Los Evangelios... ¿hechos, o fábulas?
HACE tiempo que los llamados altos críticos han atacado desde varios frentes los relatos de los Evangelios sobre la vida de Jesús: Afirman que estos relatos están llenos de contradicciones y que se escribieron muchísimo después de los sucesos para ser historia válida. Despiden los elementos milagrosos como meras fábulas.
En su libro Caesar and Christ, el historiador Will Durant se esforzó por examinar los relatos de los Evangelios desde un punto de vista puramente objetivo... como documentos históricos. Aunque admite que hay aparentes contradicciones y problemas en los relatos de los Evangelios, no obstante, concluye: “Las contradicciones son minucias [de poca importancia], carecen de sustancia; en los elementos esenciales los evangelios sinópticos concuerdan notablemente bien, y pintan un cuadro consecuente de Cristo”.
Pero ¿qué se puede decir de lo que ciertos altos críticos han afirmado, que los Evangelios no satisfacen el criterio de la historia real? Durant pasó a decir lo siguiente: “En el entusiasmo de sus descubrimientos la alta crítica ha aplicado al Nuevo Testamento pruebas de autenticidad tan severas que cien personajes antiguos —por ejemplo, Hammurabi, David, Sócrates— se desvanecerían en la leyenda. A pesar de los prejuicios y las ideas teológicas preconcebidas de los evangelistas, ellos registran muchos sucesos que meros inventores hubieran dejado fuera, como la rivalidad que había entre los apóstoles por tener altos puestos en el Reino, cuando huyeron después que Jesús fue arrestado, la negación de Pedro [...] Nadie que lea de estas escenas puede dudar que la figura tras ellas sea real”.
El historiador Durant concluyó diciendo: “El que varios hombres simples hayan inventado en una sola generación una personalidad tan poderosa y atrayente, una moralidad tan noble y una visión de hermandad humana tan inspiradora, sería un milagro mucho más increíble que cualquier otro relato que esté registrado en los Evangelios. Después de dos siglos de Alta Crítica, las descripciones de la vida, el carácter y la enseñanza de Cristo permanecen razonablemente claras y constituyen el rasgo más fascinante de la historia del hombre occidental”.