¿Van al cielo todos los buenos?
“Había terminado el funeral, pero no el impacto deprimente. [...] Parecía increíble que solo unas cuantas semanas antes mi hijito hubiera estado dando sus primeros pasos, con la carita iluminada por una sonrisa de puro triunfo. ¡Pero ahora Andrés estaba muerto! [...]
”Me mantuve al lado de la ventana, mirando hacia afuera, a la noche, escudriñando los cielos. ‘¿Dónde estará ahora mi hijito? —me preguntaba—. ¿Estará en algún lugar del cielo, entre las estrellas?’”
LA MUERTE de un hijo querido puede ser la experiencia más traumática para unos padres. ‘¿Dónde estará nuestro hijo ahora? —preguntan—. ¿Estará en el cielo u otro lugar similar?’ La mayoría de las religiones enseñan que los bebés que mueren van al cielo. En Johannesburgo, Sudáfrica, el epitafio de una tumba dice: “Dios quería un capullo en flor; su ángel se llevó uno de los nuestros”. Pero bien pudiera preguntarse: ‘¿Por qué debería querer Dios “un capullo en flor” cuando, según la creencia popular, ya tiene tantos?’. Y muchísimas personas se preguntan...
‘¿Cómo es el cielo?’
No son muchas las personas que tengan una idea clara de lo que es el cielo. Algunas simplemente esperan que al fin, después de morir, disfrutarán de placeres que ahora desconocen. Pero ¿qué dice la Biblia? Su mismo primer versículo dice: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”. (Génesis 1:1.) Esto se refiere a los cielos físicos, el glorioso conjunto de estrellas y galaxias. (Deuteronomio 4:19.) Pero también hay cielos espirituales. Por eso la Biblia habla de la “excelsa morada de santidad y hermosura” de Jehová. (Isaías 63:15.)
¿Quién fue el primero que ascendió a esta “excelsa morada” de nuestro Padre celestial? Su Hijo amado, Jesucristo. Él dijo: “Ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre”. (Juan 3:13.) Esto muestra claramente que ninguna criatura humana había ido al cielo. Pero Jesús prometió que algunos humanos irían allá. Precisamente antes de ascender al cielo, dijo a sus discípulos fieles: “Voy a preparar un lugar para ustedes [...] y los recibiré en casa a mí mismo, para que donde yo estoy también estén ustedes”. (Juan 14:2, 3.)
Es obvio, pues, que algunos buenos van al cielo. Pero ¿van al cielo todos los buenos? ¿Y qué hay del hogar del hombre, la Tierra? ¿Será destruida la Tierra por una guerra nuclear, convertida en un planeta arrasado por fuego que flote inhabitado en el espacio? De ninguna manera. La Biblia dice: “Una generación se va, y una generación viene; pero la tierra subsiste aun hasta tiempo indefinido”. (Eclesiastés 1:4.) Y, ¿por qué debería destruir esta hermosa Tierra el Creador, aunque partes de ella hayan sido contaminadas por gente egoísta? La Palabra de Dios promete: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. (Salmo 37:29.)
Como se ve, la Tierra tiene un futuro interesante. En su famoso Sermón del Monte, Jesús predijo: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra”. (Mateo 5:5.) Además, el último libro de la Biblia, Revelación, indica que este planeta será convertido en un paraíso. Sobre la humanidad obediente, dice: “Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor”. (Revelación 21:3, 4.)
De lo anterior podemos ver que algunos buenos van al cielo, mientras que otros disfrutarán de la vida en la Tierra. Esto implica a dos diferentes grupos de personas. ¿Cómo es posible eso? Además, como en el caso de la madre de Andrés, muchas personas se preocupan por lo que les sucede a sus bebés que mueren sin haber sido bautizados. A los católicos romanos se les enseña que los bebés van a un lugar llamado limbo. ¿Existe ese lugar? ¿Van allí los bebés? En el artículo siguiente se dan respuestas satisfacientes y consoladoras a estas preguntas.