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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1990
w90 15/7 págs. 8-9

La vida y el ministerio de Jesús

Estalla una disputa

TEMPRANO por la noche, Jesús enseñó una hermosa lección de servicio humilde al lavar los pies de sus apóstoles. Después instituyó la Conmemoración de su muerte ya cercana. Ahora, especialmente en vista de lo que acaba de pasar, algo sorprendente sucede. ¡Sus apóstoles entran en una disputa acalorada sobre quién pudiera ser el mayor entre ellos! Parece que esto es parte de una disputa que ha persistido entre ellos.

Recuerde que después de la transfiguración de Jesús en la montaña los apóstoles tuvieron una discusión sobre quién entre ellos era el mayor. Además, Santiago y Juan solicitaron puestos prominentes en el Reino, algo que agravó la disputa entre los apóstoles. Ahora, en la última noche de Jesús con ellos, ¡cómo debe entristecer a Jesús el verlos discutir de nuevo! ¿Qué hace él?

En vez de regañar a los apóstoles por comportarse así, Jesús, con paciencia, razona con ellos de nuevo y les dice: “Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y a los que tienen autoridad sobre ellas se les llama Benefactores. Ustedes, sin embargo, no han de ser así. [...] Porque, ¿cuál es mayor?: ¿el que se reclina a la mesa, o el que ministra? ¿No es el que se reclina a la mesa?”. Entonces, recordándoles su ejemplo, dice: “Mas yo estoy en medio de ustedes como el que ministra”.

A pesar de las imperfecciones que tienen, los apóstoles han permanecido con Jesús durante Sus pruebas. Por eso él dice: “Yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino”. Este pacto personal entre Jesús y sus seguidores leales los une a él para que participen con él en Su dominio real. Solo se acepta a un número limitado de 144.000 personas en este pacto para un Reino.

Aunque los apóstoles reciben esta perspectiva maravillosa de participar con Cristo en la gobernación del Reino, por ahora están débiles en sentido espiritual. Jesús dice: “A todos ustedes se les hará tropezar respecto a mí esta noche”. Después de decir a Pedro que ha orado por él, Jesús le insta: “Una vez que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos”.

“Hijitos —explica Jesús—, estoy con ustedes un poco de tiempo más. Me buscarán ustedes; y así como dije a los judíos: ‘A donde yo voy ustedes no pueden venir’, también se lo digo a ustedes ahora. Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí.”

“Señor, ¿a dónde vas?”, pregunta Pedro.

Jesús contesta: “A donde yo voy no puedes seguirme ahora, pero seguirás después”.

“Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? —interroga Pedro—. Entregaré mi alma a favor de ti.”

“¿Entregarás tu alma a favor de mí?”, pregunta Jesús. “En verdad te digo: Hoy tú, sí, esta noche, antes que un gallo cante dos veces, hasta tú me repudiarás tres veces.”

“Aun cuando tenga que morir contigo —protesta Pedro—, de ningún modo te repudiaré.” Y mientras los demás apóstoles dicen lo mismo, Pedro se jacta: “Aunque a todos los demás se les haga tropezar respecto a ti, ¡a mí nunca se me hará tropezar!”.

Refiriéndose a la ocasión en que envió a los apóstoles en una gira de predicación por Galilea sin bolsa ni alforja, Jesús pregunta: “No les faltó nada, ¿verdad?”.

“¡No!”, responden.

“Mas ahora, el que tiene bolsa, tómela, así mismo también la alforja —dice él—; y el que no tiene espada venda su prenda de vestir exterior y compre una. Porque les digo que esto que está escrito tiene que realizarse en mí, a saber: ‘Y fue contado con los desaforados’. Porque lo que tiene que ver conmigo está realizándose.”

Jesús señala al tiempo en que será fijado en un madero con malhechores o desaforados. También indica que después de eso sus seguidores afrontarán persecución severa. “Señor, ¡mira!, aquí hay dos espadas”, dicen ellos.

“Basta”, contesta Jesús. Como veremos, el que ellos tengan espadas consigo permitirá que Jesús les enseñe otra lección vital dentro de poco. (Mateo 26:31-35; Marcos 14:27-31; Lucas 22:24-38; Juan 13:31-38; Revelación 14:1-3.)

◆ ¿Por qué es sorprendente la disputa que surge entre los apóstoles?

◆ ¿Cómo maneja Jesús la disputa?

◆ ¿Qué se logra mediante el pacto que Jesús hace con sus discípulos?

◆ ¿Qué nuevo mandamiento da Jesús, y cuán importante es?

◆ ¿Cómo despliega Pedro excesiva confianza en sí mismo, y qué le dice Jesús?

◆ ¿Por qué difieren las instrucciones de Jesús sobre llevar una bolsa y una alforja de las instrucciones que les había dado antes sobre esto?

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