La honradez es la mejor norma
LA HONRADEZ es muy alabada en la Biblia y es un requisito para los cristianos verdaderos. (Mateo 22:39; 2 Corintios 8:21.) Además, la verdad de que la honradez es la mejor norma se demuestra en la vida de muchas personas de la actualidad que han experimentado una transformación de mente y corazón al adquirir conocimiento bíblico. Un ejemplo de esto viene de Liberia.
Después de considerarlo bien, y con oración, un matrimonio cristiano —un anciano de congregación y su esposa— cerró su sastrería. ¿Por qué? Porque el atenderla les consumía demasiado tiempo y estorbaba sus actividades ministeriales y su estudio personal. Concordaron en estar satisfechos con el modesto ingreso que les vendría de vender tintes para telas. Sin embargo, inmediatamente después de esto el precio de los tintes bajó en el mercado local. Lo que ganaban ahora no le suministraría el sustento a la familia. ¿Qué harían?
Le pidieron a la compañía que les suministraba el tinte una rebaja de precio que les permitiera recibir mayor ganancia de la venta del tinte. La compañía rehusó; sin embargo, ofreció enviarles dos facturas, una con el precio verdadero y otra con un precio reducido que podrían presentar a la aduana para pagar menos aranceles. Así el anciano podría conseguir un lucro ilegal de $2.000 (E.U.A.) por cada envío.
El hermano se negó a participar en aquella falta de honradez que defraudaría al gobierno. Los dirigentes de la compañía se sorprendieron. Le escribieron: “Respetamos su conciencia”, y nombraron al anciano agente exclusivo para su producto en Liberia. El anciano y su esposa ahora pudieron atender bien las necesidades materiales de su familia, y como precursores auxiliares han podido cooperar estrechamente con los hermanos en edificar la congregación. Ciertamente su honradez fue una bendición para ellos.
En España, un joven llamado Alfonso también descubrió que la honradez es la mejor norma. Él había dejado su hogar a la edad de 12 años, y poco tiempo después estuvo vendiendo drogas y robando objetos de autos, casas y tiendas. A veces robaba en diez tiendas en un solo día. Cuando Alfonso tenía 21 años, cuatro de sus socios lo golpearon severamente, le robaron todas las drogas que tenía y amenazaron con matarlo si los delataba a la policía. Puesto que la policía lo conocía bien, él hasta temió ir al hospital para recibir tratamiento.
Mientras se recuperaba lentamente de sus heridas, Alfonso reflexionó seriamente sobre su estilo de vida. Recordó puntos de la Biblia y principios cristianos que en su niñez su madre le había mencionado. En aquel tiempo él había pasado por alto las palabras de ella, pero ahora solicitó un estudio bíblico con los testigos de Jehová. En seis meses había cambiado por completo de conducta y personalidad, y podía bautizarse.
Sin embargo, el día antes de su bautismo recibió un emplazamiento para presentarse en el tribunal por un cargo de robo a mano armada. Él había cometido este delito mucho tiempo atrás. Con todo, Alfonso confesó francamente lo que había hecho y fue encarcelado hasta el día en que se vería su juicio. Su abogado defensor le pidió que declarara que no había robado nada y que no llevaba una pistola. Pero Alfonso insistió en decir la verdad. Por el delito cometido y sus malos antecedentes penales, el fiscal exigió una sentencia de 13 años. Pero en vista de su buena conducta y honradez fue sentenciado a seis meses, tiempo que ya había servido mientras esperaba juicio.
Ahora Alfonso y su esposa sirven fielmente a Jehová, y se alegran de haber hallado un verdadero propósito en la vida y de haber comprobado por su propia experiencia que la honradez es la mejor norma.