18.) Más bien, es un intento de transmitir en el español moderno el significado completo y exacto del término hebreo original. La versión “Creador”, aunque básicamente es correcta, no traduce con suficiente precisión el término original. Una nota al pie de la página respecto a ese texto en la edición de 1984 con referencias de la New World Translation explica: “‘Tu Magnífico Creador’. Heb[reo], Bohre’eyʹkha. El participio del verbo heb[reo] ‘crear’ está en pl[ural] para denotar grandeza o excelencia”.

De modo que los escritores de la Biblia, bajo inspiración divina, usaron en ocasiones verbos y nombres en plural para describir a Dios. Esto no significa, sin embargo, que ellos creyeran en un Dios plural o quizás trino. Al contrario. “Realmente para nosotros hay un solo Dios el Padre —escribió el apóstol Pablo, añadiendo— y hay un solo Señor, Jesucristo.” (1 Corintios 8:6.) Usaron la forma plural solo para señalar la posición incomparable de Jehová. Él es majestuoso, grandioso, excelso, admirable e imponente... todo esto y mucho más. Sí, declarado sencillamente, ¡él es magnífico!

Dios, Creador e Instructor por excelencia

“Porque ¿quién en los cielos nublados puede ser comparado a Jehová?”, preguntó el salmista. “¿Quién puede parecerse a Jehová entre los hijos de Dios?” (Salmo 89:6.) Ni siquiera su Hijo primogénito, su “obrero maestro” en la creación, puede compararse a Jehová en magnificencia. Él mismo lo admitió cuando, al estar en la Tierra como el hombre Jesucristo, dijo: “El Padre es mayor que yo”. (Juan 14:28.) Y a pesar de ser el “obrero maestro” de su Padre, nunca reclamó el título de co-Creador. Glorificó a Dios como el único Creador. (Compárese con Génesis 1:26, 27; Proverbios 8:30; Mateo 19:4a.)

Jehová no es tan solo un ser poderoso, o un dios, de los cuales hay muchos, sino el Dios Todopoderoso, del que solo hay uno. (Salmo 82:6; Revelación 11:17.) En vista de su posición singular, es sumamente apropiado referirse a él como “el magnífico Dios” o “el gran Dios”. Así le llamó el profeta Daniel cuando se le pidió que interpretara un sueño que el rey Nabucodonosor había tenido. Él dijo: “El gran Dios mismo ha hecho saber al rey lo que ha de ocurrir después de esto. Y el sueño es confiable, y la interpretación de él es digna de confianza”. A lo cual respondió el rey: “Verdaderamente el Dios de ustedes es un Dios de dioses y un Señor de reyes y un Revelador de secretos”. (Daniel 2:45, 47.)

Un Magnífico Dios con la capacidad de prever el futuro y revelar los secretos es capaz obviamente de dirigir bien a su pueblo e instruirlo sobre cómo debe evitar los peligros. Él es un Instructor sin igual, el “Magnífico Instructor”, como se le llama en Isaías 30:20, 21. Esto es cierto, en primer lugar, debido a la suprema sabiduría expresada en su enseñanza. Por ejemplo, Dios ha advertido a su pueblo sobre los peligros inherentes del tabaco, el consumo de drogas, las transfusiones de sangre y la inmoralidad sexual mucho antes que estos fueran totalmente reconocidos por los científicos y médicosb.

En segundo lugar, él es sin igual en su modo de enseñar, el cual es siempre positivo, amoroso y paciente, con perfecta percepción de las necesidades y aptitudes individuales del enseñado. Por esa razón es sumamente efectivo. No sorprende que un antiguo siervo de Dios preguntara en una ocasión: “¡Mira! Dios mismo obra sublimemente con su poder; ¿quién es instructor como él?”. (Job 36:22.)

Rey, Hacedor y Amo

Jerusalén, sede del gobierno de la teocracia típica de Jehová, fue llamada “el pueblo del gran Rey”. (Salmo 48:1, 2.) El Salmo 135:21 identifica a este Gran Rey como “Jehová, que está residiendo en Jerusalén”. (Véase también Salmo 47:8; Mateo 5:35.) Por supuesto, siendo Soberano universal, y su trono, celestial, este “gran Rey” nunca residió literalmente en Jerusalén, sino que lo hicieron los reyes humanos que gobernaron en representación suya. (Salmo 10:16; 29:10; Jeremías 10:10; Daniel 4:34.)

Desde 1914, Jehová está gobernando de nuevo mediante un Rey que lo representa, en esta ocasión su Hijo, Cristo Jesús, el cual está instalado en la “Jerusalén celestial”. (Hebreos 12:22; Revelación 11:15; 12:10.) Su Reino Mesiánico establecerá permanentemente la soberanía justa de Jehová y limpiará el universo de todos los que desafían la gobernación del Gran Rey.

