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  • Jehová ha bendecido mis decisiones
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1986
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1986
w86 1/8 págs. 22-26

Jehová ha bendecido mis decisiones

Según lo relató Samuel B. Friend

ALLÁ en julio de 1952 yo cantaba todos los sábados por la noche en un programa popular de música “country-western” en Little Rock, Arkansas. Este programa, que duraba tres horas, era uno de los favoritos no solo del auditorio en vivo, sino también de las miles de personas que lo escuchaban por la radioemisora de 50.000 vatios, KLRA. Esto fue antes que la televisión llegara al sur de los Estados Unidos.

Cierta noche, al concluir la función, me abordó un descubridor de personas de talento de la empresa de grabación MGM (Metro-Goldwyn-Mayer). Me dijo: “Quisiera que cantaras para nosotros”. Y allí mismo me ofreció un lucrativo contrato para grabar. Dijo que había observado el programa por varias semanas, y le parecía que yo tenía un buen porvenir como cantante.

Cuando le dije que no estaba interesado, se quedó pasmado. Le expliqué que yo participaba en el programa solo para mantenerme yo y mi esposa en el ministerio de tiempo completo y que no deseaba envolverme más en la industria musical.

Más tarde ese año, la televisión llegó al estado de Arkansas... allí en Little Rock. El director del programa me pidió que sirviera de presentador en el primer programa, un espectáculo de variedades musicales. Yo estaba encantado, y con gusto acepté la oferta, expresando que me gustaría un trabajo de media jornada en la estación de televisión. El director dijo que me informaría después del primer programa.

Ese programa inicial fue un verdadero éxito. Presenté a artistas de talento y yo mismo canté algunas canciones. Después pregunté si podía tener ese trabajo de media jornada. “No, no quiero que trabajes media jornada —dijo él—, quiero que trabajes tiempo completo.” Puesto que no quiso ceder tocante al trabajo de tiempo completo, tuve que tomar una decisión. El ser parte del comienzo de la primera estación de TV de Arkansas era una perspectiva tentadora. Pero realmente, ¡no podía compararse con el servicio a nuestro Padre celestial, Jehová Dios, en el ministerio de precursor de tiempo completo! De modo que rechacé la oferta.

Después del espectáculo hablé con mi esposa Jean, y ella estuvo completamente de acuerdo. Cuando regresamos a nuestro hogar esa noche, ¿sabe qué encontramos en el buzón? Una invitación para servir de superintendente de circuito, visitando a las congregaciones del pueblo de Jehová para fortalecerlas en sentido espiritual. Verdaderamente sentí que Jehová había bendecido mi decisión.

Otra ocasión para decidir

Esa no fue la primera decisión de esa índole que tuve que tomar. Cuando me gradué de la escuela secundaria en Mount Ida, Arkansas, mi hermano Fred y yo nos unimos a un grupo que tocaba música “country” llamado los “Texas Rangers”. Por casi tres años, a fines de los años treinta, viajé con el grupo por muchos estados del sur. Nuestra banda recibió ofertas lucrativas de patrocinadores de lugares tan distantes como Chicago. Ganamos el primer premio en concursos estatales en Misisipí y Arkansas, y en uno en Arkansas gané el primer premio como el mejor cantante. Así que tenía una carrera prometedora.

Pero yo estaba dividido. Cuando yo era un jovencito, allá por los años veinte, representantes de la Sociedad Watch Tower se pusieron en contacto con nuestra familia. De hecho, cuando los ministros viajantes (llamados peregrinos) visitaban nuestra zona, a unos cuantos kilómetros al oeste de Hot Springs, Arkansas, se hospedaban en nuestro hogar. Nuestra familia disfrutaba de escucharlos y generalmente aceptaba lo que ellos enseñaban.

Por eso, conforme iba creciendo, tenía un conocimiento básico de la verdad bíblica. Incluso yo hablaba a mis amigos acerca de las cosas que estos ministros viajantes decían y de lo que leíamos de la revista La Atalaya en el hogar. Floyd Garrett fue uno de estos amigos míos de la niñez. Fuimos a la escuela juntos a mediados de la década de los treinta. Floyd respondió a las cosas que yo le relataba y, con el tiempo, se dedicó a Dios y emprendió el ministerio de tiempo completo en 1940. Hoy día sirve de superintendente viajante.

