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  • La larga marcha de las potencias mundiales está por terminar
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1988
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1988
w88 1/6 págs. 25-28

La larga marcha de las potencias mundiales está por terminar

LA BIBLIA habla de siete grandes potencias mundiales... poderosos imperios que han surgido en sucesión a través de milenios de la historia mundial. Artículos previos de esta serie han mostrado que vivimos en el tiempo de la última de esas potencias... la potencia mundial que es una combinación de Gran Bretaña y los Estados Unidos en nuestro tiempoa. (Revelación 17:9, 10.)

A esta misma potencia mundial angloamericana se la describe antes en el libro de Revelación como una bestia que tiene “dos cuernos”. Esta potencia mundial de dos partes “dice a los que moran en la tierra que hagan una imagen” de la bestia política que representa a las siete potencias mundiales. (Revelación 13:11, 14.)

¿Cómo se cumplieron estas profecías, y qué significan para nosotros hoy? En el artículo siguiente se considera la interesante respuesta.

AL ACERCARSE el fin del horror de cuatro años que fue la I Guerra Mundial, el presidente estadounidense Woodrow Wilson y el primer ministro británico David Lloyd George propusieron una Liga o Sociedad de Naciones. La meta de esta organización era “lograr paz y seguridad internacional” y así impedir que alguna vez volviera a presentarse un horror como el de aquella guerra.

Es interesante notar quiénes llevaron la delantera en esto. Aquellos dos líderes eran los cabezas de la séptima potencia mundial de la historia bíblica, la combinación de dos países de habla inglesa, a saber, Gran Bretaña y los Estados Unidos. Estos hechos, y otros, respecto al organismo para la paz y seguridad internacional encajan sorprendentemente con lo que el libro bíblico de Revelación había dicho acerca de un “octavo rey” de existencia corta que surgiría y caería en nuestros tiempos. ¿Cuáles fueron algunos de estos interesantes paralelos? (Revelación 17:11.)

La profecía de Revelación indicó que una “bestia” que tendría “dos cuernos como un cordero” diría ‘a los que moran en la tierra que hicieran una imagen’ de la bestia salvaje, que ha sido encabezada por las siete grandes potencias mundiales de la historia bíblica.

Eso fue exactamente lo que hizo la potencia mundial angloamericana. Instó “a los que moran en la tierra” a hacer una Liga o Sociedad que tuviera la apariencia de los grandes gobiernos y obrara como ellos. Pero en realidad era solo ‘una imagen de la bestia salvaje’. No tenía poder propio, sino el que le daban sus naciones miembros. No se dice que entra en el poder por alguna gran conquista militar, como lo habían hecho las potencias mundiales. En vez de eso, surge o sale de las siete potencias mundiales. Debe su existencia, no solo a la séptima de ellas, sino también a las otras naciones miembros que incluyen restos de las seis potencias anteriores. ¿Alcanzaría esta imagen política las elevadas metas que sus fundadores esperaban que lograra? (Revelación 13:11, 14; 17:11.)

Fracasa la Liga

La Liga de Naciones logró grandes éxitos en los campos sociales. Sin embargo, su verdadera meta, como estaba expresada en su oficial “Pacto de la Sociedad de Naciones” era “promover la cooperación internacional y lograr la paz y seguridad internacional”. En eso fracasó.

Aquella Sociedad no pudo impedir que Japón invadiera a Manchuria en 1931. No pudo impedir que Bolivia y Paraguay se enfrascaran en una guerra en 1933. No pudo impedir que en 1936 Mussolini conquistara a Etiopía. Sin embargo, el golpe de muerte de la Liga vino el 1 de septiembre de 1939, cuando estalló la II Guerra Mundial... una sacudida de destrucción en masa y dolor como las que supuestamente había de impedir aquella Liga. ¿Cuánto costó en vidas aquella guerra? Costó la vida de 16.000.000 de soldados y 39.000.000 de ciudadanos comunes, ¡un total de 55.000.000 de muertos, o casi cuatro veces la cantidad de muertes causadas por la I Guerra Mundial!

