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  • w87 15/8 págs. 28-29
  • ¿Cómo se le colocaron las piernas?

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  • ¿Cómo se le colocaron las piernas?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
w87 15/8 págs. 28-29

¿Cómo se le colocaron las piernas?

“SE TORCÍA a la víctima sobre la cruz, muestran restos desenterrados.” ¿Vio usted un titular como ese en enero de 1971? Es posible, porque en los periódicos se publicaron muchos artículos sobre nuevos “hallazgos” respecto a la muerte en una cruz.

Bajo el título que ya hemos mencionado, el artículo empezaba así: “Jerusalén, 3 de enero (Reuter).—Arqueólogos israelíes, después de desenterrar la primera prueba material de una crucifixión, dijeron hoy que esta podría indicar que Jesucristo fue crucificado en una posición que difiere de la que se muestra en la cruz tradicional”.

¿Reveló realmente este nuevo hallazgo cómo se ejecutaba en una cruz o un madero a los judíos del tiempo de Jesús? ¿Qué determinaron los arqueólogos sobre la posición del cuerpo de la víctima? ¿Se relacionaba esto con la muerte de Jesús? ¿Y cuán sólida —quizás se pregunte— era la prueba que se presentaba?

Un clavo en los talones

Allá en 1968 se descubrieron accidentalmente unas cuevas sepulcrales cerca de Jerusalén. Dentro de ellas, entre los huesos reenterrados, se encontró algo que parecía sobresaliente: huesos de talones atravesados por un clavo mohoso. El Dr. Nico Haas, anatomista y antropólogo de la Universidad Hebrea-Escuela de Medicina Hadassah, condujo una investigación de estos huesos en particular. La respetada revista Israel Exploration Journal (1970, volumen 20, páginas 38-59) publicó las conclusiones del Dr. Haas, que fueron la base para sensacionales artículos periodísticos. ¿Cuáles fueron aquellas conclusiones?

Él informó que lo descubierto era nada menos que los restos de un hombre que había sido ejecutado en una cruz en el primer siglo. Básicamente, lo que parecía que había sucedido era que los dos talones de la víctima habían sido clavados juntos a un madero enhiesto, pero el clavo se había doblado en la punta cuando dio con un nudo de la madera. Después de la muerte de la víctima judía, a sus parientes se les hizo difícil sacar el clavo, y se lo dejaron en los talones al enterrarlo. Puesto que los huesos de los dos talones habían sido atravesados por un solo clavo, y puesto que parecía que los huesos de la pierna habían estado en ángulo, el Dr. Haas informó que quizás la víctima había sido ejecutada en la posición que se muestra abajo. (El Dr. Haas también creía que un rasguño en un hueso del brazo indicaba que los brazos del hombre habían sido clavados a un travesaño.) Usted quizás haya visto ese dibujo en un artículo periodístico o de revista. Hubo agitación entre muchos por lo que esto pudiera implicar respecto a cómo había muerto Jesús.

Pero, una vez más, es bueno preguntarse: ¿Era confiable la prueba, y tenía realmente que ver aquel hallazgo con cómo murió Jesús?

Nueva consideración de los talones

En los años que siguieron, algunos eruditos notables, entre ellos el profesor Yigal Yadin, empezaron a dudar de las conclusiones a que había llegado Haas. Finalmente, Israel Exploration Journal (1985, volumen 35, páginas 22-27) publicó “Una revaluación”, por el antropólogo Joseph Zias (Departamento de Antigüedades y Museos de Israel) y Eliezer Sekeles (Universidad Hebrea-Escuela de Medicina Hadassah). Ellos habían estudiado el hallazgo original, fotografías, moldes y radiografías de los huesos. Algunos de sus descubrimientos quizás le sorprendan:

El clavo era más corto de lo que Haas había informado, y, por eso, no pudiera haber sido lo suficientemente largo como para atravesar dos talones y penetrar en la madera. Se había incurrido en error al identificar ciertos trozos de hueso. No había ningún hueso de un segundo talón; el clavo había atravesado un solo talón. Algunos fragmentos óseos eran de otro individuo. El hueso de brazo rasguñado “no era [prueba] convincente” de que el brazo hubiera sido clavado a un travesaño; ‘de hecho, se observaron dos marcas similares en un hueso de una pierna; ninguna de estas marcas tiene que ver con la crucifixión’.

¿A qué conclusiones llevó este nuevo análisis? “A la luz de la nueva prueba, técnica y anatómicamente son imposibles tanto la reconstrucción inicial como la final de la crucifixión [por Haas] [...] No encontramos restos del hueso del talón izquierdo, y calculamos que el clavo solo podía fijar un hueso de talón [...] La falta de daño traumático al antebrazo y a los huesos metacarpianos de la mano parece indicar que los brazos del condenado fueron atados, no clavados.” En esta página se puede ver cómo Zias y Sekeles se imaginan que el hombre fue colocado para la ejecución.

¿Qué hay de Jesús?

Por lo tanto, ¿qué indica esto en cuanto a cómo fue ejecutado Jesús? En realidad, ¡no mucho! Por ejemplo, como consideramos en la página 23, Jesús probablemente fue ejecutado en un madero vertical sin travesaño. Hoy día nadie puede saber con certeza siquiera cuántos clavos se emplearon en el caso de Jesús. The International Standard Bible Encyclopedia (1979, tomo 1, página 826) comenta: “Se ha especulado considerablemente sobre [...] la cantidad exacta de clavos que se usó. En las representaciones más antiguas de la crucifixión los pies de Jesús aparecen clavados por separado, pero en las representaciones posteriores están cruzados y fijados al palo vertical con un solo clavo”.

Sí sabemos que sus manos o brazos no fueron simplemente atados, porque, después, Tomás dijo: “A menos que vea en sus manos la impresión de los clavos”. (Juan 20:25.) Eso pudiera haber significado un clavo a través de cada mano, o el plural “clavos” pudiera referirse a las marcas de los clavos en ‘sus manos y sus pies’. (Véase Lucas 24:39.) No podemos saber precisamente dónde lo atravesaron los clavos, aunque obviamente fue en el área de sus manos. El relato bíblico sencillamente no suministra detalles explícitos, ni tiene que hacerlo. Y si los doctos que personalmente han examinado los huesos que se hallaron cerca de Jerusalén en 1968 ni siquiera pueden estar seguros de la posición de aquel cadáver, ciertamente los hallazgos no prueban en qué posición fue colocado Jesús.

Por eso, reconocemos que las ilustraciones que representan la muerte de Jesús en nuestras publicaciones, como la que se ve en la página 24, son simplemente versiones artísticas razonables de la escena, no declaraciones de absolutos anatómicos. Estas representaciones no tienen que reflejar las opiniones cambiantes y en conflicto de los eruditos, y los dibujos evitan definitivamente los símbolos religiosos que se derivan del paganismo antiguo.

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