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  • Obedeció a Dios como gobernante más bien que a los hombres

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  • Obedeció a Dios como gobernante más bien que a los hombres
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1986
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1986
w86 15/6 págs. 29-31

Obedeció a Dios como gobernante más bien que a los hombres

“Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.”

ESTAS denodadas palabras resonaron por toda la sala del Sanedrín de Jerusalén hace casi 2.000 años. Un grupo de cristianos del primer siglo estaba siendo interrogado por el sumo sacerdote judío. Habían sido arrestados en el templo mientras enseñaban a una muchedumbre. El ángel de Jehová los había mandado a predicar la Palabra de Dios allí. Pero los sacerdotes les habían dicho que no lo hicieran. ¿A quién hubiera obedecido usted en tal situación? Los cristianos no tenían duda. Obedecerían a Dios como gobernante más bien que a los hombres. (Hechos 5:17-32.)

En el transcurso de los siglos que han transcurrido desde entonces, ha habido personas que han seguido ese mismo ejemplo denodado al encararse a líderes religiosos que, como aquellos sacerdotes judíos del primer siglo, no han querido oír la verdad y han tratado de evitar que otros la oigan también. (Mateo 23:13.) A principios del siglo XV, Juan Husa (1371-1415) expresó esas mismas palabras cuando se le ordenó que dejara de predicar en Bohemia, su país natal, (que actualmente es parte de Checoslovaquia). Él reconoció la autoridad suprema de Dios y de su Palabra en un tiempo en que casi todo el mundo consideraba supremos al papa y a la Iglesia. ¿Qué hizo que Hus adoptara esa posición?

Orígenes de la enseñanza bíblica de Hus

Juan Hus se crió con su madre, una campesina viuda; de modo que él tuvo que luchar para conseguir una educación. Muchas veces tuvo que cantar en las iglesias para ganarse la vida. Aunque no era un estudiante brillante, se las arregló para estudiar en la Universidad de Praga y progresó hasta que finalmente llegó a ser el rector de la universidad.

En aquel tiempo, había mucha contienda en la universidad entre los alemanes y los checos. Hus llegó a ser un campeón de la causa checa, y su influencia aumentó a medida que llegó a adquirir más poder como predicador. Por algún tiempo hubo inquietud y discusión sobre muchos abusos que implicaban a la Iglesia Católica Romana, y esto se intensificó mediante la diseminación de los escritos del reformador inglés Juan Wiclef. El movimiento bohemio no se originó debido a los sucesos en Inglaterra; más bien, surgió al mismo tiempo que tales sucesos. Juan Hus se interesó en los escritos de Wiclef, especialmente en la obra On Truth of Holy Scripture (La verdad sobre las Sagradas Escrituras), que él consiguió en 1407.

Sin embargo, se encaró a la oposición del arzobispo Zbynek, de Praga, quien objetó a la predicación de Hus y públicamente quemó muchos de los escritos de Wiclef en 1410. Después de esto, Zbynek prohibió toda predicación, a menos que se llevara a cabo en iglesias reconocidas, lo cual excluía a la iglesia de Belén, donde Hus presidía. Hus rehusó obedecer la prohibición del arzobispo, declarando que él tenía que “obedecer a Dios más bien que a los hombres, en cosas necesarias para la salvación”. Apeló al papa, después de lo cual el arzobispo lo excomulgó. Pero Hus no titubeó, y descubrió que el tener mayor entendimiento había aguzado su conciencia, haciéndola más sensible a las enseñanzas de la Biblia. Repitiendo las palabras del apóstol Pablo a los romanos, dijo claramente: “Aunque el mundo entero sea mentiroso, Dios no lo es”. (Romanos 3:4, La Biblia al Día.) El rey Wenceslao defendió el movimiento reformista de Hus; finalmente Zbynek huyó del país, y murió poco después.

La oposición contra Hus surgió otra vez más debido a que condenó una cruzada contra el rey de Nápoles y expuso la venta de indulgencias para los que apoyaban la cruzada, lo cual perjudicó las ganancias de los sacerdotes. Las indulgencias permitían que una persona obtuviera una remisión de la pena temporal por dinero. Para no acarrear problemas a la ciudad, Hus salió de Praga y se exilió temporalmente en el campo. Allí, en 1413, escribió la obra On Simony, en la que expuso que el clero amaba el dinero y tenía el apoyo de las autoridades seglares. De nuevo, Hus basó su autoridad en la Palabra de Dios, y dijo: “Todo cristiano fiel debería estar dispuesto a no aferrarse a cosa alguna que vaya en contra de las Santas Escrituras”.

Hus también escribió un tratado titulado De Ecclesia. En este enunció varias proposiciones, y una de ellas decía: “Que Pedro nunca fue, y no es, cabeza de la Iglesia”. Hus halló que los versículos clave de Mateo 16:15-18 claramente establecían a Jesucristo como el fundamento y cabeza de la Iglesia, siendo esta el entero cuerpo de creyentes escogidos. De modo que la ley de Cristo, tal como se halla en la Palabra de Dios, permanecía suprema, y no la del papa. Más bien, el papado surgió del poder de la Roma imperial.

