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  • Recuerde los principios cristianos
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1988
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1988
w88 1/10 págs. 26-29

Recuerde los principios cristianos

CUANDO un niño empieza a ir a la escuela, la lectura y la escritura están entre las primeras cosas que aprende. Estas aptitudes vitales lo preparan para avanzar a información más compleja, como estudios sociales, ciencias e idiomas. Si el niño no aprende a leer y escribir bien, esto puede tener mal efecto en toda su educación posterior.

Esto tiene cierto parecido con aprender a adorar a Dios. Cuando estudiamos la Biblia descubrimos que hay numerosas verdades fundamentales —principios— que tenemos que dominar. Una vez que hemos captado estos principios, podemos pasar a materia más profunda. Sin embargo, si no entendemos ni creemos totalmente esos principios básicos, habrá defectos en nuestra adoración. No podremos tomar decisiones bien fundadas, y se nos podrá sacudir fácilmente de la fe.

Los principios básicos de la Biblia no son difíciles de entender. (Véase la tabla.) Sin embargo, tampoco son trivialidades ni asuntos de interés puramente intelectual. Son verdades vivas, vitales, y los cristianos sabios aprenden a amarlas. Jehová dice: “De veras presta atención a mis palabras. A mis dichos inclina tu oído. No se escapen de tus ojos. Guárdalos en medio de tu corazón. Porque son vida a los que los hallan y salud a toda su carne”. (Proverbios 4:20-22; Ezequiel 18:19, 20, 23.)

Sin embargo, aunque estos principios son importantes, Jesús advirtió que solo algunas personas los captarían y guiarían su vida por ellos. Dijo: “Angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan”. (Mateo 7:14.) Esto no se debe a que los principios estén ocultos de alguna manera. Jehová quiere que los hombres y las mujeres vivan en armonía con ellos y así hereden la vida. (2 Pedro 3:9.) Él ha provisto, por lo escrito en la Biblia, sabiduría, conocimiento y discernimiento, y la Biblia es extensamente asequible. Además, sus Testigos animan a su semejante a buscar esta información que da vida. De ese modo, literalmente “la sabiduría verdadera misma sigue clamando a gritos en la calle misma”. (Proverbios 1:20; 2:1-9.) Pero hay otras fuerzas en juego.

Satanás ha cegado los ojos de la mayoría de la humanidad respecto a los principios verdaderos. (2 Corintios 4:4.) Además, el propio espíritu de independencia del hombre lo lleva a preferir su propio camino más bien que a buscar la guía de un Poder Superior. En los días del apóstol Pablo, hasta algunos que habían aprendido los principios básicos los perdieron de vista. Por eso Pablo escribió: “De nuevo necesitan que alguien les enseñe desde el principio las cosas elementales de las sagradas declaraciones formales de Dios”. (Hebreos 5:12.)

Además, Jesús advirtió: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’. Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obradores del desafuero”. (Mateo 7:22, 23.) ¿Por qué se rechaza a personas que creen que sirven a Jesús? Porque sus “obras poderosas” no se fundan en principios bíblicos. Es como si trataran de estudiar historia o ciencias sin primero haber aprendido a leer. Sus obras tienen defectos, no están fundadas en la verdad. Por consiguiente, ellos son “obradores del desafuero”.

¿Es acepta su adoración?

¿Podemos estar seguros de que Jesús no nos dirá algún día: ‘Apártate de mí, obrador del desafuero’? Sí; si nuestra adoración se basa sólidamente en los principios bíblicos. Puede ser así si examinamos cuidadosamente la Biblia, y en particular las palabras de Jesús. Jesús sí anduvo en el camino angosto y estrecho hacia la vida... de hecho, él era “el camino y la verdad y la vida”. (Juan 14:6.) Si aplicamos sus dichos y seguimos con sumo cuidado y atención sus pasos, estaremos en el mismo camino. (Juan 6:68; 1 Pedro 2:21.)

Los seguidores inmediatos de Jesús también anduvieron por ese camino angosto y estrecho hacia la vida. Por eso, al tiempo de Su muerte Jesús les encomendó la obra de enseñar a otros a adorar a Dios. También advirtió que él regresaría y esperaría que le rindieran cuentas de cómo se habían comportado durante Su ausencia. (Mateo 24:46; 25:14-23; 28:19, 20.)

Con el tiempo los que afirmaban seguir a Cristo alcanzaron la cifra de centenares de millones. Pero en la mayoría de los casos la adoración por esas grandes multitudes no se basaba en los principios bíblicos. Por eso, cuando Jesús fue hecho Rey celestial en 1914 y luego ‘llegó’ para ajustar cuentas con los que afirmaban ser sus seguidores, ¿qué halló? Millones de supuestos cristianos estaban enfrascados en la más terrible guerra de la historia humana hasta entonces.

Sí, la gran mayoría de los “cristianos” obraban en completa oposición a los principios bíblicos fundamentales. Sin embargo, había un grupo de verdaderos cristianos que se afanaban por seguir los principios piadosos, a la vez que los enseñaban a cualquiera que les escuchara en aquel mundo enloquecido por la guerra. Estos llegaron a formar un solo grupo, y con el tiempo se unió a ellos una gran muchedumbre de personas que pensaban como ellos. (Mateo 24:31; Revelación 7:4, 9, 10.) Estos todavía siguen los principios que dan vida, hablan a otros acerca de los magníficos propósitos de Dios, se asocian como un solo rebaño y se afanan por amoldarse a la “perfecta voluntad de Dios”. (Romanos 12:2.)

