El abuso del poder... ¿terminará algún día?
EL AFÁN por el poder es una de las maneras como las personas imperfectas revelan su egoísmo. Malcolm Muggeridge, el muy conocido escritor inglés, señaló que a la gente le encanta tener poder “porque no se ha dado cuenta de que la vida humana descansa sobre el amor [...] El vivo deseo de tener poder es, en esencia, muy peligroso. Es uno que Jesucristo rehusó tener”.
Debido a lo común que es este deseo vehemente por el poder, y a los estragos que esto puede causar, los Padres Fundadores de los Estados Unidos concibieron una constitución que separaba los poderes del gobierno en tres divisiones: el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Estas divisiones habrían de servir de freno para que no se abusara del poder.
Pese a las nobles intenciones de los Fundadores, en ese país se ha abusado ampliamente del poder. Pero puede que por experiencia personal usted sepa que del poder se ha abusado en todas partes del mundo. En la historia abundan los registros de hombres que abusaron del poder con el fin de engrandecerse y ocasionar daño a su semejante. Piense, por ejemplo, en Alejandro Magno, Carlomagno, Napoleón y Hitler.
¿Cuándo tuvo comienzo esto?
Usted tiene buenas razones para preguntar: ¿cuándo comenzó este abuso del poder? La Biblia, el libro que contiene la historia más antigua de la humanidad, da una respuesta confiable. En ella se pueden leer los acontecimientos que tuvieron lugar en el jardín de Edén. Satanás el Diablo, a quien la Biblia presenta como una criatura real, ansiaba tener poder. Él tentó a la raza humana para que esta tomara el camino del pecado. Una de las manifestaciones del pecado ha sido la codicia, muy común en el hombre, por alcanzar el poder y abusar de él. (Génesis 3:1-19; Romanos 5:12.) Hace mucho tiempo Satanás logró que las naciones llegaran a estar bajo su control, lo cual hizo posible que él ofreciera a Jesucristo la gobernación sobre ellas. (Mateo 4:8-10.) El Diablo ha engañado a casi todos los hombres, por lo que se puede decir que “el mundo entero yace en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19; Revelación 12:9.)
He aquí algo que quizás le sorprenda: A la vanguardia de los que han servido los propósitos del Diablo han estado muchos líderes religiosos. ¿Cómo es posible? Ellos han abusado de su poder, enseñando a la gente doctrinas falsas y esclavizándola. Los líderes de religiones falsas también han abusado del poder al perseguir a los verdaderos siervos de Dios. Esteban, el primer mártir cristiano, hizo notar el triste registro de los guías religiosos de Israel: “Hombres obstinados e incircuncisos de corazón y de oídos [...] ¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados? Sí, mataron a los que de antemano hicieron anuncio respecto a la venida del Justo, cuyos traidores y asesinos ustedes ahora han llegado a ser”. (Hechos 7:51, 52.)
Esteban fue uno de los primeros en aparecer en la larga lista de cristianos fieles a quienes se persiguió. Las palabras del apóstol Pablo de veras han resultado ciertas: “Todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos”. (2 Timoteo 3:12.) El registro moderno de los testigos de Jehová muestra esto. Aun en la actualidad, en unos 40 países estos cristianos están sufriendo el abuso del poder, pues su obra ministerial recibe oposición de las autoridades.
Y, ¡cuánto se abusa del poder! No importa a dónde miremos, vemos a personas gimiendo debido a esto. El abuso por parte de los patronos provocó el movimiento laboral. Pero hoy se hace patente que algunos de los líderes de estos movimientos laborales también son culpables del abuso del poder. Los grupos étnicos minoritarios sufren a causa del abuso del poder por parte de la mayoría de la gente. Otra forma de abuso es la de los hombres en puestos administrativos que se toman libertades con las empleadas a quienes tal vez presionen para que sucumban por temor de perder el empleo. Por ejemplo, a una bailarina con aspiraciones se le ofreció el papel principal en una producción de ballet si se acostaba con el productor.
El mundo está lleno de personas que hacen mal uso de su poder. Todos los que egoístamente lo hacen manifiestan que no temen a Dios. ¿Por qué es esto cierto? Porque, tal como dice la Palabra de Dios: “El temor de Jehová significa odiar lo malo”. (Proverbios 8:13; Salmo 97:10.) Sin duda alguna el abuso del poder o mal uso de este es perjudicial; pero tal abuso no existirá para siempre.