Testimonio ante el concilio de Constanza

La Iglesia Católica no pudo tolerar más las denunciaciones de Hus, de modo que lo citaron para que defendiera sus puntos de vista ante el conciliob de Constanza, el cual estuvo vigente desde 1414 hasta 1418 cerca del Lago de Constanza. Fue persuadido a que se presentara a la cita por el hermano del rey, el emperador Segismundo, quien lo engañó al prometerle un salvoconducto que rápidamente resultó ser falso. Poco después que llegó fue arrestado, pero continuó resistiendo la autoridad tanto del papa como la del concilio.

Cuando el concilio pidió que Hus se retractara de sus ideas y enseñanzas, respondió diciendo que lo haría con gusto si alguien le probaba con la Biblia que él estaba equivocado, en armonía con 2 Timoteo 3:14-16. Hus sentía que su conciencia siempre lo atormentaría si se retractaba en términos ambiguos. Declaró: “Siempre he deseado que se me pruebe con la Biblia una mejor doctrina, y entonces estoy muy dispuesto a retractarme”. Aunque presentó este desafío, que algún miembro del concilio le mostrara su error con la mismísima Palabra de Dios, fue condenado como un hereje obstinado y enviado de nuevo a prisión sin que se considerara absolutamente nada de la Biblia.

El 6 de julio de 1415, Hus fue condenado oficialmente en la catedral de Constanza. No se le permitió responder mientras se leían las acusaciones contra él. Entonces fue destituido públicamente de su sacerdocio, y sus escritos fueron quemados en el patio de la iglesia. Lo llevaron a un campo en los suburbios y allí lo quemaron en la hoguera. Sus cenizas fueron recogidas y echadas en el río Rin, para evitar que alguien guardara reliquias de este mártir. En vista de sus vínculos estrechos con Juan Wiclef, el concilio también condenó al reformista Wiclef —que ya había muerto— y ordenó que sus restos fueran desenterrados y quemados, y que sus cenizas fueran esparcidas en las aguas del río Swift, en Inglaterra. Más tarde, el más prominente seguidor de Hus, Jerónimo de Praga, también fue quemado en la hoguera.

Lo que Hus logró

En aquella época, Hus fue uno de los primeros hombres que se atrevió a oponerse a la autoridad papal y del concilio, y que aceptó la autoridad de las Escrituras como suprema. En consecuencia, empezó el movimiento a favor de los derechos de la persona individual, de la libertad de conciencia y de expresión.

Más de cien años después, Martín Lutero fue acusado en Alemania de renovar los errores de Wiclef y Hus. Está claro que Lutero tenía básicamente el mismo punto de vista de Hus cuando dijo: “A menos que se me condene por las Escrituras y por alguna razón clara —no acepto la autoridad de los papas ni de los concilios, pues se contradicen unos a otros—, mi conciencia está dominada por la Palabra de Dios”. Quizás por eso dijo: “Subconscientemente, todos somos husitas”.

En realidad, Hus, Wiclef y Lutero restablecieron muchas de las enseñanzas de los cristianos primitivos. Claro, no pudieron lograr esto plenamente debido a que en esos días era difícil disipar la oscuridad que había existido durante siglos. Pero todos ellos concordaron en un hecho importante: la Palabra de Dios tiene prioridad, prescindiendo de cuáles sean las opiniones de los hombres. Los primeros cristianos sostuvieron ese mismo punto de vista debido a que habían sido enseñados por el Maestro mismo, Jesucristo. (Juan 17:17; 18:37.)

Hoy día, los cristianos tienen que adoptar esa misma posición. Tenemos muchas ventajas sobre aquellos siglos pasados. En primer lugar, la Biblia está libremente disponible en la mayoría de los idiomas. Y en segundo lugar, en estos últimos días el espíritu santo ha guiado a siervos responsables de modo que tienen mayor entendimiento de la Biblia. ¿Ha aceptado usted este entendimiento? Si lo ha hecho, usted no titubeará en sostener el principio que Juan Hus hizo resonar con tanta insistencia. Hoy día, una cantidad de personas más grande que nunca antes en la historia está viviendo en armonía con las palabras de los apóstoles: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. (Hechos 5:29.)

[Notas a pie de página]

a A veces deletreado Huss.

b Un concilio es una junta de obispos y otros eclesiásticos de la Iglesia Católica para deliberar y decidir sobre, entre otras cosas, materias doctrinales y de disciplina. En el transcurso de la historia ha habido muchos de estos concilios, reconocidos por la Iglesia Católica Romana.

[Ilustración en la página 29]

Juan Hus

[Ilustración en la página 31]

Hoy día los coleccionistas consideran de mucho valor las Biblias checas, tal como la edición de 1579 que se muestra arriba. Juan Hus murió en la hoguera por considerar que las palabras de la Biblia eran más importantes que la palabra del hombre

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