Durante mis viajes con el grupo musical, mi padre me escribía acerca de los discursos que los hermanos viajantes presentaban en nuestro hogar en el campo. Entonces, a fines de 1938, mientras estábamos en Jackson, Misisipí, fui invitado a escuchar una grabación del discurso “Llenen la tierra” que el presidente de la Sociedad Watch Tower, J. F. Rutherford, había presentado en una asamblea que se celebró en Londres, Inglaterra. Aquel discurso realmente despertó en mí el interés que había estado dormido por años. Sabía que tenía que tomar una decisión. Al año siguiente abandoné el grupo musical y regresé a casa, en Arkansas.

Progreso espiritual

La música, la pesca y la cacería ahora ocupaban el segundo lugar en mi vida. Las cosas espirituales llegaron a ser más significativas a medida que empecé a buscar primero el Reino. (Mateo 6:33.) Jehová llegó a ser real para mí, y sentía un deseo ardiente de servirle. Me dediqué a Jehová y fui bautizado el 27 de noviembre de 1939 en un arroyo frío de Arkansas. Mi madre se bautizó poco después.

Compré un automóvil que tenía 11 años de uso por $50 (E.U.A.), y en noviembre de 1940, a la edad de 23 años, emprendí el servicio de precursor de tiempo completo en el estado rural de Arkansas. ¡Qué día tan feliz fue ese! Mi derrotero en la vida era claro y sentía que Jehová me estaba respaldando y eso era lo importante.

En aquellos días, el buscar a las personas con cualidades de oveja en las zonas rurales de los alrededores de Hot Springs no era fácil. Teníamos que viajar mucho en automóvil por carreteras sin pavimento, cruzar arroyos y andar por polvorientos caminos de carretas para poder llegar a los hogares aislados. Yo cambiaba literatura bíblica por frutas, vegetales, gallinas, huevos, productos enlatados, y así por el estilo. Todavía atesoro aquellas experiencias.

Dificultades durante los años de guerra

Cuando los Estados Unidos entraron en la II Guerra Mundial en 1941, hubo una extensa oposición contra los testigos de Jehová por motivo de su neutralidad. (Isaías 2:4.) Se formaron chusmas contra ellos a través del país y miles de jóvenes Testigos fueron encarcelados. A pesar de que recibí del servicio militar obligatorio la clasificación 4-D, es decir, de ministro, me encaré a oposición severa, incluso a amenazas de muerte.

En una ocasión un señor, mientras me apuntaba con su escopeta, me ordenó: “¡Salga de mi propiedad antes que le dispare!”. Me reconoció como Testigo a medida que me acercaba a su hogar. Está de más decir que salí de allí sin titubear. También, un señor a quien yo le daba estudios de la Biblia me advirtió que se había enterado que alguien al este del pueblo planeaba matarme cuando yo fuera a su casa.

Unos meses más tarde, estando yo en dicha zona, un ama de casa me invitó a entrar en su hogar y comencé a tocar en el fonógrafo un disco de un discurso bíblico presentado por el hermano Rutherford. Mientras escuchábamos la grabación, entró el esposo, se puso de pie entre mí y la puerta, y sacó una navaja. Me preguntó qué negocio tenía yo ahí, pero no me dejaba explicarle. “¿Saludará usted la bandera o peleará en el ejército?”, me preguntó a la vez que blandía la navaja. Inmediatamente recordé la advertencia de mi amigo y me preguntaba cómo debería responder.

“¿Cómo se sentiría usted —pregunté al esgrimidor de la navaja— si alguien le acusara de ser apoyador del nazismo?” Con indignación continué: “Yo no estoy a favor de Hitler más de lo que lo está usted. Lo único que a mí me interesa es ayudar a las personas a entender la Biblia”. De algún modo, la respuesta aplacó al señor y pude retirarme ileso. A medida que salía, di gracias a Jehová por su protección y por haber puesto las palabras apropiadas en mi boca.

