Una apreciación... pero ¿por qué una retractación?
EN NOVIEMBRE del año pasado, durante un congreso de obispos de Italia celebrado en Bolonia, Italia, la Iglesia Católica lanzó un ataque contra los testigos de Jehová. Bajo el tema: “Cristo nuestro Dios y nuestra esperanza: los cristianos ante los testigos de Jehová”, el sacerdote Giovanni Marinelli levantó la acusación de que los Testigos presentan “un peligro a la religión y a la sociedad”. Debido a su rápido aumento en Italia, a consecuencia de personas que han abandonado las filas del catolicismo, él acusó a los Testigos de ser ‘un virus que ataca especialmente a los más vulnerables’.
Se dieron instrucciones a las diócesis y parroquias católicas de toda Italia para que resistieran activamente a los Testigos. ¿Cómo? Por medio de formar en todas las ciudades grupos que “se interesen” en la actividad de los Testigos a fin de “abrirles los ojos a nuestros fieles”.
¿Ha tenido éxito dicha movilización contra los testigos de Jehová? Evidentemente no. En una carta que se publicó en la revista Piario Parish Magazine, un sacerdote escribió lo siguiente: “Personalmente, me agradan los testigos de Jehová; francamente lo admito. Ustedes pueden pensar de manera diferente y, tal vez, hasta excomulgarme. [...] Los [Testigos] que yo conozco tienen modales impecables, son amables [...] [y] hablan de manera convincente. ¿Cuándo vamos a comprender que la verdad tiene que presentarse apropiadamente, que los que anuncian la verdad no deben ser irresolutos, ni estar desaseados ni desaliñados?
”Además, los testigos de Jehová visitan a uno en su hogar. Allí uno está en su propio ambiente y tiene ventajas. [...] Uno puede tomar la Biblia [...] del estante para comprobar si el versículo que se ha citado está correcto, obtener el sentido correcto de este, etcétera.
”También deseo añadir que lo que realmente me impresiona es el hecho de que los testigos de Jehová personalmente sienten que han sido ‘llamados’ [...] al ministerio de la palabra. Esa es una tarea que hace tiempo nosotros hemos olvidado y que ha causado incalculable daño a nuestra evangelización. ‘¿Cómo oirán sin alguien que se lo anuncie?’ Para mí los testigos de Jehová parecen ser ‘completos’: no solo en lo relacionado con el hogar, el trabajo y el esparcimiento, sino también respecto al estudio personal de sus creencias y la manera de ayudar a otros a entenderlas. Pero donde yo sí ‘muero’ es en los funerales de los testigos de Jehová. Si los comparo con nuestros funerales católicos, donde el único que guarda silencio es el difunto, donde nadie tiene una Biblia para seguir la lectura comunal. [...] ¡Qué claridad! ¡Qué oraciones! ¡Qué fe! ¡Qué serenidad! Quién sabe si podré resistir la tentación de añadir a mi testamento: ‘Deseo que mi funeral sea oficiado por los testigos de Jehová’. ¡Quién sabe!
”Sus introducciones son muy apropiadas. Quizás sea porque yo también me siento descontento e insatisfecho que comprendo sus francas acusaciones. Ellos dicen: ‘El mundo en que vivimos está lleno de violencia e inmoralidad’. ¿Desea usted probar que están equivocados? Yo no lo deseo. [...] ‘La Iglesia Católica, por ser una de las religiones más difundidas y más antiguas, es la principal responsable de tal degradación.’ ¿Levantaría usted la voz en desacuerdo? Yo no lo haría. Son personas agradables, corteses, [...] dedicadas. Los testigos de Jehová tienen el valor que se deriva de la lógica. En conclusión dicen: ‘Así, dejen sus iglesias y vengan con nosotros’.
”Reconozco que si yo dejara la religión que he conocido desde que me amamantaban, para abrazar otra, esto me lastimaría. Pero si dicho paso fuera razonable, ¿por qué no darlo? Cuando pienso en ello, el cambiar de religión no es nada humillante. [...] Sería humillante abandonar una religión solo para hallar un vacío, soltar el ancla solo para ir a la deriva sin rumbo. Pero ¿qué hay si yo creyera que mi ropa lavada estaba blanca sencillamente porque no había visto la suya? Me parece razonable escoger un mejor detergente, ¡uno que deje la ropa más blanca! La meta de los misioneros es una, y una sola: cambiar la religión de la gente. [...] ¿Por qué no debería yo cambiar de religión si mi conciencia me lo dicta? ¿Si el predicador me convence de hacerlo? ¿Si es razonable hacerlo? Si la religión de los testigos de Jehová es más correcta [...], entonces [...] acompañaré a los testigos de Jehová. [...] Quiero saber si los testigos de Jehová tienen razón”.
Al concluir su carta, el sacerdote recalcó que el que los Testigos empleen el término Jehová en vez de Yahweh cuando pronuncian el nombre divino “no es razón para perder la gran simpatía que siento por los testigos de Jehová”. ¿A qué se debe esto? “Después de todo —añade él— ellos son testigos de Dios, y ¡eso es lo que vale!”
Posdata: Parece que la carta del sacerdote causó una conmoción en los altos círculos de la jerarquía. En un número posterior de dicha revista, el sacerdote se retractó de lo que dijo respecto a los testigos de Jehová.