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  • ‘¡Mueran los impíos!’

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  • ‘¡Mueran los impíos!’
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
w89 15/11 págs. 21-23

‘¡Mueran los impíos!’

LAS multitudes lo consideraban un impío, un hombre que procuraba apartar a la gente de la adoración y destruir sus dioses. Despreciado y humillado, fue llevado ante la muchedumbre reunida en asamblea pública. Cuando el gobernador empezó a interrogarlo, un hombre serio de 86 años de edad dio un paso adelante y se identificó. Se llamaba Policarpo.

El gobernador provincial romano Statius Quadratus le dijo: “Jura por el genio de César; cambia de parecer y di: ‘¡Mueran los ateos!’”. Policarpo entonces miró a la vasta muchedumbre de paganos desaforados que llenaba el estadio. Con un ademán hacia ellos, gimió, miró a los cielos y dijo: “¡Mueran los ateos!”. Sí, ‘¡mueran los impíos!’.

Entonces el procónsul habló con mayor sentido de urgencia y dijo: “Repite el juramento y te pondré en libertad; injuria a Cristo”. Pero Policarpo respondió: “Le he servido por ochenta y seis años, y Él no me ha hecho ningún mal. ¿Cómo puedo blasfemar contra mi Rey, que me ha salvado?”.

Entonces se hicieron los preparativos para ejecutar al anciano. Moriría en la hoguera. ¿Por qué? ¿Quién era Policarpo? ¿Y qué sucesos llevaron a su muerte?

La juventud de Policarpo

Policarpo nació alrededor del 69 E.C. en Asia Menor, en Esmirna (la ciudad turca conocida hoy como Izmir). Según informes, fue criado por padres cristianos. Policarpo llegó a ser un caballero distinguido, un hombre conocido por su generosidad y abnegación, por su trato bondadoso con los demás y por su estudio diligente de las Escrituras. Con el tiempo fue nombrado superintendente de la congregación de Esmirna.

Se ha dicho que temprano en su vida Policarpo aprovechó las oportunidades de aprender directamente de algunos de los apóstoles. Parece que el apóstol Juan fue uno de sus maestros. De hecho, Ireneo relata que Policarpo “no solo fue instruido por apóstoles y trató con muchos que habían visto a Cristo, sino que también fue nombrado por apóstoles para Asia, superintendente en la iglesia que está en Esmirna”. Solo podemos imaginarnos el gozo y la satisfacción que tiene que haberle causado a Policarpo un compañerismo tan edificante. Debe de haberle ayudado a capacitarse para su asignación de superintendente en la congregación. (Hechos 20:28; 1 Pedro 5:1-4.)

Apoya las verdades fundamentales

Policarpo comenzó su superintendencia de la congregación en los años difíciles de la apostasía predicha. (2 Tesalonicenses 2:1-3.) Parece que estaba dispuesto a gastarse a favor de los demás. Por eso, cuando Ignacio de Antioquía, Siria, era llevado al martirio en Roma y pidió a los filipenses que enviaran una carta a la congregación de donde venía, Policarpo de Esmirna se encargó de que la carta llegara a su destino. En aquel tiempo Policarpo también envió su propia carta a los filipenses.

En la carta de Policarpo a los filipenses hallamos la reafirmación de ciertas verdades bíblicas. Él distingue entre Dios y Cristo, el Padre y el Hijo, y dice que es “por la voluntad de Dios mediante Jesucristo” como alcanzamos la salvación. Policarpo amonesta contra el amor al dinero y recuerda a sus lectores que los fornicadores y los hombres que se acuestan con hombres no heredarán el Reino de Dios. (Compárese con 1 Timoteo 6:10; 1 Corintios 6:9, 10.) También exhorta a las esposas a amar a sus esposos, y a los ancianos a ser “compasivos y misericordiosos”. Insta a todos a “ser celosos al ir tras lo bueno”. Finalmente Policarpo suplica: “Que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, y Jesucristo mismo, quien es el Hijo de Dios, y nuestro Sumo Sacerdote eterno, los edifiquen en la fe y en la verdad, en toda mansedumbre, amabilidad, gran paciencia, autodominio y pureza”.

Policarpo citaba frecuentemente de las Escrituras. En su carta a los filipenses hizo referencia a Mateo, Hechos, Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, 1 Pedro y quizás a otras porciones de las Escrituras. Esto indica que por lo menos algunos cristianos profesos se esforzaban por adherirse a los principios bíblicos durante el difícil período tras la muerte de los apóstoles.