Sin embargo, allá en 1919, antes de que siquiera hubiera entrado en funciones el Pacto de la Sociedad, los testigos de Jehová (conocidos entonces como Estudiantes de la Biblia) declararon públicamente que aquella Liga tenía que fracasar, porque la paz no podía venir por aquellos esfuerzos humanos. Más tarde, en su asamblea de 1926 en Londres, Inglaterra, se señaló que según el capítulo 17 de Revelación el “octavo rey” aparece como el fin de la línea de las potencias mundiales. Como indicó el orador, ‘el Señor predijo su nacimiento, su corta existencia y su fin eterno’.

¡Regresa el octavo rey!

La profecía inspirada dijo lo siguiente acerca de este octavo rey: “La bestia salvaje que viste era, pero no es, y, no obstante, está para ascender del abismo, y ha de irse a la destrucción”. (Revelación 17:8.)

En plena guerra, en 1942, los testigos de Jehová se dieron cuenta de que la organización para la paz y seguridad que en aquel tiempo estaba inactiva subiría de su abismo de inactividad. En aquel año el presidente de la Sociedad Watch Tower dijo a un auditorio que le oía desde cincuenta y dos ciudades: “Aunque cuarenta miembros todavía afirman que se adhieren a la Liga, la Liga en realidad está en un estado de suspensión momentánea de las funciones vitales [...] ‘No es’”. Pero ¿‘ascendería del abismo’? Basando sus palabras en esta profecía, él declaró: “De nuevo surgirá la asociación de las naciones del mundo”.

Como la profecía había declarado, este octavo rey “era” desde 1920 hasta 1939. ‘No fue’ desde 1939 hasta el fin de la II Guerra Mundial en 1945. Entonces ascendió “del abismo”, reactivado como la organización sucesora de la Liga, la de las Naciones Unidas.

No se cumplen las elevadas esperanzas

Delegados de 50 naciones firmaron la Carta Constitucional de las Naciones Unidas en San Francisco el 26 de junio de 1945. Su preámbulo empezaba de este modo: “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la humanidad sufrimientos indecibles [...]”

Las esperanzas que se edificaron con relación a la ONU fueron más allá de toda realidad. El ex secretario de Estado de los Estados Unidos, Cordell Hull, dijo que el organismo tenía la clave de “la mismísima supervivencia de nuestra civilización”. El presidente estadounidense Harry Truman lo llamó una “suprema oportunidad de [...] crear una paz duradera bajo la guía de Dios”. Se dijo que la Carta de las Naciones Unidas era “posiblemente el más trascendental e importante documento hecho hasta ahora por el hombre”, y “un punto de viraje en la historia de la civilización”. Cuarenta años después Gregory J. Newell, del Departamento de Estado de los Estados Unidos, dijo: “Se esperaba demasiado: la desilusión era inevitable”.

Al igual que la Liga, la ONU ha logrado mucho en el campo de lo social. Pero no ha garantizado la paz ni ha podido detener la guerra. En 1962, el ex primer ministro británico Harold Macmillan, de Gran Bretaña, dijo a la Cámara de los Comunes británica que “el fundamento entero sobre el cual fue edificada la Organización de las Naciones Unidas ha sido socavado”.

Originalmente muchas personas vieron a esta organización con un fervor casi religioso. Creían que esta “imagen” haría lo que la Biblia dice que únicamente el Reino de Dios hará: establecer paz duradera, justicia y un mundo verdaderamente unido. Estaban en firme desacuerdo con las profecías bíblicas que mostraban que los esfuerzos del hombre no podían ser la verdadera fuente de la paz. Sin embargo, cuando la Organización de las Naciones Unidas alcanzó los 40 años de existencia, el historiador Thomas M. Franck dijo que “es [...] mucho menos eficaz de lo que habíamos esperado en 1945”. George P. Shultz, como secretario de Estado de los Estados Unidos, comentó: “El nacimiento de las Naciones Unidas ciertamente no transformó al mundo en un paraíso”.

