La medicina tradicional de África... ¿compatible con el cristianismo?
Para millones de africanos los sanadores tradicionales son el único contacto que tienen con lo que sirve de medicina. Esto es particularmente cierto en zonas rurales donde hay pocos hospitales y pocos médicos. Sin embargo la medicina tradicional suele estar firmemente arraigada en la superstición y el espiritismo. ¿Qué debe hacer el cristiano en estas circunstancias?
“‘PUEDE que este “agbo” lo mate, y acabe con su dolor y el nuestro’. Y así, pensando que el nuevo remedio los libraría del problema que yo representaba, me hicieron tragar aquella poción.”
Esto escribió un médico en un artículo del periódico Sunday Times de Lagos, Nigeria, titulado: “No desprecie al sanador tradicional”. Era el relato de que sus padres habían perdido toda esperanza de que él se recobraría de una grave enfermedad que padeció cuando solo tenía un año de edad. Sus padres pensaron que aquella medicina —enviada a ellos por un sanador tradicional— le había salvado la vida.
Muchos africanos que favorecen la medicina tradicional cuentan de curaciones sorprendentes en casos donde el tratamiento que se había dado en los hospitales había fracasado. Otros la condenan como medicina falsa que es antihigiénica y supersticiosa. Entre estas dos posturas está la de los que piden una investigación científica de los remedios herbarios locales y mayor reconocimiento y aceptación de los sanadores tradicionales. Muchos quisieran ver una combinación de la medicina tradicional y la moderna, y llaman atención a la cooperación que existe entre practicantes de estas dos clases de medicina en China y en India.
Aunque usted no viva en África, quizás le interese saber si realmente la medicina tradicional africana es eficaz y beneficiosa. ¿Qué hay de los elementos rituales que son tan comunes entre los africanos? ¿Es lo sobrenatural un ingrediente esencial, o es un rasgo dañino que debe rechazarse? ¿Cuál debe ser la postura cristiana respecto a tal medicina tradicional africana?
Medicinas herbarias
Por supuesto, la vegetación es nuestra fuente principal de alimento y es esencial para nuestra existencia. También hay plantas que producen drogas o venenos que han matado a muchas personas que las han usado mal. Pero ¿sabe usted que algunas de estas mismas drogas se usan en medicinas modernas? Los científicos han descubierto algunas de estas drogas al investigar plantas que se usaban en la medicina de la gente común o en las pociones que preparaban los curanderos. Recogieron muestras, las sometieron a análisis químico y examinaron los efectos que producían en el cuerpo y en los microorganismos que causan enfermedades. Como resultado se han producido importantes drogas medicinales, como la quinina, la reserpina, digitalis y la codeína.
La gente de la antigüedad descubrió muchos remedios herbarios accidentalmente, por ensayo y error, o al observar lo que les sucedía a los animales cuando comían ciertas plantas. A menudo los que descubrían aquellos efectos y se hacían sanadores mantenían el arte de curar en sus familias. Así, el padre pasaba el conocimiento de las hierbas a su hijo o a otras personas a quienes seleccionaba como aprendices. La mayoría de los sanadores profesionales todavía tienden a guardar bien sus secretos; no están muy dispuestos a revelar de qué plantas hacen sus medicinas. Pero en las medicinas tradicionales africanas hay más implicado que solo remedios herbarios.
La fuerte influencia del espiritismo
Gran parte de la curación tradicional africana ha estado estrechamente vinculada con lo sobrenatural. Muchas personas creen que las plantas poseen sentimientos, facultades de comunicación y percepción extrasensorial. Algunos sanadores afirman que entienden el lenguaje de las plantas y que pueden comunicarse con ellas. Otros no creen que la comunicación venga de las plantas, pues afirman que espíritus invisibles los han dirigido a hierbas que tienen propiedades curativas.
Así, el espiritismo ha desempeñado un papel prominente en la medicina tradicional de África. Por ejemplo, muchos nigerianos creen que algunas enfermedades y muertes son causadas por dioses (o espíritus ancestrales) ofendidos o por enemigos que emplean la brujería. Por eso se hacen sacrificios de apaciguamiento, y se utilizan ritos y procedimientos espiritistas.
Asuquo, un sanador nigeriano, creía firmemente en esto. Dice: “Aprendí la medicina herbaria de mi padre, y al preparar mis brebajes hacía sacrificios a los dioses y a los espíritus de nuestros antepasados. Creía que ellos efectuaban las curas y que si no les ofrecía sacrificios el resultado sería enfermedades y muerte”.
En realidad, muchas veces sucede lo contrario. Esas creencias han sujetado a millones de personas a temores supersticiosos y las han esclavizado a fuerzas espirituales invisibles. Muchas personas han experimentado obsesiones y hostigamiento de índole espiritista. Esto de por sí es fuerte razón para rechazar toda curación que incluya sacrificios u otros ritos espiritistas. Y los espíritus que obsesionan y hostigan a la gente o que la engañan haciendo que piense que sus antecesores todavía viven o que las plantas pueden comunicarse con la gente son obviamente espíritus engañadores y malignos. La Biblia advierte: “Las cosas que las naciones sacrifican, a demonios las sacrifican, y no a Dios; y no quiero que ustedes se hagan partícipes con los demonios”. (1 Corintios 10:20.)