Su obra en Esmirna

Esmirna, una antigua ciudad costanera de Asia Menor, era un activo y próspero centro de comercio. También era un centro de la adoración del Estado. Por ejemplo, a los emperadores romanos se les representaba prominentemente como deidades en monedas e inscripciones. La autoridad imperial promovía filosofías religiosas paganas.

Es patente que algunos de los que se asociaban con la congregación de Esmirna eran pobres en sentido material. Pero en cierta ocasión se les encomió por ser ricos en sentido espiritual. ¡Qué animador tiene que haber sido para los cristianos de Esmirna oír las palabras de Jesús que el apóstol Juan puso por escrito! Cristo dijo al “ángel” (los superintendentes ungidos) de Esmirna: “Conozco tu tribulación y pobreza —pero eres rico— y la blasfemia por parte de los que dicen que ellos mismos son judíos, y sin embargo no lo son, sino que son una sinagoga de Satanás. No tengas miedo de las cosas que estás para sufrir. ¡Mira! El Diablo seguirá echando a algunos de ustedes en la prisión para que sean puestos a prueba plenamente, y para que tengan tribulación diez días. Pruébate fiel hasta la misma muerte, y yo te daré la corona de la vida”. (Revelación 2:8-10.)

Cualquier riqueza espiritual que todavía hubiera entre los que profesaban el cristianismo en Esmirna sin duda se relacionaba directamente con la excelente superintendencia de los ancianos de la congregación. Aquella era una época de gran agitación religiosa, y los miembros de la congregación servían entre personas de credos y cultos en conflicto. El territorio donde predicaban abundaba en prácticas demoníacas, entre ellas la hechicería y la astrología, de modo que el ambiente era de impiedad.

Además de la hostilidad de los habitantes paganos, los cristianos se encaraban al odio intenso de los judíos. Hay informes de que en el martirio de Policarpo, el 23 de febrero de 155 E.C., unos judíos fanáticos apoyaron aquella acción consiguiendo leña para la hoguera. ¡Hicieron aquello aunque la ejecución se efectuó en un gran día sabático!

¿Quiénes son los impíos?

Policarpo quería quedarse en Esmirna y encararse al peligro cuando sus enemigos fueran a buscarlo. Pero a instancias de otros huyó a una granja cercana. Cuando sus enemigos averiguaron dónde estaba, rehusó mudarse de nuevo para evadirlos, y simplemente dijo: “Que se haga la voluntad de Dios”.

En el estadio, Policarpo estuvo de pie delante del gobernador y de la vasta y agitada muchedumbre. Mientras el gobernador insistía en que rindiera homenaje a César, Policarpo dijo claramente: “Soy cristiano [...] Si deseas saber qué es el cristianismo, solo tienes que fijarme un día para una audiencia”. El gobernador contestó: “Trata de convencer con tus argumentos a la muchedumbre”. Pero Policarpo dijo: “Pensé que valdría la pena considerarlos contigo, porque se nos ha enseñado a mostrar todo respeto apropiado a los poderes y las autoridades [...] con tal de que no transijamos”. Poco después Policarpo murió en la hoguera por no querer renunciar a Jesucristo.

La posición de Policarpo como cristiano es algo que solo Dios puede determinar. ¿Qué hay de hoy? Una gran muchedumbre de cristianos verdaderos también se niega a renunciar a Cristo. Más bien, declaran que él es el Rey Mesiánico de Dios, entronizado en el cielo. Estos testigos de Jehová también señalan que pronto veremos el cumplimiento de las palabras proféticas de Jesús sobre la “gran tribulación”, el mayor cataclismo que el mundo verá. Sin embargo, esto no significa el fin de la humanidad, sino el fin de la iniquidad. Podremos sobrevivir para entrar en un justo nuevo mundo de paz y felicidad. (Mateo 24:13, 21, 34; 2 Pedro 3:13.)

¿Quiénes optarían por pelear contra los mensajeros que llevan esas buenas noticias? Solo los que en verdad son impíos, aunque tengan una “forma de devoción piadosa”. (2 Timoteo 3:5.) Las enseñanzas religiosas falsas han cegado la mente de algunos, y muchos están “prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios”. (1 Timoteo 4:1.) Los cristianos del día moderno han sufrido a manos de los impíos, algunos hasta morir. Pero los siervos fieles de Jehová nunca saldrán perdiendo, pues con el tiempo tendrán la dádiva divina de la vida eterna. Mientras tanto, estos fieles proclamadores del Reino de Dios seguirán siendo firmes defensores de la verdad bíblica.

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