En otra ocasión, mientras tocaba para un señor la grabación de un discurso bíblico noté que algo estaba mal. El rostro del señor se puso rígido y pálido. Pero continuó escuchando. Cuando la grabación terminó, calmadamente le pregunté qué le parecía. Él pausó y respondió: “Al principio pensé que usted era de los testigos de Jehová y lo iba a matar”. Lo encomié por haber escuchado antes de juzgar, le di un sermón impreso y me fui. Quería que él supiera quién era yo, pero solo cuando me hubiera ido.

Se estableció una nueva congregación en Bonnerdale, donde crecí. Después de haber servido como siervo de compañía o congregación por dos años y de haber visto al grupo crecer a 17 publicadores, el superintendente viajante pidió que me mudara a Hot Springs y que sirviera como el superintendente de congregación. Hice esto en 1942. Mi asociación con los hermanos maduros y de más edad de allí fue muy beneficiosa a mi desarrollo espiritual.

En aquel tiempo, Jehová proveyó para mis necesidades de muchas maneras. En cierta ocasión no tenía dinero para pagar $5 para renovar mi permiso de conducir. Oré a Jehová al respecto y salí al ministerio. ¡Esa mañana recibí una donación no solicitada de exactamente $5!

El servicio de Betel

En 1944 se me asignó a servir de precursor especial en Joliet, Illinois. Estando yo allí apareció un artículo en el Informador (ahora Nuestro Ministerio del Reino) respecto al servicio de Betel en Brooklyn, Nueva York. Decidí solicitar y fui aceptado.

Cuando llegué a Betel en marzo de 1945 ¡solo había alrededor de 230 miembros en la familia de la sede mundial, en Brooklyn, comparado con los más de 2.500 miembros hoy día! Disfruté de trabajar en varias asignaciones durante cinco años, incluso en el Departamento de Servicio. Entonces, cierto día el hermano Knorr, el presidente de la Sociedad, me llamó a su oficina.

Él dijo: “Se te ha escogido para dirigir la radioemisora de la Sociedad, WBBR”. Yo no podía creerlo.

“No sé nada en cuanto a cómo dirigir una emisora”, dije yo.

“Tú tocabas antes en una, ¿no es verdad?”, me preguntó.

“Pero eso es diferente del tener que dirigirla”, respondí.

El hermano Knorr me animó a aceptar la asignación, y concordé en hacer lo mejor que pudiera. De veras que fue una tarea difícil, pero también un gozo y privilegio. Más de 90 miembros de la familia de Betel participarían en diferentes programas cada semana. El nuevo formato consistiría en aproximadamente 65% de música grabada, incluso un programa semanal de 15 minutos en el cual yo cantaba. El resto del tiempo estaba dedicado a discursos bíblicos, estudios de la Biblia, respuestas a preguntas bíblicas, y otros métodos de presentar información bíblica, así como noticiarios e información sobre la seguridad pública.

El bautismo de mi padre

En el verano de 1950, mientras estaba de vacaciones fuera de Betel, ¡tuve el gozo singular de bautizar a mi propio padre! Él había leído las publicaciones de la Sociedad por 27 años, pero le tomó muchos años aceptar plenamente el hecho de que Jehová está utilizando una organización mediante la cual suministra Sus verdades. (Mateo 24:45-47.) Hubo un tiempo en que mi padre era ateo. ¿Por qué?

Cuando mi hermano Jim murió a la edad de 13 años, el clérigo dijo en su sermón que mi hermano iría directamente a un infierno ardiente debido a que nunca fue miembro de una iglesia. Esto aturdió a mi padre. Él razonó: ‘¿Por qué debería yo adorar a un dios malvado y torturador?’. Él creía que lo que el predicador había dicho estaba en la Biblia. De modo que se hizo ateo. Pero volvió a tener fe en Dios cuando, en su primera consideración con una Estudiante de la Biblia (testigo de Jehová), ella lo convenció con la Biblia de que el infierno no es un lugar de tormento, sino que es la sepultura común de la humanidad.