Un principio bíblico vital

Esto no ha sido fácil. Para empezar, estos verdaderos cristianos han tenido que pelear contra su propia naturaleza imperfecta, pecaminosa. Y tienen que vivir en un mundo que está completamente opuesto a los valores y principios por los cuales tratan de regirse en la vida. De hecho, el apóstol Juan dijo: “El mundo entero yace en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19.) Por lo tanto, los verdaderos adoradores de Dios de hoy día tienen que recordar constantemente un principio de importancia vital que Jesús explicó: “Ellos [los cristianos] no son parte del mundo”. (Juan 17:16.)

Jehová no hace que nadie le sirva a la fuerza, pero los que optan por servirle tienen que tomar decisiones serias. Por ejemplo, tienen que resignarse al hecho de que nunca pueden ser populares en este mundo. (Mateo 24:9.) El discípulo Santiago advirtió: “Cualquiera [...] que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios”. (Santiago 4:4.) Y el apóstol Pablo dijo: “¿Qué consorcio tienen la justicia y el desafuero?” y “¿[...] qué porción tiene una persona fiel con un incrédulo?”. Entonces citó las propias palabras de Jehová: “Sálganse de entre ellos, y sepárense [...], y dejen de tocar la cosa inmunda”. (2 Corintios 6:14-17; Efesios 5:11.)

¿Cómo podemos ‘separarnos’? Por supuesto, no por salirnos físicamente del mundo. Pero podemos evitar el ‘unirnos bajo yugo desigual con los incrédulos’. Podemos evitar ‘las malas compañías, que echan a perder los hábitos útiles’. (1 Corintios 15:33.) Y podemos separarnos del espíritu del mundo, el espíritu egoísta, la falta de honradez, el materialismo y una búsqueda desesperada de placer. (2 Timoteo 3:1-5.) Se da una garantía alentadora para los que así se separan de los deseos de este mundo: “El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. (1 Juan 2:15-17.)

Los que siguen los principios básicos

¿Es posible hoy día seguir los principios bíblicos y andar por el camino angosto que lleva a la vida? Sí; hasta los niños pueden hacerlo. Por ejemplo, en Brasil la buena conducta de dos jovencitos en la escuela hizo que se pidiera a su madre que fuera a la escuela a explicar el comportamiento de sus hijos. La madre explicó que se debía a que ellos seguían los principios bíblicos respecto a obediencia a los padres y a otras personas de autoridad. (Efesios 6:1-3.) Al fin del término escolar se dio a los jóvenes la oportunidad de explicar a toda la clase los beneficios de su proceder piadoso.

Jesús declaró el principio: “Hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”. (Lucas 12:15.) Un próspero médico japonés aprendió eso y, para asombro de sus colegas, lo puso en práctica. Dejó su posición lucrativa y se fue a un pueblecito donde podía dar ayuda espiritual a la gente. Este sacrificio de beneficios materiales no lo privó de felicidad. Más bien, tanto él como su esposa se sienten más felices ahora al llevar la Palabra de vida a otros.

La Biblia dice: “El borracho y el glotón vendrán a parar en la pobreza”. (Proverbios 23:21.) Esta es una advertencia clara contra la adicción. También se nos amonesta contra el mal uso de las drogas: “Las obras de la carne son [...] idolatría, práctica de espiritismo [far·ma·kí·a, “droguería” en el griego original]”. (Gálatas 5:19, 20.) Además, el apóstol Pablo insta: “Limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu”. (2 Corintios 7:1.)

El fumar tabaco y usar otras drogas que causan adicción están definitivamente contra esos principios bíblicos, y por eso son “desafuero”. (Mateo 7:23.) Cualesquiera siervos de Dios que se contaminan con esas sustancias descubrirán que Dios no acepta su adoración. Por eso, muchos centenares de miles han dado el paso de cesar de usar esas drogas, y como resultado han recibido beneficios espirituales y físicos. Por supuesto, no siempre es fácil librarse de esos hábitos inmundos.

Un joven de Michigan, E.U.A., aprendió acerca de Dios y sus principios por lo que le enseñaron unos ministros que lo visitaron en su casa. A él le gustó lo que oyó, pero comprendió que su hábito de fumar marihuana y tabaco no armonizaba con la adoración de Jehová. Dice: “No se me hizo difícil dejar las drogas, a pesar de que me gustaba usarlas. Pero necesité por lo menos seis meses para dejar de fumar cigarrillos”. Le ayudaron unos compañeros cristianos, y la oración. Ahora él lleva una vida limpia guiada por los principios bíblicos, y disfruta de una conciencia limpia, una buena relación con Dios y compañerismo cristiano. De hecho, dice que nunca había sabido lo que era un amigo hasta que se hizo cristiano.

El seguir los principios de la justicia es verdaderamente el proceder sabio. Y la sabiduría es hasta más valiosa que el oro fino. Siga este proceder usted mismo, y eso redundará en alabanza para Jehová y en bendición eterna para usted. (Salmo 19:7, 10; Proverbios 16:16.)

[Recuadro en la página 27]

Los principios son verdades básicas o leyes fundamentales de las cuales se pueden derivar otras verdades o leyes. Vea unos ejemplos a continuación.

◻“Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.” (Mateo 22:37.)

◻“Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mateo 7:12.)

◻“La amistad con el mundo es enemistad con Dios.” (Santiago 4:4.)

◻“Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” (1 Corintios 10:31.)

◻“Nosotros, pues, los que somos fuertes, debemos soportar las debilidades de los que no son fuertes, y no estar agradándonos a nosotros mismos.” (Romanos 15:1.)

◻“Ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre.” (Hebreos 13:15.)

◻“Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos.” (Hebreos 10:24, 25.)

◻“No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová.” (Mateo 4:4.)

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