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  • Jehová bendice la persistencia
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
w89 1/1 pág. 31

Los proclamadores del Reino informan

Jehová bendice la persistencia

LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ aman profundamente a Jehová Dios y reconocen su responsabilidad de predicar a su prójimo; por lo tanto, tratan de dar a cada persona la oportunidad de oír las buenas nuevas del Reino de Dios. (Mateo 24:14.) Por eso una hermana se resolvió a predicar en un campamento militar de su territorio, para beneficio de los soldados y sus familias.

Cada vez que trataba, el capitán encargado le negaba la entrada. Dice: “Por eso decidí ver al comandante del campamento, un coronel. Cuando llamé por teléfono a su secretario, él rehusó comunicarme con el coronel. Decidí visitar al coronel en su hogar, pues él no vivía en el campamento. Cuando lo hice, me preguntó de dónde venía. Me alegré de decirle que había nacido en la isla principal, Fiji. Por respeto, escuchó mi solicitud, y me dijo que había oído mencionar a los testigos de Jehová, pero que nunca le habían explicado nuestra obra. Aquello me dio una excelente oportunidad para testificarle, y aceptó tres publicaciones útiles para el estudio de la Biblia. Me dijo que estuviera en su oficina del campamento a las nueve de la mañana el martes siguiente. Cuando otra hermana y yo llegamos, los guardias ya habían recibido aviso de nuestra visita y nos dijeron que se nos había concedido permiso para predicar allí. El comandante de la guardia dijo: ‘Voy a informar a todos los oficiales que el viernes les deben abrir la puerta, y aunque todos tenemos diferentes religiones, la de ustedes pudiera ser la que esté dando la advertencia del Reino de los cielos y del fin del mundo’.

”El viernes, cuando llegamos —continúa ella—, un vehículo militar con altavoces anunció por el campamento: ‘Dos señoras de mayor edad estarán en el campamento para darles una advertencia; por eso, sírvanse abrirles la puerta y oír lo que digan. No entren en polémicas con ellas ni pongan a otros contra ellas’. Trabajamos allí desde las 8.30 de la mañana hasta las cinco de la tarde, y distribuimos 100 libros y 200 revistas. ¿Qué resultados obtuvimos? Hemos hecho muchas revisitas y comenzado muchos estudios bíblicos”.

De otra isla de Oceanía donde hace poco unos precursores especiales empezaron a predicar viene una experiencia interesante. Los líderes de la Iglesia Unida se oponen a estos precursores especiales. Por eso, durante la visita del superintendente de circuito los precursores pensaron que se les haría difícil hacer una revisita, porque el jefe de la aldea, bajo la influencia de los líderes de aquella iglesia, no permitía que los testigos de Jehová entraran en la aldea. Pero cuando llegaron no hallaron allí al jefe, y pudieron visitar a la persona que se había interesado en la verdad, y dieron un testimonio excelente. Mientras iban de salida, los Testigos vieron una canoa grande que se acercaba, y obviamente tenía el motor averiado, pues sus ocupantes estaban remando. Sí, era el jefe de la aldea, quien llegaba demasiado tarde para impedir la revisita. Al regresar a su hogar, los precursores dijeron en pidgin al superintendente de circuito: “Me fella thinkim might angel now breakim engine belong him” (“Quizás un ángel le averió el motor”).

De modo que Jehová bendijo la persistencia de estos hermanos que obedecieron su mandato de predicar “estas buenas nuevas del reino”.

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