Matrimonio

En 1952 me encaré a otra decisión. Jean Mylton, una celosa precursora, y yo decidimos casarnos. Alguien le preguntó a Jean cuáles eran sus planes para el futuro, y ella explicó que puesto que en aquel entonces no existía el arreglo de invitar a las esposas a servir en Betel, seríamos precursores en Little Rock, Arkansas. La persona le preguntó: “¿Cómo pueden ir allá si no tienen ninguna posesión material?”.

Es cierto que no teníamos mucho dinero, puesto que yo había estado en el servicio de tiempo completo 12 años y Jean 7 años. Aquella persona recomendó que ambos trabajáramos de tiempo completo por seis meses para “comprar un automóvil y ahorrar unos $600”. Cuando Jean me preguntó acerca del asunto, le dije: “¿Cómo sabemos que no podremos lograrlo?... ni siquiera lo hemos intentado. Si vemos que no lo podemos hacer, entonces lo descontinuamos y trabajamos de tiempo completo; pero vamos a tratarlo primero”.

Para nuestro asombro, recibimos un automóvil y exactamente $600 (E.U.A.) como regalos de boda. Jehová sabía que lo necesitábamos y lo proveyó porque decidimos permanecer en la obra de tiempo completo. (Malaquías 3:10.) Servimos de precursores varios meses, y entonces se me invitó a participar en la obra de circuito en 1953; al año siguiente fuimos invitados a la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Después de la graduación, Jean me acompañó en la obra de distrito por dos años.

Servicio en el extranjero y de regreso a Betel

En 1957 estábamos sirviendo en Pasco, Washington, cuando el cartero nos trajo una carta con entrega especial de la oficina del presidente. Me excusé de la reunión que había para salir al servicio del campo con los hermanos, y Jean y yo fuimos a otro cuarto y abrimos la carta. Fuimos invitados a ir a México, y me pidieron que sirviera de superintendente de sucursal. ¡Quedé sorprendido! No sabíamos español, y yo tenía muy poco conocimiento acerca del funcionamiento de una sucursal. Pero nuestra confianza estaba en Jehová, y ciertamente la necesitábamos. El campo era enorme y se requería mucha organización, pero los hermanos de la localidad tenían buena disposición y Jehová bendijo la obra.

Después de servir por unos años en México, de nuevo tuve el privilegio de asistir a la Escuela de Galaad en Nueva York. Al graduarme, Jean y yo recibimos una nueva asignación, en la obra de circuito en Guatemala. A Jean se le presentaron algunos problemas de salud y regresamos a los Estados Unidos, donde continué sirviendo en la obra de superintendente viajante. Durante varios años di instrucción a clases de dos semanas cada una de la Escuela del Ministerio del Reino para ancianos. Finalmente, emprendimos el servicio de Betel en Brooklyn, y desde entonces hemos tenido la gran bendición de estar en este lugar.

De modo que aquí estoy a los 69 años de edad, habiendo disfrutado de muchos privilegios inmerecidos en el servicio de tiempo completo por los pasados 45 años. Puedo decir que Jehová es bueno y que sus bendiciones son abundantes. Jean, mi fiel esposa durante los últimos 34 años, ha sido especialmente una gran bendición para mí. Yo sé que Jehová puede bendecir tanto a los pequeños como a los grandes, y yo he apreciado mis bendiciones como uno de los pequeños. (Salmo 115:13.) Es mi decisión y mi deseo continuar sirviendo a nuestro magnífico y amoroso Dios Jehová de la manera que él quiera, para su honra y alabanza.

[Comentario en la página 25]

“¿Cómo se sentiría usted —pregunté al esgrimidor de la navaja— si alguien le acusara de ser apoyador del nazismo?”

[Fotografía en la página 23]

Sam Friend, a la derecha, a principios de su carrera musical

[Fotografía en la página 24]

Presentando La Atalaya en la calle en Hot Springs, Arkansas, en 1942

[Fotografía en la página 26]

Sam Friend y su esposa Jean

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