Según Job 35:10, Salmo 149:2 e Isaías 54:5, Jehová es también el “Magnífico Hacedor”. Los dos últimos textos hacen referencia a cómo Jehová convirtió a Israel en una nación para que sirviera en favor de sus intereses. De este modo, además de poder crear, Jehová también puede causar que sus creaciones lleguen a ser lo que él desea a fin de que sus propósitos se realicen. Todo ello está en armonía con el propio significado del nombre divino: “Él causa que llegue a ser”.

Tal Gran Rey y Magnífico Hacedor merece toda nuestra confianza. Más que eso, merece nuestro amor, devoción y, sobre todo, nuestra adoración. Él tiene derecho a ser llamado nuestro Magnífico Amo. (Oseas 12:14.) No deberíamos actuar como el Israel infiel, quien representó a la cristiandad del día moderno. De tales apóstatas Malaquías escribió: “‘Un hijo, por su parte, honra a un padre; y un siervo, a su magnífico amo. Pues si yo soy un padre, ¿dónde está la honra a mí? Y si soy un magnífico amo, ¿dónde está el temor a mí?’, ha dicho Jehová de los ejércitos a ustedes, oh sacerdotes que desprecian mi nombre”. (Malaquías 1:6.) Deberíamos honrar a nuestro Magnífico Amo con un temor piadoso, y no despreciar su nombre —como algunos traductores modernos han hecho— tratando de ocultarlo o erradicarlo de la Biblia como si fuera vergonzoso mencionarlo. Al contrario, deberíamos estar orgullosos de llevar ese nombre al identificarnos como sus Testigos.

Reconocimiento total de la magnificencia de Jehová

Dios es la personificación del amor, así como de cualquier otra cualidad buena y positiva. (1 Juan 4:8.) Así que no nos sorprende que Isaías describa a este “Dios verdadero, Jehová, el Creador de los cielos” sencillamente como “el Magnífico”. Él es la misma personificación de la magnificencia. (Isaías 42:5.)

Si lo reconocemos plenamente como un Gran Rey que está gobernando desde 1914 en un sentido muy especial, mantendremos estricta neutralidad cristiana en los asuntos políticos. Evitaremos tomar partido aun de modo pasivo. Y con resolución apoyaremos la gobernación de Dios por medio de “buscar primero el reino y la justicia de Él”, predicando activamente “estas buenas nuevas del reino” a otras personas. (Mateo 6:33; 24:14.)

Si lo reconocemos plenamente como un Magnífico Amo, nos abstendremos de contradecir, ya sea por habla o acción, su modo aprobado de hacer las cosas. Le obedeceremos con prontitud. En vista de su posición singular como el Magnífico Dios, el Magnífico Creador y el Magnífico Hacedor, aceptaremos con aprecio su derecho a la devoción exclusiva. No evitaremos sus requisitos, ni siquiera aquellos que puedan parecer demasiado restrictivos. Aceptaremos con presteza su orden para mantener la paz y unidad en la congregación y en nuestras propias familias. (Véase Hebreos 13:17; Efesios 6:1-3.)

Si lo reconocemos plenamente como un Magnífico Instructor, no dudaremos de los métodos de instrucción que está usando hoy la clase del “esclavo fiel y discreto” de Jehová, ni los criticaremos. Más bien, apoyaremos las acciones disciplinarias que en ocasiones son parte de la instrucción, y al mismo tiempo intentaremos derivar tanto beneficio como sea posible de las excelentes ayudas docentes que provee la organización visible de Dios. (Mateo 24:45-47.)

En suma, si reconocemos plenamente a Jehová como el Magnífico, querremos aprovecharnos de toda oportunidad para servirle. El poder, la fama y las riquezas que tienen los políticos, los actores o los financieros no son nada en comparación con el privilegio de estar en el servicio del Magnífico.

Mucha gente puede que esté dispuesta a aceptar a Jehová como su Creador y Hacedor. Pero cuando tienen que aceptarlo como su Dios, su Instructor, su Rey y su Amo... entonces se rebelan. No cometamos nunca ese error. Recuerde, ya sea como Creador, Hacedor, Dios, Instructor, Rey o Amo, Jehová es majestuoso, grandioso, excelso, admirable e imponente... todo esto y mucho más. Sí, ¡Jehová es magnífico!

[Notas a pie de página]

a Es significativo que Génesis 1:26, refiriéndose a Jehová y a su “obrero maestro”, dice “hagamos”, mientras que en el próximo versículo Gé 1:27, con referencia a Jehová solo, se utiliza la palabra “crear”. Sobre esta palabra hebrea traducida “crear”, A Dictionary of the Hebrew Old Testament in English and German, de Koehler y Baumgartner, dice: “En el A[ntiguo] T[estamento] [este] es un término teológico cuyo sujeto es exclusivamente Dios”.

b Hace décadas que estos peligros se explicaron bíblicamente en La Atalaya de octubre de 1942, páginas 154-156; 15 de noviembre de 1945, páginas 342-345; The Watchtower del 1 de diciembre de 1949, página 367 y en ¡Despertad! del 8 de diciembre de 1950, páginas 9-12.

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