La ONU no ha tenido éxito porque los gobiernos humanos no han eliminado los verdaderos obstáculos a la paz: el nacionalismo, la avaricia, la pobreza, el racismo, el despotismo y la influencia de Satanás en el mundo. La gente no se apega a estos gobiernos porque las perspectivas parezcan brillantes, sino porque no tienen mejor esperanza. (Revelación 12:12.)

La existencia de la Organización de las Naciones Unidas, y el esfuerzo que tantas personas han hecho por mantenerla funcionando, son prueba de cuán claramente la gente de la Tierra comprende que necesita un cambio. Ese cambio vendrá, pero de un modo diferente y más eficaz. ¿De qué manera?

Gobernación permanente

Recuerde que la Biblia dice que habría solo siete “reyes” o potencias mundiales sucesivas. No se menciona a ninguna otra gran potencia mundial después de eso. La Biblia hasta dice que el “octavo rey”, que es temporal, “se va a la destrucción”. (Revelación 17:10, 11.)

Pero la Biblia también dice que hay una esperanza mejor. Promete que la paz, la justicia y el mundo unido que la gente busca tan desesperadamente vendrá de otro modo. Dice: “Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. [...] Triturará y pondrá fin a todos estos reinos [humanos que fracasan], y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”. (Daniel 2:44.)

Esta es la gobernación de la cual habló Jesús, y por la cual han orado sus seguidores cuando han dicho: “Venga tu reino”. (Mateo 6:10.) Este Reino no es simplemente alguna influencia a favor del bien en el corazón de los hombres. Más bien, es un gobierno celestial de existencia real, una gobernación de la Tierra desde la región de los espíritus. Esto cambiará nuestro estilo de vida en la Tierra. (Revelación 21:1-4.)

Lo que la Biblia dice acerca de esa conmovedora nueva gobernación, su manera de funcionar, y la paz, la justicia y el mundo unido que serán el resultado de ella será lo que consideraremos en el siguiente artículo de esta serie, el final.

[Nota a pie de página]

a Hemos considerado estas potencias mundiales en números anteriores de esta revista: 1) Egipto, 1 de febrero; 2) Asiria, 15 de febrero; 3) Babilonia, 1 de marzo; 4) Medopersia, 15 de marzo; 5) Grecia, 15 de abril; 6) Roma, 1 de mayo; 7) Gran Bretaña y los Estados Unidos, 15 de mayo.

[Ilustración en la página 26]

‘Desde que se formó la ONU, veinte millones de personas han muerto en guerras, un hecho doloroso que da testimonio de lo que ha costado ese fracaso.’—“Nation Against Nation” (“Nación contra nación”), por Thomas M. Franck

[Recuadro en la página 28]

Lo que cuesta en vidas la guerra

La II Guerra Mundial, que indicó la desaparición de la Liga o Sociedad de Naciones, segó una asombrosa cantidad de vidas. La Encyclopædia Britannica (edición de 1954) ilustró el costo en vidas al dar la proporción de muertes de militares en comparación con la población de 1940 en varios países durante la guerra. Entre las cifras están estas: los Estados Unidos perdieron en batalla un militar por cada 500 miembros de su población de 1940; China, uno por cada 200; el Reino Unido, uno por cada 150; Francia, uno por cada 200; Japón, uno por cada 46; Alemania, uno por cada 25; y la U.R.S.S., uno por cada 22. Cuando consideramos que por lo general las bajas entre los civiles excedieron a las bajas entre los militares, podemos ver fácilmente que los esfuerzos humanos por traer paz y seguridad verdadera habían fracasado.

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