Los demonios, ángeles desobedientes a quienes Dios ha condenado a futura destrucción, están empeñados en impedir que la gente adore al Dios verdadero, Jehová. (2 Pedro 2:4; Judas 6.) En algunos casos fingen ser dioses benévolos. (2 Corintios 11:14.) Llevan su engaño más lejos: se hacen pasar por los muertos y llevan a la gente a creer que sus antecesores todavía viven en el mundo de los espíritus. Sin embargo, la Biblia dice claramente: “Los muertos [...] no están conscientes de nada en absoluto, [...] porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol, el lugar adonde vas”. (Eclesiastés 9:5, 10.)
Por eso, sería incorrecto que adoradores del Dios verdadero aceptaran de los herbolarios curación alguna que envolviera prácticas espiritistas. De igual manera, los herbolarios que deseen rendir adoración aceptable a Dios tienen que abandonar toda forma de práctica espiritista. En verdad, los que recurren al espiritismo abandonan el favor y la protección de Jehová y no tienen lugar en la congregación cristiana. (Gálatas 5:19-21; Revelación 21:8.) Muchos han abandonado el espiritismo y han descubierto que algunos remedios herbarios pueden ser muy eficaces sin que se tenga que recurrir a prácticas espiritistas.
El cambio al cristianismo
Erhabor, médico que disfruta de reconocimiento oficial y tiene un hospital herbario, hablando de sus experiencias personales, dice: “Yo creía que tenía que hacer sacrificios al dar la medicina, para combatir al espíritu que causaba la enfermedad. Pero después de haber estudiado la Biblia con los testigos de Jehová y hacerme cristiano no hago eso, y ahora sigo los principios bíblicos. He visto que las propiedades curativas están en las plantas mismas”.
Asuquo dice algo similar: “Lo que aprendí acerca de Jehová dio nuevo significado a mi vida. Me libré del temor a los antepasados, y llegué a conocer al Dios verdadero. También pude ver que los sacrificios no son necesarios, y que lo que sana a la gente es el zumo de las cortezas y las hojas de las plantas. Ahora muchas personas vienen a mí para recibir tratamiento porque no exploto sus supersticiones pidiéndoles sacrificios. El tratamiento que les doy no es tan costoso para ellas como el acudir a los sanadores que emplean yuyu”.
Porque Okon, quien también practica la medicina herbaria, no usa conjuros ni sacrificios en su práctica, otros herbolarios lo acusan de “dañarles su arte”. “Algunos pacientes míos —dice él— vinieron como espías para probar que todavía, en secreto, utilizo sacrificios. Después de recibir tratamiento provechoso por dos semanas, confesaron que no uso ninguna forma de yuyu. También se beneficiaron de las conversaciones bíblicas que tuve con ellos. Me sorprendí cuando, en diciembre de 1980, vi en la Asamblea ‘Amor Divino’ de los Testigos de Jehová a cuatro personas a quienes había tratado. Me abrazaron y dijeron: ‘Acudimos a usted para que nos sanara físicamente. También nos sanó espiritualmente’.”
Cristianos como estos han tenido que resistir a los que desean que ellos regresen a las prácticas espiritistas. Saben que si combinaran sus métodos de curación con cualquier forma de espiritismo dejarían de ser dignos de permanecer en la congregación cristiana. Por eso no ofrecen sacrificios ni usan conjuros. No engañan a otros diciéndoles que pueden curar toda clase de enfermedad, ni tratan de dar la impresión de que tienen facultades especiales. Evitan hasta la apariencia de espiritismo.
Sanidad verdadera procedente de Dios
En muchas naciones en desarrollo la mayoría de los habitantes dependen del tratamiento que dan los sanadores tradicionales, en quienes la mayoría confía mucho. Además, no hay suficientes hospitales ni doctores en medicina para atender las demandas de tratamiento. Por eso, la mayoría de las personas de estos países probablemente continuará consultando a sanadores, muchos de los cuales usan procedimientos espiritistas. Pero ¿qué hará usted?
Jesús dijo: “La verdad los libertará”. (Juan 8:32.) El cristiano, que sabe que la Biblia condena tales prácticas, rehusaría hacerse desleal a Dios consultando oráculos o buscando de algún herbolario una curación que implique adivinación. (Deuteronomio 18:10-13; compárese con Números 23:21, 23.) Y si enferma, tampoco sería sabio que el cristiano supusiera que los problemas se deben a un encanto o hechizo espiritista.
Uno no tiene que temer que alguna brujería lo enferme mientras permanece firmemente a favor de Dios y rechaza todo lo que esté conectado con el espiritismo. Si uno experimenta alguna enfermedad debido a la imperfección que todos tenemos, entonces tiene que tomar una decisión personal en cuanto a los tipos de tratamientoa.
El sacrificio de rescate ofrecido por Jesús es el único medio de alcanzar liberación del pecado y de las enfermedades y la muerte que son el resultado del pecado. (Juan 3:16; Hechos 4:12.) Solamente ese sacrificio hace posible que personas fieles adquieran vida eterna en una Tierra paradisíaca donde “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:24.)
Hasta que llegue ese día de felicidad, el Dios Todopoderoso nos asegura que protegerá a los que confían en él. Por eso, es necesario que todos los cristianos confíen en Jehová y se apeguen a él en oración y súplica. Esto resultará en una vida más saludable ahora, y asegurará que recibamos vida perfecta en el prometido Paraíso en la Tierra. (2 Pedro 3:10-14; 1 Juan 2:17.)
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